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HISPANIA NOVA

Revista de Historia Contemporánea

Fundada por Ángel Martínez de Velasco Farinós

ISSN: 1138-7319    DEPÓSITO LEGAL: M-9472-1998

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RECENSIONES
(2008)

          Esta sección, coordinada por Mariano ESTEBAN, está dedicada a reseñar brevemente en cada uno de sus números anuales algunas de las novedades bibliográficas más relevantes aparecidas durante el año en curso y el anterior. Aunque la selección de las obras corre a cargo del Consejo de Redacción de la revista, la sección se encuentra abierta a las sugerencias y aportaciones de los lectores.

 

ARNABAT MATA, Ramón, Visca el rei i la religió! La primera guerra civil de la Catalunya contemporània (1820-1823, Barcelona, Pagés editors, 2006. Por Matilde Codesal Pérez

La publicación de R. Arnabat supone la continuación y profundización en su ya dilatada trayectoria de investigación sobre el Trienio Liberal, en esta ocasión fundamentalmente desde la perspectiva de la oposición al nuevo régimen, en un estudio riguroso y minucioso sobre su evolución en tierras catalanas, especialmente en el ámbito rural.

R. Arnabat aporta un amplio estado de la cuestión, en el que repasa y valora diferentes líneas interpretativas desde el siglo XIX hasta la actualidad, tanto de autores catalanes como del resto de España, sin olvidar interesantes alusiones a historiadores de otros países, como italianos, portugueses y franceses, especialmente a éstos últimos. Pese a la amplitud cronológica de los estudios que abarca, destacan dos momentos fundamentalmente, separados por un notable “vacío” historiográfico intermedio: por una parte, la historiografía decimonónica y de la primera mitad del siglo XX (de corte liberal o tradicionalista) y, por otra, los avances logrados con el proceso de modernización y revisión historiográfica observable desde los importantes trabajos de J. Fontana y J. Torras, que estimularon la investigación en este campo, especialmente en Cataluña. Las tendencias interpretativas más recientes han girado fundamentalmente en torno a la interpretación del fenómeno del realismo, a la explicación de las razones de la participación o el apoyo de diversos grupos sociales en filas realistas, a la delimitación del carácter minoritario/mayoritario de la adscripción popular al mismo y a cuestiones metodológicas que facilitasen su análisis, especialmente como un movimiento social.

En concreto, se refiere, entre otras, a las aportaciones metodológicas de M. Ardit, J. Aróstegui y E. Sebastiá, sobre aspectos fundamentalmente metodológicos y teóricos, con el referente de la relación dialéctica entre realismo-carlismo y liberalismo; a la línea historiográfica que se centra en la complejidad de razones que expliquen la incorporación al realismo de determinados sectores sociales, con representantes como N. Sauch en estudios sobre las tierras del Ebro, R. del Río Aldaz sobre Navarra, V. Fernández Benítez sobre Cantabria, los historiadores que se han ocupado del primer carlismo (P. Anguera, M. Llanodosa, P. Rújula) o los que inciden más en la frustración de expectativas de los sectores más pobres del campesinado, en afinidad con los análisis de la Vendée y el Miguelismo; asimismo comenta la fructífera línea de investigación que plantea el realismo y primer carlismo en relación con las nuevas interpretaciones de la revolución liberal que matiza como minoritaria la incorporación de sectores populares a las filas realistas, con autores como P. Ruiz Torres, X.R. Barreiro, R. Robledo, I. Castells, M.C. Romeo, en la que también participa el ya citado R. del Río Aldaz, Se refiere en particular a la propuesta de J. Millán que, si bien coincide en el carácter subalterno de la participación popular, considera el realismo como una opción reaccionaria del capitalismo.

Entre los numerosos historiadores que se han centrado en el análisis de la revolución y de la contrarrevolución (como Tilly, Bois, R. Dupuy, C. Lucas, Sutherland), ofreciendo diversidad de explicaciones, destaca que presentan más aspectos complementarios que excluyentes, al incidir, por ejemplo, en el análisis del comportamiento político de los payeses en relación con las diferentes estructuras agrarias en que se encuadraban y con el poder local.

