HISPANIA NOVA                 NÚMERO 2 (2001-2002)

JAVIER MAESTROJUÁN CATALÁN, Universidad de Navarra, Pamplona.
Bibliografía de la Guerra de la Independencia española.

Resumen: El propósito de este artículo es recoger, de la forma más completa posible, la producción bibliográfica sobre la Historia de España de 1808 a 1814, con el fin de que pueda servir como herramienta de estudio a futuros investigadores.


Palabras clave: Historia de España, Guerra de la Independencia, Cortes de Cádiz.

Abstract: The purpose of this work is to collect, as far as it is posible, the most complete bibliographic production over the History of Spain during the period from 1808 to 1814, in order that it can be used as a tool for the development of future investigations.
Key words: History of Spain, Peninsular War, Cortes de Cádiz.

Introducción[1]
     Pretendo responder con este artículo a una invitación que fue lanzada con ocasión del último congreso internacional sobre la Guerra de la Independencia, celebrado en Zaragoza en diciembre de 1997: la necesidad de continuar de algún modo el contenido del caótico aunque útil Diccionario Bibliográfico de la Guerra de la Independencia española (1808-1814) editado por el Servicio Histórico Milñitar, es decir, recoger de la forma más completa posible la producción bibliográfica sobre el período para que pudiera servir como herramienta de estudio a futuros investigadores.
     El interés que ha despertado la Guerra de la Independencia en esta última mitad del siglo no desmerece del de las décadas anteriores y sólo es comparable al impacto de dicho acontecimiento en la propia historia de la Nación. Bien podemos afirmar que, con sus excesos y sus carencias, constituye una de las grandes tendencias historiográficas contemporáneas.
     Los criterios escogidos para emprender la búsqueda fueron los más amplios posibles en cuanto a la selección del objeto, tratando de contemplar todos los aspectos de interés en el período: la historia política, militar, social, cultural y de las ideas, tanto en su desarrollo local como nacional. Cabe señalar sin embargo una carencia importante, pues de esta primera selección están ausentes las obras referentes al impacto del conflicto en América Latina. Según lo entiendo, este es un asunto cuyas implicaciones se extienden de forma mucho más compleja en el tiempo y el espacio y merece una mirada más detenida que la que yo hubiera podido lanzar en este trabajo; por lo tanto, he escogido el escenario de la "Guerra peninsular" -siguiendo la terminología anglosajona- para acotar los márgenes de mi búsqueda.
     La elección del marco temporal -los últimos cincuenta años- tampoco es fortuita. En primer lugar, cabe recordar que la fecha de publicación del Diccionario Bibliográfico de la Guerra de la Independencia españo es de 1944-52. La producción bibliográfica anterior quedaba por lo tanto ya consignada en esta obra que, si bien de difícil manejo por sus peculiares criterios de catalogación, supone el mayor esfuerzo realizado hasta la fecha en este sentido. La publicación del Diccionario se solapa, a partir de 1953, con los primeros años de vida del Índice Histórico Español, iniciativa de Jaime Vicens Vives, herramienta bibliográfica indispensable a pesar de alguna laguna y que ha constituido una de las fuentes del trabajo que ahora presento. También por las mismas fechas (1952) Benito Sánchez Alonso publica sus Fuentes de la historia española e hispanoamericana, con un buen número de páginas dedicadas al período, al igual que la obra de M. Dolores Gómez Molleda que de alguna forma continúa la anterior: Bibliografía histórica española (1950-1954).
     Pero no son únicamente éstos los motivos que hacen interesante la elección de la posguerra europea como punto de partida del trabajo. A partir de la década de los cincuenta se hace patente la renovación de la historiografía española en su conjunto por el influjo de corrientes foráneas, una circunstancia que no dejará de tener sus consecuencias en el estudio del período 1808-1814. En primer lugar, es en estos años cuando comienza a agotarse la larga secuencia de títulos de tono épico y hagiográfico que había caracterizado gran parte de la producción anterior-entre 1814 y 1950-, a menudo con evidentes derivas ideológicas -especialmente entre 1940-1950- a través del "paralelismo entre dos situaciones históricas concordantes", por recoger el paradigmático título de Manuel Chamorro Martínez, que daba así por concluida, entre dos tragedias nacionales, nuestra historia contemporánea.
