LACALZADA DE MATEO, María José, El Cimiento Mixto en
Masonería. El Derecho Humano en España, 1893-1963, Madrid,
Fundación María Deraismes, 2007. Por Mariano Esteban de Vega
(Universidad de Salamanca).
El
debate sobre la integración de las mujeres en las logias
masónicas se inició en Francia, a mediados del siglo XIX, en el
contexto, por un lado, del definitivo asentamiento de las pautas
políticas e intelectuales del liberalismo y, por otro, de la
ampliación de los espacios de sociabilidad y de la creciente
presencia de las mujeres en la vida pública. Significativamente,
esa discusión fue, durante algún tiempo, paralela de otra,
secuela del proceso de secularización que vivía la sociedad
francesa, que se planteaba la obligatoriedad de que las logias
invocasen al “Gran Arquitecto del Universo”: con el trasfondo de
la consolidación de la III República, en 1877 la mención a ese
Gran Arquitecto Universal dejó de ser obligatoria y pasó a
opcional dentro de las logias del Gran Oriente de Francia. En
cuanto a la integración de las mujeres, el debate abierto en
1865 se resolvió en 1882 con la entrada de la filósofa Maria
Deraismes (1828-1894) en la logia Les Libres Penseurs de Pecq.
Se trataba sólo, sin embargo, del primer paso de un proceso
relativamente prolongado: Les Libres Penseurs tuvieron que
abandonar su propósito de incorporar nuevas mujeres, fue preciso
fundar once años más tarde una nueva logia, Le Droit Humain y la
Obediencia Masónica Mixta tuvo que esperar bastante tiempo hasta
que consiguió su pleno reconocimiento tanto en Francia como,
particularmente, en el ámbito anglosajón.
La
nueva Obediencia Mixta había nacido, sin embargo, con la
voluntad de romper las fronteras de la territorialidad, lo que
permitió que muy pronto, ya en 1896, tomara contacto con España.
En esos momentos, el panorama masónico finisecular en España se
hallaba marcado por el neto predominio del Gran Oriente Español,
y fue a esa referencia masónica hacia la que se dirigió Le Droit
Humain, aunque sin encontrar en sus dirigentes, en particular en
Miguel Morayta, demasiado eco. En otros Orientes, Ritos, Grandes
Logias y Supremos Consejos que habían proliferado entonces en
España hubo personajes más dispuestos a aceptar el trabajo
masónico de las mujeres o, al menos, a entablar un diálogo al
respecto, pero estos grupos habían desaparecido al inicio del
siglo XX, antes de que hubiese llegado a formalizarse una
masonería propiamente femenina o mixta.
“El
Derecho Humano” consiguió prender por fin en España poco después
de la Primera Guerra Mundial, a partir de 1919, con un núcleo
inicialmente masculino que en los años veinte consiguió la
integración de algunos elementos femeninos. Sin embargo, las
primeras mujeres que se integraron en ella no fueron
librepensadoras o militantes del incipiente movimiento feminista
español, sino que procedieron del ámbito de la Teosofía y,
paradójicamente, estuvieron más influidas por algunos núcleos
masónicos ingleses, defensores de una especie de sincretismo
religioso, que franceses. En esa época, la Orden Masónica Mixta
había desbordado ampliamente su cuna francesa y logrado una
extensa implantación internacional, incluida Gran Bretaña. Por
su parte, en el caso español, el “Derecho Humano” tuvo que
hacerse hueco en las complejas redes de la organización
masónica, en la que el Gran Oriente Español había perdido su
hegemonía aplastante e incluso sufrió una importante escisión
con el nacimiento de las Grandes Logias Regionales, en el que
desde 1921 había aparecido una potente Gran Logia Española, y en
el que habían surgido también dos Obediencias menores, el Rito
Nacional Español y el Gran Oriente de España. El Gran Oriente
Español y la Gran Logia Española firmaron inicialmente pactos de
reconocimiento con “El Derecho Humano”, aunque esta última lo
rescindió en 1927 por diversas razones, entre ellas la presión
de su homóloga francesa. Por su parte, el Gran Oriente Español
mantuvo siempre con “El Derecho Humano” una actitud de respeto e
incluso de ayuda fraternal, y juntos cruzaron la frontera hacia
el exilio al término de la Guerra Civil.
De
los avatares de estas primeras logias masónicas mixtas en la
España del primer tercio del siglo XX, tan estrechamente
relacionados con los inicios del proceso de emancipación de las
mujeres, da detallada cuenta el libro que reseñamos,
excelentemente editado por la Fundación María Deraismes. Su
autora, la profesora María José Lacalzada, reputada especialista
en distintas materias de la historia social y cultural de la
España contemporánea, ofrece en él una nueva muestra de su
acreditada competencia profesional.
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