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				ABREU, L. (ed), Asistencia y Caridad como estrategias de 
				intervención social: Iglesia, Estado y Comunidad (siglos XV-XX), 
				Ed. Universidad del País Vasco, Bilbao, 2007, 322 páginas. Por 
				Juan Gracia Cárcamo. 
					Se 
				recogen en este libro un conjunto de textos que tienen en común 
				el que representan una nueva mirada sobre la historia de la 
				acción social en la Península, muy distinta de la que adoptaron 
				las investigaciones realizadas en los años 80 por una 
				generación, de entonces jóvenes historiadores que seguían las 
				premisas de una historia social “clásica". Esto es, se movían 
				bajo paradigmas derivados sobre todo de los Annales 
				franceses y de los historiadores marxistas británicos, enfoque 
				que era obviamente anterior al que corresponde a la situación 
				epistemológica de la Historia actual. 
				La 
				publicación del libro no se entendería sin la actividad 
				incansable de la profesora Laurinda Abreu, autora de reconocidos 
				estudios publicados ya desde la década pasada, y continuados en 
				el decenio actual, sobre el sistema asistencial moderno en 
				Portugal, e impulsora de notables iniciativas desde la 
				Universidad de Evora, entre las que destaca su labor al frente 
				de la red PHOENITX cuyas características son elogiadas 
				por los historiadores especialistas en la intervención y acción 
				social. De este modo, se ha llegado a una publicación que cabe 
				calificar de auténticamente peninsular en la medida que además 
				de su materialización en el País Vasco –dentro de la colección 
				de Historia dirigida de forma modélica por el profesor M. 
				González Portilla del que además sus innovadores estudios sobre 
				historia de la población y de la transición sanitaria resultan 
				muy divulgados- aúna sus esfuerzos con el Centro 
				Interdisciplinar de História, Culturas y Sociedades (CIDEHUS) 
				de la Universidad de Evora y con la Universitat de les Illes 
				Balears, desde la que es bien conocida la atención dedicada a 
				los problemas de acción social centrados en el ámbito 
				demográfico y sanitario a partir de la iniciativa de la 
				profesora Isabel Moll. El triángulo Evora-Bilbao-Mallorca no 
				deja de ser atípico, pero ilustra sobre las posibilidades de 
				cooperación ibéricas que no tienen que pasar inevitablemente por 
				el centro peninsular. 
				La 
				profesora Abreu explica muy bien en una inteligente síntesis que 
				precede al conjunto de textos aquí recogidos las líneas de lo 
				que podría ser una colaboración en el futuro de trabajos de 
				investigadores españoles y portugueses sobre la historia de la 
				acción social, que cuenta, además, con precedentes lejanos, 
				recordados por los especialistas. Los modelos de asistencia, 
				como señala Laurinda Abreu, presentan múltiples variedades en 
				función de las épocas en que se encuadran. Y ello en la medida 
				en que son respuestas siempre cambiantes -y evidentemente 
				adaptativas- a diferentes problemas sociales que distan de 
				registrar una especificidad ibérica dentro de un marco europeo 
				que presenta, en todo caso, un conjunto básico de elementos 
				comunes, acentuado aún más si cabe en lo que respecta, desde el 
				fin de la era medieval, a los países católicos de la ribera 
				mediterránea a partir de la Contrarreforma tridentina. La 
				profesora Abreu es también autora de un sugestivo capítulo que 
				estudia la legislación normativa sobre la represión de la 
				mendicidad (entendiendo a esta normativa, desde hipótesis 
				comunes a R. Castel, como un elemento clave en la “cuestión 
				social” previa a la era industrial) en Portugal desde la crisis 
				del siglo XIV a fines del XVII. El capítulo además de completar 
				lo anterior con una reflexión en torno a los casos de Lisboa y 
				Evora (donde resulta significativa la influencia del célebre 
				tratado de M. de Giginta) analiza también los comienzos de la 
				intervención social frente al vagabundeo gitano. Esta no sólo se 
				sitúa aquí en un plano de rigor disciplinario sino también de 
				asistencia a ciertos sectores de esa minoría étnica. Destaca el 
				valor teórico de esta aportación de la profesora L. Abreu que 
				incide inevitablemente en la vinculación de la cuestión 
				asistencial con los flujos migratorios y resalta aspectos como 
				la temprana creación de hospitales temporales, el desarrollo de 
				la formación profesional en las casas de reclusión. 