     En segundo lugar, en estas fechas comienza también a renovarse el panorama de la vieja historia liberal, cuyos trazos definitorios habían sido fijados en los centones decimonónicos, y la investigación se enriquece de nuevas miradas hacia la historia política. La publicación de La crisis política del Antiguo Régimen en España (1800-1840) de Federico Suárez Verdeguer (1950) y de Los orígenes de la España contemporánea, (1959) de Miguel Artola Gallego, da lugar a un fecundo debate sobre la interpretación de la crisis del Antiguo Régimen en la península, hábilmente definido por Jover Zamora como 'La España posible del ochocentismo antiliberal: Federico Suárez' por oposición a 'Los nuevos historiadores políticos y la aceptación de la herencia liberal: Artola"[2]. Aun desde tradiciones historiográficas (e ideológicas) diferentes, no cabe duda de que ambos autores y quienes les siguieron, aportaron a la inteligencia del período un rigor científico que, salvo raras excepciones, se echaba en falta en la producción bibliográfica anterior.
     Renovación también en los centros de interés: a la omnipresente historia militar vienen a añadirse en estos años nuevos escenarios, como resultado de la simpatía por posturas heterodoxas o hasta entonces marginadas por la historiografía franquista: Hans Juretschke, que en 1940 ya se había ocupado de las relaciones franco-españolas, publica en 1951 su Vida, obra y pensamiento de Alberto Lista y, en 1953, Miguel Artola su estudio sobre los afrancesados. De estas fechas datan también los primeros trabajos de Joan Mercader Riba sobre la administración napoleónica que culminarían en los dos grandes volúmenes sobre el gobierno josefino dos décadas más tarde (su Barcelona durante la ocupación francesa es de 1949[3]). Asimismo, al final de la década, se revitaliza la importancia de la obra de Cádiz y de sus impulsores en la historia contemporánea del país, fruto de un interés estrechamente unido a la sensibilidad política del momento. En 1959, Alberto Gil Novales publica Las pequeñas Atlántidas. Decadencia y regeneración intelectual de España en los siglos XVIII y XIX, donde rescata las figuras de personajes como Francisco Cabarrús, José Mor de Fuentes, Isidoro de Antillón o Álvaro Flórez de Estrada. En Tradición y modernismo (1962) Enrique Tierno Galván dedica un capítulo a los conservadores de Cádiz, publicando dos años más tarde una antología de las Cortes[4], y José Luis López Aranguren en su Moral y sociedad. La moral social española en el siglo XIX (1965) trata del "romanticismo político en las Cortes de Cádiz".

Bibliografías
     En cualquier caso, el esfuerzo que ahora emprendo no es nuevo y, para evitar el riesgo de inventar la pólvora, es necesario hacer mención de aquellos que en años anteriores han emprendido una tarea similar de recogida bibliográfica. Con anterioridad a los años cincuenta, amén del ya citado Diccionario del Servicio Histórico Militar, cabe destacar el texto de Gómez Imaz, Bibliografía de la Guerra de la Independencia que constituye su discurso de entrada en la Real Academia Sevillana de Bellas Artes en 1888 (además de su conocido trabajo sobre los periódicos en la Guerra de la Independencia de 1910) y la obrita del Teniente Coronel José Ibáñez Marín, con el mismo título (1908), muy centrada en aspectos militares. De forma más específica, podemos citar el estudio bibliográfico de Carlos Ribá y García sobre los Sitios de Zaragoza[5] y el de Francisco Almerche y Vázquez sobre los folletos y papeles sobre el período publicados en Valencia.