En el planteamiento y desarrollo de su investigación R. Arnabat se aparta de explicaciones simplistas, propias de la historiografía liberal o tradicionalista, y ofrece una propuesta integradora, donde se desglosan e interrelacionan diferentes cuestiones relevantes, de plena actualidad por su inserción en las últimas tendencias historiográficas, comentadas en el mencionado estado de la cuestión. Este propósito se ve facilitado por la cuidada comparación que establece entre el movimiento catalán y los que se produjeron en otros territorios, sobre todo en Francia, probablemente porque es donde más se ha estudiado el realismo desde la doble perspectiva que apoya Arnabat (contrarrevolución/ antirrevolución) y por el destacado papel que tuvo la frontera en la organización de tramas conspiradoras contra el sistema liberal español.

El marco teórico general de referencia lo constituye la dinámica relación dialéctica entre realismo-carlismo y liberalismo. De ahí que, pese a centrarse fundamentalmente en el bando realista, incorpora interesantes referencias sobre las actuaciones y opiniones de autoridades liberales en Cataluña desde un punto de vista político, socioeconómico y militar, en un fallido intento de controlar la situación, incidiendo tanto en la inadecuación de la estrategia de los grupos armados defensores del régimen como en el importante condicionante que supusieron sus propias divisiones internas.

Tanto su punto de partida como una de sus principales conclusiones la constituye el concepto de realismo, que define como heterogéneo, puesto que ha dado cobertura a diferentes oposiciones manifestadas contra el sistema liberal y el capitalismo en nuestro país. Evitando una excesiva dispersión en su análisis, precisamente por la multiplicidad y diversidad de reacciones que se pueden clasificar bajo ese término, R. Arnabat distingue dos dimensiones fundamentales y complementarias, ya observables en Cataluña a lo largo de 1821: la respuesta contrarrevolucionaria, impulsada por viejas clases dominantes, que implicaba un proyecto político alternativo; y la respuesta antirrevolucionaria de algunos sectores populares, como forma de resistencia y de protesta ante una situación de cambio que les estaba afectando negativamente. La primera tuvo sus principales consecuencias en el control de algunos ayuntamientos (que sufrieron multas impuestas por las autoridades liberales) y en sus labores de propaganda para atraer a nuevos partidarios, mientras que la segunda derivó en un reclutamiento masivo de personal de extracción popular desde la primavera de 1822 que reforzó a los numerosos levantamientos realistas y agudizó la espiral de guerra civil.

Considera necesario integrar el análisis del realismo en el marco político, económico, social y cultural en el que se desarrolla. En este sentido, aporta un conjunto de procesos estructurales y coyunturales, que afectaron a la sociedad catalana del primer tercio del siglo XIX. Así, el realismo se habría producido mientras no se habían consolidado prolongados fenómenos de cambio que condujeron a la implantación del capitalismo y de la revolución liberal. A ello se agregó una coyuntura de crisis económica, fundamentalmente agraria, que empobreció a comarcas intermedias catalanas.

Enlazando con lo anterior, ofrece un conjunto de razones (colectivas e individuales), enmarcadas en un contexto de guerra civil, para explicar no sólo la participación popular en el realismo sino en particular por qué la incorporación más numerosa no se produjo hasta dos años después de la proclamación de la Constitución. En este fenómeno habrían influido efectos de la práctica política liberal (más que aspectos doctrinales), que habrían lesionado intereses morales y materiales de sectores populares, circunstancia aprovechada por la propaganda realista, así como el empeoramiento de sus condiciones de vida, derivado de la crisis. Sobre este panorama habrían actuado las motivaciones ideológicas y sociales, ofreciendo nuevas expectativas. Concede un papel destacado a las dinámicas locales, las redes de clientelismo y patronazgo, el papel de los ayuntamientos en la protección de los intereses de diferentes grupos y en la configuración de diferentes bandos. En este sentido, considera necesario estudiar más profundamente las comunidades rurales, los mecanismos de solidaridad o de rivalidad, el papel de los diversos grupos sociales, de las parroquias como elementos de cohesión social. Para concluir esta amalgama de concausas menciona las posibles razones individuales, aun reconociendo evidentemente la dificultad de su análisis, en una dinámica envolvente de guerra civil. Desde su punto de vista, resultó decisiva la actuación del clero y de determinados grupos del campesinado y de sectores acomodados contrarrevolucionarios para que este conjunto de descontentos se tradujeran en un enfrentamiento armado.

Estas serían algunas de las aportaciones más significativas de una interesante y exhaustiva investigación, basada en un amplio análisis documental e historiográfico.
 

 

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