				Tal 
				y como indica la profesora L. Abreu, este libro se convierte en 
				un espacio de encuentro entre diferentes generaciones, de modo 
				que en lo referido a la vertiente hispánica dominan los estudios 
				de autores consagrados. Tal es el caso del excelente estudio 
				debido al profesor M. González Portilla (en colaboración con la 
				profesora A. Pareja Alonso) que toma un caso regional (el del 
				País Vasco de la primera industrialización, centrada en la 
				comarca de Bilbao) para realizar un estudio modélico de la 
				transición sanitaria a través del estudio exhaustivo de la 
				atención social dispensada por una institución hospitalaria. Se 
				destaca en este interesante capítulo cómo la década final del 
				XIX y primeros decenios del XX vieron surgir un nuevo modelo de 
				hospital -alejado del viejo estilo de los hospitales asilares 
				representados por las clases trabajadoras de modo inequívoco 
				como antesala de los cementerios. Así se materializaba una nueva 
				concepción en torno a los pacientes, donde se compaginaba la 
				clínica con la función docente y de investigación, donde se 
				potenciaban las consultas externas, crecían las especialidades 
				médicas... y en fin se creaba un esquema hospitalario lejano ya 
				del existente hasta avanzado el siglo XIX y que se configuraba 
				como precedente próximo del modelo adoptado por esos 
				establecimientos en el Welfare State después de 1945. 
				
				Dentro de un estilo historiográfico cercano al anterior, en la 
				medida que se percibe también la influencia de la Historia 
				económica y de la Demografía Histórica, se sitúa el atractivo 
				capítulo de la profesora Isabel Moll sobre la red de hospicios y 
				hospitales en un espacio muy singular. Este es el de Mallorca 
				durante el siglo XVIII de modo que constituye una aportación a 
				una línea de investigación ejemplar que, completada en diversos 
				textos bien conocidos por los especialistas, ha analizado 
				facetas del problema en distintos periodos dentro de la 
				contemporaneidad. Tiene gran interés este trabajo en la medida 
				que se estudian de forma menos rupturista que la habitual los 
				precedentes de problemas que los contemporaneístas suelen fechar 
				de forma muy tajante como propios del XIX. La profesora Moll 
				incide en los cambios que implica la beneficencia ilustrada 
				auspiciada en gran parte desde el poder, pero transmitida a las 
				escalas regionales, en los finales del XVIII y en colaboración 
				con cambios más amplios que los puramente asistenciales. Así 
				hacen referencia éstos a la intervención de las elites (como las 
				Sociedades de Amigos del País) y el desarrollo de Academias 
				científicas, que en último término remiten a debates que llevan 
				al núcleo del cambio histórico-social. 
				El 
				capítulo del profesor Pedro Carasa resulta modélico como ejemplo 
				del cambio de la mirada historiográfica sobre la acción social 
				en España a mediados de este decenio inicial del siglo XXI, dado 
				que fue él uno de los historiadores contemporaneístas tomados 
				como referente en torno a esta cuestión en los 80 y principios 
				de los 90. El texto de P. Carasa, de gran contenido analítico, 
				es muy atractivo, y, al mismo tiempo, suscitará discusión. Su 
				contribución más que centrarse en aspectos empíricos tiene un 
				carácter reflexivo de muy amplia duración, pues abarca desde 
				comienzos de la Edad Moderna hasta la actualidad. Parte el autor 
				de que sería imprescindible una reformulación de la 
				historiografía de la pobreza española a partir de lo que ha 
				incorporado la llamada “historia de los conceptos”, deudora en 
				último término de la escuela de Bielefeld, bien que transformada 
				en sus recepciones posteriores en Francia y Norteamérica. 