     Pasado el ecuador del siglo, tanto Benito Sánchez Alonso en el volumen III de su obra citada y, de forma más breve, María Dolores Gómez Molleda, ofrecen numerosas fichas referentes al período, una visión que puede completarse con el artículo de Joan Mercader Riba publicado en el Índice Histórico Español de 1963, que recoge con breves comentarios y por medio de una organización temática, los trabajos publicados entre 1952 y 1964, con unas interesantes indicaciones metodológicas al final del mismo. También resultan muy provechosas las colaboraciones de Jesús Longares Alonso y Antonio Morales Moya en el congreso sobre El Dos de Mayo y sus precedentes[6] (1992), pues, además de su cercanía en el tiempo, en ambos estudios el análisis historiográfico sobrepasa ampliamente los límites del título para ofrecer una acertada y sintética visión de la producción bibliográfica referente al conflicto en su totalidad. Entre ambos se sitúa el libro Les révolutions dans le monde ibérique (1766-1834). Soulèvement national et révolution libérale: état des questions. I. La Péninsule (1989) donde Jean-René Aymes, Alberto Gil Novales y Luis A. de Oliveira Ramos ofrecen un excelente estado de la cuestión[7] sobre el período de crisis del Antiguo Régimen en la Península[8]. El trabajo del profesor Aymes y las primeras páginas del de Gil Novales resultan especialmente útiles al investigador por el esfuerzo de ambos autores en realizar una lectura selectiva y crítica de la bibliografía, avanzando al mismo tiempo posibles perspectivas de investigación.
     También resulta provechosa la consulta de aparatos bibliográficos que abarcan una franja cronológica más amplia. Indudablemente, la guía bibliográfica más completa sigue siendo el Manual del librero hispano-americano de A. Palau (1948-1977)[9], que podría completarse con los siete volúmenes de la Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII de Francisco Aguilar Piñal (1981-1993)[10], la Bibliografía zaragozana del siglo XIX de Inocencio Ruiz Lasala (1977)[11] y el tomo II de la Bibliografía de Cataluña (1766-1820) de María del Carmen Simón Palmer (1982)[12]. En cuanto a las obras impresas en el extranjero, cabe destacar los trabajos de José Alberich[13], Robert Marrast[14], Aline Vauchelle-Haquet[15], James Cortada[16] y, finalmente, Margaret Rees[17].
     Resulta imprescindible para la comprensión de obras y autores su inserción en corrientes historiográficas más amplias. La producción sobre historia de la historiografía española contemporánea ha crecido progresivamente estos últimos años aunque, de forma general, cabe recordar las comunicaciones presentadas al X Coloquio del Centro de Investigaciones Hispánicas de la Universidad de Pau (1980)[18]. Son útiles las dos obras que Manuel Moreno Alonso dedica a la historiografía del siglo XIX[19], donde hace un recorrido cronológico por las corrientes conservadora y liberal de interpretación del acontecimiento en nuestro país, analizando las figuras de sus principales historiadores. También el libro Historiografía y nacionalismo español (1834-1868), Vol. 2. (1985)[20] dedica sus últimos capítulos al análisis historiográfico de la revolución liberal en España y a sus distintas interpretaciones según sea considerada una revolución nacional o extranjerizante. Estudia específicamente el tratamiento de la Guerra de la Independencia por la historiografía decimonónica, en especial la liberal, y la construcción del discurso histórico-político en torno a las ideas fuerza de Dios, Religión y Monarquía. Por último, en lo que respecta a la producción historiográfica más reciente, cabe destacar el análisis de José María Jover Zamora en "El siglo XIX en la historiografía española contemporánea (1939-1972)" (1974)[21]. Son asímismo provechosas las síntesis de Antonio Morales Moya en la Enciclopedia de Historia de España dirigida por Miguel Artola y la obra conjunta coordinada por José María Blázquez y José Andrés Gallego[21 bis]

Las grandes síntesis del período
     No sólo por prurito de claridad se hace necesario empezar este recorrido desde las obras que abarcan un período cronológico más amplio. Es habitual que la mayor parte de las obras de conjunto concedan a este momento una importancia clave en la gestación de la España Contemporánea y se esfuercen por comprender los elementos de ruptura con el pasado más inmediato o de rastrear lo que en él hubo que anunciara las reformas del XIX. Tuñón de Lara resume de este modo el valor genético de los acontecimientos de 1808-1814: "El gran sobresalto nacional de la guerra de la Independencia había sido el comienzo de una revolución. Más aún: la verdadera apertura del siglo XIX español y con él, de su historia contemporánea"[22]. Sin entrar por el momento a discutir sobre la operatividad de ciertos conceptos historiográficos, no cabe duda de que el significado de los acontecimientos que vive la nación en estos seis años es difícilmente comprensible si no se le engarza en un momento más amplio, de crisis del Antiguo Régimen y Revolución (voluntariamente dejamos el adjetivo en suspenso: liberal, burguesa, ambas al tiempo o acaso ninguna).
