ARNABAT MATA, Ramón,
Visca el rei i la religió! La primera guerra
civil de la Catalunya contemporània (1820-1823,
Barcelona, Pagés editors, 2006. Por Matilde Codesal Pérez
La publicación de R. Arnabat supone la continuación y
profundización en su ya dilatada trayectoria de investigación
sobre el Trienio Liberal, en esta ocasión fundamentalmente desde
la perspectiva de la oposición al nuevo régimen, en un estudio
riguroso y minucioso sobre su evolución en tierras catalanas,
especialmente en el ámbito rural.
R. Arnabat aporta un amplio estado de la cuestión, en el que
repasa y valora diferentes líneas interpretativas desde el siglo
XIX hasta la actualidad, tanto de autores catalanes como del
resto de España, sin olvidar interesantes alusiones a
historiadores de otros países, como italianos, portugueses y
franceses, especialmente a éstos últimos. Pese a la amplitud
cronológica de los estudios que abarca, destacan dos momentos
fundamentalmente, separados por un notable “vacío”
historiográfico intermedio: por una parte, la historiografía
decimonónica y de la primera mitad del siglo XX (de corte
liberal o tradicionalista) y, por otra, los avances logrados con
el proceso de modernización y revisión historiográfica
observable desde los importantes trabajos de J. Fontana y J.
Torras, que estimularon la investigación en este campo,
especialmente en Cataluña. Las tendencias interpretativas más
recientes han girado fundamentalmente en torno a la
interpretación del fenómeno del realismo, a la explicación de
las razones de la participación o el apoyo de diversos grupos
sociales en filas realistas, a la delimitación del carácter
minoritario/mayoritario de la adscripción popular al mismo y a
cuestiones metodológicas que facilitasen su análisis,
especialmente como un movimiento social.
En concreto, se refiere, entre otras, a las aportaciones
metodológicas de M. Ardit, J. Aróstegui y E. Sebastiá, sobre
aspectos fundamentalmente metodológicos y teóricos, con el
referente de la relación dialéctica entre realismo-carlismo y
liberalismo; a la línea historiográfica que se centra en la
complejidad de razones que expliquen la incorporación al
realismo de determinados sectores sociales, con representantes
como N. Sauch en estudios sobre las tierras del Ebro, R. del Río
Aldaz sobre Navarra, V. Fernández Benítez sobre Cantabria, los
historiadores que se han ocupado del primer carlismo (P.
Anguera, M. Llanodosa, P. Rújula) o los que inciden más en la
frustración de expectativas de los sectores más pobres del
campesinado, en afinidad con los análisis de la Vendée y el
Miguelismo; asimismo comenta la fructífera línea de
investigación que plantea el realismo y primer carlismo en
relación con las nuevas interpretaciones de la revolución
liberal que matiza como minoritaria la incorporación de sectores
populares a las filas realistas, con autores como P. Ruiz
Torres, X.R. Barreiro, R. Robledo, I. Castells, M.C. Romeo, en
la que también participa el ya citado R. del Río Aldaz, Se
refiere en particular a la propuesta de J. Millán que, si bien
coincide en el carácter subalterno de la participación popular,
considera el realismo como una opción reaccionaria del
capitalismo.
Entre los numerosos historiadores que se han centrado en el
análisis de la revolución y de la contrarrevolución (como Tilly,
Bois, R. Dupuy, C. Lucas, Sutherland), ofreciendo diversidad de
explicaciones, destaca que presentan más aspectos
complementarios que excluyentes, al incidir, por ejemplo, en el
análisis del comportamiento político de los payeses en relación
con las diferentes estructuras agrarias en que se encuadraban y
con el poder local.
En el planteamiento y desarrollo de su investigación R. Arnabat
se aparta de explicaciones simplistas, propias de la
historiografía liberal o tradicionalista, y ofrece una propuesta
integradora, donde se desglosan e interrelacionan diferentes
cuestiones relevantes, de plena actualidad por su inserción en
las últimas tendencias historiográficas, comentadas en el
mencionado estado de la cuestión. Este propósito se ve
facilitado por la cuidada comparación que establece entre el
movimiento catalán y los que se produjeron en otros territorios,
sobre todo en Francia, probablemente porque es donde más se ha
estudiado el realismo desde la doble perspectiva que apoya
Arnabat (contrarrevolución/ antirrevolución) y por el destacado
papel que tuvo la frontera en la organización de tramas
conspiradoras contra el sistema liberal español.