				Resumiendo de un modo muy breve sus tesis, aún a riesgo de 
				simplificar unos planteamientos complejos, parte de cuestionar 
				el carácter de la denominadamente calificada como acción social 
				“pública”, en la medida que el Estado en España no ha asumido de 
				modo efectivo esta cuestión hasta la transición política del 
				post-franquismo. Por ello, niega -como, por otra parte, lo haría 
				la mayoría de los estudiosos-, que haya habido en España un 
				“estado de Bienestar” previo a 1977. P. Carasa no comparte que 
				la Revolución liberal supusiera ningún avance en el carácter 
				público de la asistencia social, pues sólo significó la 
				transferencia de la responsabilidad de estas cuestiones desde el 
				ámbito eclesiástico u otros de carácter privado a los 
				municipios. En su argumentación, estos no merecerían ser 
				conceptuados como organismos públicos, en la medida que éstos 
				eran meros instrumentos de la acción de unas elites locales que 
				los manejaban a su antojo. Este capítulo del profesor Carasa 
				abre nuevas perspectivas que darán lugar a discusiones 
				fructíferas, lanzándose desde aquí una invitación a leer un 
				texto lleno de reflexiones sugestivas, resultado de largos años 
				de estudio. 
				
				Fruto también de un amplio período de dedicación a un problema 
				es el texto del profesor V. Pérez Moreda sobre la historia de la 
				infancia abandonada en España. Se fundamenta en una relectura 
				muy meditada de una abrumadora cantidad de impresos de época y 
				de trabajos historiográficos de las últimas décadas a partir de 
				la cual se ofrece una notable síntesis sobre un problema 
				importante. Y ello en la medida que afectó a un número muy 
				grande de personas que más que objeto de la atención social 
				fueron perjudicadas por la inexistencia de una intervención 
				adecuada hasta fases muy tardías de la contemporaneidad. 
				Las 
				otras dos contribuciones desde el ámbito español suponen ya una 
				transición desde este ámbito macrohistórico al de investigación 
				empírica, más matizado en el estudio de los profesores M.L. 
				López y Guadalupe Muñoz sobre la atención a la salud en las 
				cofradías de la Edad Moderna. Trazan estos autores de forma muy 
				inteligente un panorama de ámbito español a partir de completar 
				con una revisión de la investigación nacional existente lo que 
				han estudiado para el caso granadino. Ya aparecen aquí signos de 
				una renovación historiográfica en la medida que se incide en los 
				aspectos de una Historia cultural, se da atención a las 
				cuestiones de género, etc. El cambio de registro hacia el ámbito 
				micro (y narrativo) ya es más claro en el texto de M. Costa 
				sobre las mujeres recluidas en el Hospicio de Barcelona a fines 
				del XVIII. Es éste un renovador trabajo que incide en las redes 
				sociales formales e informales en torno a la pobreza en medio de 
				una situación de desvalimiento femenino que daba lugar a una 
				ambigua reclusión que oscilaba entre la asistencia y la 
				represión, cuando no era fruto de las represalias de maridos 
				“engañados” que se vengaban de sus mujeres mediante el 
				internamiento forzoso en esas instituciones. 