     La bibliografía sobre la revolución burguesa es abundante y muy interesante el debate que este argumento ha suscitado en la historiografía española en estos últimos años[23]. Según la interpretación tradicional, en los años 1739-1834 se vive en España un período de transición del Antiguo Régimen al Régimen liberal, definido también por algunos autores (y en una determinada época) como Revolución Burguesa. Según Álvarez Junco, los rasgos definitorios de la misma serían: en lo económico, el desarrollo de las fuerzas productivas impulsado por una clase social, la burguesía, que encuentra trabas insuperables para su expansión en las estructuras sociales y jurídicas del Antiguo Régimen; en lo político, una toma violenta y súbita del poder, la destrucción de la monarquía absoluta y la construcción de sistemas liberales y constitucionales, y en lo social, la sustitución de las antiguas relaciones propias de la sociedad orgánica por otras más adecuadas a los intereses de la nueva clase: desaparición de los estamentos, liberación del campesinado, etc.[24] A través de este proceso -largo o corto, violento o pacífico, son otros ángulos del debate- se produciría el paso de un modo de producción feudal a un modo capitalista.
     El debate sobre la revolución burguesa en España se extiende prácticamente durante las últimas cinco décadas del siglo. Cronológicamente, podríamos situar a Suárez al comienzo del mismo, ya en los años 40, con la expresión de un pensamiento antiliberal (reaccionario, contrarrevolucionario, ultraconservador son otros de los adjetivos aplicados a su trabajo). Según este autor -y lo que dio en llamarse su "escuela de Navarra"-, el pueblo no habría manifestado en el alzamiento una voluntad diferente a la de los defensores del Antiguo Régimen: la defensa de la monarquía y la lucha contra el extranjero y la revolución liberal habría sido un impulso minoritario de clara influencia francesa. Lo que expone Suárez no es sino la prolongación de la historiografía antiliberal del siglo XIX, a la que añade una calidad erudita e investigadora hasta entonces rara en dicha corriente. Por otra parte, esta tradición había sido hasta entonces académicamente minoritaria, pero la coyuntura política de los años 40-50 permite a Suárez un cierto éxito, cuyo punto culminante sería la obtención del premio Luis Vives en 1951 por Los Sucesos de la Granja. Nunca fue, de todas formas, un pensamiento oficial ni mayoritario en la Universidad española (basta observar el lugar que ocupa el trabajo de Suárez junto a los demás que se presentaron al II Congreso Internacional sobre la Guerra de la Independencia, celebrado en Zaragoza en 1959).
     En 1953 (el mismo año de edición de Los sucesos...), se publica el libro de M. Artola Los afrancesados, con prólogo de Gregorio Marañón que, de alguna forma, viene a recuperar la tradición historiográfica liberal, algo que quedará definitivamente patente en sus trabajos posteriores. Miguel Artola ocupa un lugar principal por el calado de su reflexión y el alcance de su influencia. Artola se caracteriza en los numerosos textos que dedica al período[25] por su esfuerzo por insertar los sucesos en un ciclo más amplio de revolución atlántica y burguesa, dentro del cual 1808 es considerado de gran importancia ya que, de no ser por el vacío legal y la "guerra revolucionaria popular", difícilmente hubiera podido abrirse el camino para la plasmación de una serie de reformas que, substancialmente beneficiaban a los "intereses de clase de la burguesía"[26]. Entre Artola y Suárez se entabla a partir de entonces una continua dialéctica de notas a pie de página en defensa de sus respectivas posturas, aunque parece claro que el ambiente académico acoge de forma mucho más positiva las tesis del primero. El triunfo definitivo de Artola en los ambientes académicos queda patente cuando se le encarga a él y no a Suárez el volumen correspondiente a Fernando VII de la Historia de España Menéndez Pidal.