El marco teórico general de referencia lo constituye la dinámica
relación dialéctica entre realismo-carlismo y liberalismo. De
ahí que, pese a centrarse fundamentalmente en el bando realista,
incorpora interesantes referencias sobre las actuaciones y
opiniones de autoridades liberales en Cataluña desde un punto de
vista político, socioeconómico y militar, en un fallido intento
de controlar la situación, incidiendo tanto en la inadecuación
de la estrategia de los grupos armados defensores del régimen
como en el importante condicionante que supusieron sus propias
divisiones internas.
Tanto su punto de partida como una de sus principales
conclusiones la constituye el concepto de realismo, que define
como heterogéneo, puesto que ha dado cobertura a diferentes
oposiciones manifestadas contra el sistema liberal y el
capitalismo en nuestro país. Evitando una excesiva dispersión en
su análisis, precisamente por la multiplicidad y diversidad de
reacciones que se pueden clasificar bajo ese término, R. Arnabat
distingue dos dimensiones fundamentales y complementarias, ya
observables en Cataluña a lo largo de 1821: la respuesta
contrarrevolucionaria, impulsada por viejas clases dominantes,
que implicaba un proyecto político alternativo; y la respuesta
antirrevolucionaria de algunos sectores populares, como forma de
resistencia y de protesta ante una situación de cambio que les
estaba afectando negativamente. La primera tuvo sus principales
consecuencias en el control de algunos ayuntamientos (que
sufrieron multas impuestas por las autoridades liberales) y en
sus labores de propaganda para atraer a nuevos partidarios,
mientras que la segunda derivó en un reclutamiento masivo de
personal de extracción popular desde la primavera de 1822 que
reforzó a los numerosos levantamientos realistas y agudizó la
espiral de guerra civil.
Considera necesario integrar el análisis del realismo en el
marco político, económico, social y cultural en el que se
desarrolla. En este sentido, aporta un conjunto de procesos
estructurales y coyunturales, que afectaron a la sociedad
catalana del primer tercio del siglo XIX. Así, el realismo se
habría producido mientras no se habían consolidado prolongados
fenómenos de cambio que condujeron a la implantación del
capitalismo y de la revolución liberal. A ello se agregó una
coyuntura de crisis económica, fundamentalmente agraria, que
empobreció a comarcas intermedias catalanas.
Enlazando con lo anterior, ofrece un conjunto de razones
(colectivas e individuales), enmarcadas en un contexto de guerra
civil, para explicar no sólo la participación popular en el
realismo sino en particular por qué la incorporación más
numerosa no se produjo hasta dos años después de la proclamación
de la Constitución. En este fenómeno habrían influido efectos de
la práctica política liberal (más que aspectos doctrinales), que
habrían lesionado intereses morales y materiales de sectores
populares, circunstancia aprovechada por la propaganda realista,
así como el empeoramiento de sus condiciones de vida, derivado
de la crisis. Sobre este panorama habrían actuado las
motivaciones ideológicas y sociales, ofreciendo nuevas
expectativas. Concede un papel destacado a las dinámicas
locales, las redes de clientelismo y patronazgo, el papel de los
ayuntamientos en la protección de los intereses de diferentes
grupos y en la configuración de diferentes bandos. En este
sentido, considera necesario estudiar más profundamente las
comunidades rurales, los mecanismos de solidaridad o de
rivalidad, el papel de los diversos grupos sociales, de las
parroquias como elementos de cohesión social. Para concluir esta
amalgama de concausas menciona las posibles razones
individuales, aun reconociendo evidentemente la dificultad de su
análisis, en una dinámica envolvente de guerra civil. Desde su
punto de vista, resultó decisiva la actuación del clero y de
determinados grupos del campesinado y de sectores acomodados
contrarrevolucionarios para que este conjunto de descontentos se
tradujeran en un enfrentamiento armado.
Estas serían algunas de las aportaciones más significativas de
una interesante y exhaustiva investigación, basada en un amplio
análisis documental e historiográfico.
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