				El 
				conjunto de capítulos que versa sobre la acción social en 
				Portugal, al margen de lo ya reseñado sobre el capítulo escrito 
				por la editora, la profesora Laurinda Abreu, tienen, y pese a 
				las diferencias generacionales o el nivel distinto de 
				experiencia historiográfica que manifiesten los textos, varios 
				aspectos en común. Por ejemplo, no es casual que todos los 
				capítulos hayan sido escritos por mujeres y que estén 
				fundamentalmente centrados en la llamada tópicamente historia de 
				género. También coinciden en que el enfoque historiográfico pase 
				en esos textos por el acercamiento a realidades locales y 
				mayoritariamente por tratamientos cualitativos. Está de más el 
				señalar que la gran calidad de estas contribuciones hace meditar 
				sobre las causas de que, también en la historiografía, Portugal 
				haya sido demasiadas veces olvidada desde este lado de la 
				frontera. Y ello pese al gran conocimiento que se manifiesta 
				desde el otro país ibérico de tendencias historiografías 
				innovadoras, menos transitadas en España de lo que sería 
				deseable. La muy notable contribución de Maria Paula Marçal 
				Lourenço incide en la asistencia proporcionada por las reinas de 
				la casa de Braganza a determinadas instituciones asistenciales, 
				congregaciones religiosas, particulares vinculados a redes de 
				patronazgo, dentro de una forma de resaltar la centralidad de la 
				dinastía y el papel singular de las mujeres de la Casa Real en 
				la economía de las donaciones. El interesante capítulo de Joana 
				Leandro Pinheiro de Almeida Troni se dirige sobre el caso micro 
				de la reina viuda Catalina de Braganza tras su vuelta a 
				Portugal, resaltando que las obras piadosas se configuran como 
				el papel asignado a una reina viuda en el entramado del Estado, 
				aunque no deja de ser remarcable que su labor se dirigiera 
				claramente a paliar la feminización de la pobreza. El atractivo 
				texto de Rute Pardal sobre la actividad caritativa del cabildo 
				de Evora en el siglo XVIII muestra un notable conocimiento de la 
				historiografía europea, atendiendo también a resultados 
				cuantitativos y no sólo narrativos, para analizar la acción 
				asistencial del regimiento municipal que se produce 
				excepcionalmente ante la imposibilidad de la Iglesia de 
				cumplirlo en un marco claramente excepciona; destaca la 
				elitización de la asistencia, en un trabajo donde el tratamiento 
				estadístico de los datos se muestra riguroso y muy convincente. 
				También en un marco local -el de Oporto en el Antiguo Régimen- 
				con un gran conocimiento de la historiografía comparada y un 
				dominio del tratamiento cuantitativo de la información se 
				desarrolla el excelente capítulo de Elisabete Soares de Jesus. 
				Destaca esta autora que cerca del 5% de los presupuestos 
				municipales se dedicaban al socorro asistencial, dentro de un 
				texto que recoge datos en un contexto de muy larga duración que 
				van desde el siglo XVII al XIX; de nuevo se resalta aquí la 
				ayuda frente a la feminización de la pobreza y, sobre todo, la 
				vinculación, dentro de un interesante análisis antropológico, de 
				la relación entre asistencia a las mujeres y un intento de 
				salvaguardar su “honra” como patrimonio simbólico especialmente 
				asignado por las familias a ellas. El interesante texto de María 
				Marta Lobo de Araujo nos traslada al estudio de los 
				recogimientos femeninos en la Braga de la modernidad, 
				vinculándose de nuevo honor femenino (entendido claro está como 
				relativo a su conducta moral) en un marco propio de la época 
				post-tridentina. En ese mismo territorio historiográfico, aunque 
				en el marco espacial de Lisboa, se sitúa el bien documentado 
				capítulo de María de Fátima Reis sobre las vinculaciones entre 
				la honra y la caridad entre las mujeres de la capital portuguesa 
				dentro de un texto que opta por el enfoque narrativo. 
				En 
				suma, nos encontramos en este excelente volumen dirigido por la 
				profesora Laurinda Abreu con una muestra muy notable de nuevas 
				líneas historiográficas sobre la acción social en el periodo que 
				abarca la modernidad, sobre todo, y también se alarga hacia la 
				contemporaneidad en algunos textos, que supone una obra de 
				referencia para quien quiera conocer hacia donde se tiene que 
				dirigir el estudio de los precedentes del Estado Social en la 
				Península. |