     Fue también por aquellas fechas cuando el problema de la "revolución liberal" entre Artola y Suárez se trasmuta en el problema de la "revolución burguesa". El protagonismo aquí lo marca sin duda Josep Fontana, con una inspiración marxista que viene a renovar la historiografía española. Si bien no niega el carácter popular del alzamiento, pone en tela de juicio el talante reformista de los gaditanos y el papel de la burguesía, que habrían alumbrado una Constitución ambigua y moderada y, desde luego, el alcance revolucionario de su tarea sería imposible de comparar al de la Revolución Francesa, pues, en el caso español "las propias clases dirigentes tomaron parte en este proceso e impidieron su radicalización"[27]. Miguel Artola quedará "viejo" aunque no despreciado, como demuestra la influencia de su trabajo Antiguo Régimen y revolución liberal en 1978[28]. Muy poco después, a comienzos de los 70 y, de la mano de un discípulo de Artola -afectivamente ligado al maestro aunque ideológicamente lejano- Pablo Fernández Albaladejo, el debate sobre la revolución burguesa se inscribe en otro más amplio, el de la "transición de sistemas", del feudal al capitalista, en sustitución del "antiguo" al "nuevo" como en la terminología añeja de la polémica Suárez-Artola.
     Es un debate teórico importante y complejo y parece indudable que el modelo de crisis feudal-revolución burguesa ha sido durante los últimos treinta años el más exitoso en la larga lista de estudios regionales y locales que abordan el tránsito entre los siglos XVIII y XIX prácticamente en todas las regiones del país[29]. En palabras de Pérez Garzón, feudalismo, revolución burguesa y capitalismo constituyen "la triada conceptual que, tal como la ha acuñado el marxismo, ha originado la más fructífera polémica habida en la ciencia histórica durante las últimas décadas. Tres categorías que, al menos para el continente europeo, parecen engarzadas de modo sucesivo y de las cuales, la de revolución burguesa significa el cambio cualitativo de superación del modo de producción feudal y de inicio del predominio de unas relaciones capitalistas"[30].
     Finalmente, en los años 80, comenzarán las dudas acerca de la existencia de la revolución burguesa y de la transición de sistemas. Las críticas apuntan principalmente a tres aspectos: se pone en duda la existencia de unas relaciones "feudales" de producción previas a dicha revolución -Artola, Domínguez Ortiz-, el supuesto estancamiento económico que justifica la ruptura del pacto nobleza-burguesía -Herr, Ringrose- y la existencia misma de una "burguesía" que hubiera impulsado el proceso en beneficio de sus intereses, siendo en todo caso un grupo reducido de personas las que pudieran encajar en dichos parámetros y, en ningún modo, con una conciencia de clase definida. Se puede hablar, en cualquier caso, de la novedad política de Cádiz, de la inversión simétrica con respecto a la tradición: rey contra nación, individuo contra súbdito, división de poderes frente a concentración -Artola, Álvarez Junco, González Alonso. Una revolución larga, que no excluye el cambio y la transformación paulatina y de la que los actores fueron plenamente conscientes. Lo político en esta época es sustancial y marca los cambios sociales y económicos y, por lo tanto, cabría, como apunta González Alonso, sustituir el término de revolución burguesa por el de revolución liberal[31].
     Este escepticismo respecto a las grandes construcciones teóricas va a dar paso a un interés renovado por el comportamiento "colectivo" y popular, por sus formas de manifestación política y cultural. En esta línea habría que situar a autores como Jean René Aymes, Hamnett o Guerra, entre otros "hispanistas" que lanzan su mirada hacia el país. Los trabajos más recientes de François-Xavier Guerra[32] se encuentran en la intersección de estas dos tradiciones, rescatando de cada una los elementos que considera apropiados a la inteligencia del período. Sin negar el carácter revolucionario de los hechos, Guerra critica la visión del proceso como un simple tránsito de un modo de producción feudal a una sociedad burguesa y considera que reducir estas revoluciones a una serie de cambios institucionales y sociales deja de lado el rasgo más evidente de la época: la conciencia que tienen los actores de abordar una nueva era fundada en un hombre nuevo -el individuo-, una nueva sociedad -la contractual- y una nueva política -la del pueblo soberano-, una serie de cambios que se producen a partir de lo que el autor denomina ecuaciones de transferencia, en que la coyuntura permite que se forjen comportamientos nuevos a partir de referentes antiguos.
     Este esfuerzo por marcar la continuidad de tradiciones políticas entre el XVIII y el XIX, la necesidad de tener en cuenta el peso de los imaginarios tradicionales en el pueblo y de valorar los avances revolucionarios de la obra liberal, está también presente en la obra de Brian R. Hamnett, La política española en una época revolucionaria, 1790-1820: "En el liberalismo de 1810 y 1820 he subrayado la continuidad y la extensión de las políticas del absolutismo ilustrado (...) Los levantamientos españoles de 1808 defendían al rey y a la dinastía de los Borbones: todos sus términos de referencia estaban impregnados de la imaginería popular católica (...) Sería erróneo, no obstante, sugerir que el primer período constitucional representó pura y simplemente una revolución burguesa"[33].
     Volviendo a la bibliografía, esta relación de existencias -escasez de síntesis generales y superabundancia de estudios parciales- caracteriza también a las obras específicamente dedicadas a la Guerra de la Independencia. Existe sin embargo un importante matiz: si, en el caso de los estudios anteriores, la producción proviene fundamentalmente del mundo académico, cuando se trata de la Guerra el campo se abre a todo tipo de sensibilidades. Desde la ciencia histórica, pero también desde la reflexión política y, cómo no, desde la literatura, las obras que se aproximan al período tienen -como dice Jean-René Aymes- "todas las dimensiones, todas las densidades, todos los tonos posibles, con toda la gama de dosificaciones imaginables según se hayan privilegiado los aspectos político-institucionales, político ideológicos, culturales, económicos, militares o anecdóticos"[34].
     Ahora bien, el saldo se reduce considerablemente si nos atenemos a las síntesis de calidad, útiles tanto al historiador como al público culto. En ese caso, y aún a riesgo de olvidar nombres importantes, la lista la compondrían las ya citadas obras de Artola, los trabajos del mismo Aymes[35], de Ramón Solís[36] de Gérard Dufour[37] y de Gabriel H. Lovett[38]. En todos ellos la voluntad divulgativa no impide el rigor histórico: son libros bien armados, llenos de ideas propias, completos y con una bibliografía provechosa. Aunque más especializado, creo que el trabajo de Manuel Izquierdo Hernández, Antecedentes y comienzos del reinado de Fernando VII[39], también merece ser destacado en este apartado pues, a pesar de centrarse en los avatares de la vida del monarca en el exilio, nunca pierde de vista el conjunto de los acontecimientos y los capítulos sobre el regreso de Fernando son de gran utilidad a la hora de comprender los sucesos de 1813-1814. David Gates[40], por su parte, ofrece una buena síntesis de historia militar a la manera de la que Oman había realizado cincuenta años antes, aunque deja de lado voluntariamente otros aspectos. También de historia militar tratan los cinco volúmenes publicados por el Servicio Histórico Militar y coordinados por Juan Priego López[41].
     Por último, cabría en este apartado hacer mención a las obras de conjunto resultado de distintas reuniones científicas: los 3 volúmenes publicados con ocasión del IIº Congreso Histórico Internacional de la Guerra de la Independencia y su Época celebrado en 1959 en Zaragoza[42], las actas del congreso sobre La Guerra de la Independencia (1808-1814) y su momento histórico (1975)[43], el libro La invasió napoleònica: economia, cultura i societat (1981)[44] dirigido por Josep Fontana, el excelente El Dos de Mayo y sus precedentes (1992), el homenaje a Miguel Artola Antiguo Régimen y liberalismo (1995) que, si bien más amplio, contiene referencias al período y las actas, aún por publicar, del último Congreso Histórico sobre la Guerra de la Independencia celebrado en 1997. Aunque caleidoscópicos, estos trabajos permiten completar los grandes panoramas a través de los estudios de detalle (locales, biográficos, documentales) y al mismo tiempo son un buen reflejo de la evolución de los centros de interés a partir de la influencia de corrientes historiográficas más amplias. El localismo y/o la hagiografía al estilo tradicional que caracteriza la mayor parte de las comunicaciones presentadas al congreso celebrado en 1959, van siendo paulatinamente reemplazadas por análisis de mayor rigor científico. Por otro lado, la omnipresente historia militar estalla en estos años en una amplia diversidad de objetos tales como la historia de las ideas y grupos, de las mentalidades, religiosa o social.

Precedentes y primeros momentos del alzamiento
     Para empezar ordenadamente el capítulo de precedentes del conflicto habría que hacer referencia a los trabajos ya clásicos de Domínguez Ortiz, Morales Moya y Richard Herr[45] para una comprensión amplia del siglo XVIII, así como las actas del coloquio sobre El Mundo Hispánico en el mundo de las luces[46] y los artículos correspondientes de El dos de mayo y sus precedentes. Los libros de Corona Baratech siguen teniendo valor para el reinado de Carlos IV[47] a la hora de rastrear las tendencias que, de alguna forma, preparan la llegada de las reformas liberales durante la guerra. Para un resumen y puesta al día de todo ello, resulta de utilidad el capítulo que Morales Moya dedica al Estado de la Ilustración, la guerra y las Cortes de Cádiz en el tomo XXX de la Historia de España de Menéndez Pidal, en especial el apartado La crisis del sistema, donde analiza las distintas secuencias del derrumbe del Estado ilustrado que se suceden a partir del cambio de monarca: crisis política y moral y crisis económica. Conviene también la lectura del libro de Brian R. Hamnet ya citado, debido a su interés por trazar un relato histórico más amplio de precedentes y consecuencias del período.
     La figura de Godoy y la influencia de la Revolución francesa en nuestro país son los dos asuntos más destacados por la historiografía reciente dentro del reinado de Carlos IV. En cuanto al primero, son de obligada mención los trabajos de Carlos Seco Serrano[48] y Emilio La Parra López[49]. En ambos casos se logra rescatar la figura del Príncipe de la Paz de la condena en que la había sumido la historiografía liberal, presentándole, en su primera etapa de gobierno, como un producto de la ilustración avanzada. Por su parte, el libro de La Parra López describe muy bien las consecuencias del "giro político" de Godoy (apoyo a la Iglesia, modo de gobierno "dictatorial", entendimiento con Napoleón) tras su vuelta al poder en 1801, que "hizo perder una oportunidad magnífica para allanar el camino de la modernización del país"[50].
     La influencia de la Revolución francesa en nuestro país fue ampliamente tratada con motivo del bicentenario de la misma. La mayor parte de los autores coinciden en señalar que, dada la escasa permeabilidad al credo revolucionario, frenado por las medidas de Floridablanca y acogido sólo por una escasa minoría, no el absolutismono se vio verdaderamente amenazado, y su crisis obedece a factores de signo más amplio. Por el contrario, es notable la influencia del "contraejemplo" revolucionario francés en la evolución del pensamiento ilustrado y el desarrollo de posturas abiertamente reaccionarias que se manifestarán con especial intensidad durante la guerra. Al margen de la existencia de monografías dedicadas al impacto cultural, religioso o político de la misma y a su influencia en regiones fronterizas (País Vasco, Cataluña), se pueden destacar los siguientes trabajos de conjunto:
     - Aymes, Jean-René y Javier Fernández Sebastián (eds.) La imagen de Francia en España (1808-1850: Coloquio Internacional Université de Paris III - Sorbonne Nouvelle CRODEC (Centre de Recherche sur les Origines de l'Espagne Contemporaine), Paris, 1-2 de diciembre de 1995. Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 1997.
     - Aymes, Jean-René, La guerra de España contra la Revolución Francesa (1793-1795), Alicante, Instituto de Cultura "Juan Gil-Albert", 1991.
     - Diego, Emilio de (ed.) Repercusiones de la Revolución francesa en España. Actas del Congreso Internacional celebrado en Madrid 27-30 noviembre 1989. Madrid, Universidad Complutense, etc., 1990.
     - Aymes, Jean-René y Josep Fontana Lázaro (eds.) España y la Revolución Francesa, Barcelona, Crítica, 1989.
     - Morange, Claude, Jean René Aymes, Gérard Brey, et al. (eds.) La Révolution française: ses conséquences et les réactions du "public" en Espagne entre 1808 et 1814, París, Diffusion, Les Belles Lettres, 1989.
     - Gil Novales, Alberto, "Revolución francesa y revolución española", Trienio, nº. 10 (1987).
     - VV.AA., (ed.) Actas del Congreso La Revolución francesa y la península ibérica (13-15 de febrero de 1986), organizado por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, publicado en Estudios de Historia Social, 36-37, 1986. La segunda parte fue organizada por la Facultad de Letras de la Universidad de Coimbra el 4-6 de marzo de 1986 y publicada en sendas revistas de dicha Universidad.
     - Moreno Alonso, Manuel y Jacques Godechot (pr.), La Revolución Francesa en la historiografía española del siglo XIX, Sevilla, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1979.
     - Anes, Gonzalo, "La Revolución francesa y España, algunos datos y documentos", en Economía e Ilustración en la España del siglo XVIII, editado por Gonzalo Anes, Barcelona: Ariel, 1969, pp. 141-198.
     - Elorza, Antonio, "Absolutismo y Revolución en el siglo XVIII", Cuadernos Hispanoamericanos, nº. 232 (1969).
     En cuanto a las conjuras terminales del régimen -Proceso del Escorial, Motín de Aranjuez-, la mayor parte de los historiadores coinciden en señalar la importancia del elemento nobiliario y la oposición a la labor de Godoy como factores determinantes de los sucesos. Esta unanimidad no impide que todavía sigan abiertas ciertas cuestiones. La existencia del "partido fernandino" y las maquinaciones de Montijo, que para algunos suponen una muestra del poder de equilibrio de la nobleza frente al monarca (el Discurso sobre la autoridad de los Ricoshombres sobre el Rey del Conde de Teba -1794- sería el mejor ejemplo de este pensamiento), para otros -Hamnet- tal conjura nobiliaria o de los privilegiados hubiera sido imposible debido al escaso carácter corporativo de la nobleza. El desenlace del reinado de Carlos IV obedecería más bien a problemas estructurales que el gobierno había sido incapaz de resolver y, por lo tanto, la intervención de Montijo no hacía sino acelerar -y rentabilizar-una crisis latente. No sería, por lo tanto, una revuelta popular como la que se produjo en mayo-junio de 1808, sino una muestra de la capacidad de las elites urbanas para movilizar a la población en favor de sus intereses. Esto no impide que el protagonismo de la multitud en estos acontecimientos y la mitificación de Fernando que resultan de El Escorial-Aranjuez, preparen el terreno para el alzamiento popular posterior.
     Llegando ya a los primeros momentos del conflicto, el alzamiento y el posterior fenómeno juntista ha sido uno de los asuntos que más auge ha cobrado en estos últimos cincuenta años. El primero en intentar una aproximación global al fenómeno de las juntas fue Miguel Artola, en el capítulo "Las Juntas Provinciales" de Los orígenes de la España contemporánea (1959), donde se ocupa de sus orígenes, composición y enfrentamientos con los órganos tradicionales del Estado hasta la formación de la Central, otorgándoles un evidente protagonismo revolucionario en los primeros momentos del conflicto. Una visión distinta es la que ofrece en su libro sobre La formación de la Junta Central Ángel Martínez de Velasco Farinós, quien habla de la "inexistencia de una conciencia revolucionaria" y la necesidad de defender la religión, la Patria y el Rey[51]. Es sin duda, Antonio Moliner Prada quien, desde la realización de su tesis doctoral[52] en 1981, más esfuerzo ha dedicado al fenómeno de las Juntas. En su artículo sobre la Junta de Alicante, resume con claridad cuáles son las principales cuestiones que despierta este asunto en el marco de las guerras revolucionarias europeas: el peso de la presión popular, el carácter del levantamiento social ante el vacío de poder, la secuencia de formación de las juntas locales, de corregimiento y provinciales y relación entre las mismas, la preocupación por la salvaguarda del orden público, la cohabitación de juntas en el mismo territorio, las relaciones con el ejército y el poder local[53], a las que sin duda habría que añadir otras, relativas a la orientación de las Juntas en función de los individuos o grupos que acaban haciéndose con su control, y también en cuanto al imaginario que anima al elemento popular, a su expresión de localismo o regionalismo y al manejo de la opinión pública[54] en favor de determinadas posturas[55].
     Por último, se leerá con provecho el artículo de Jean-René Aymes "Las nuevas autoridades: las Juntas. Orientaciones historiográficas y datos recientes"[56], en especial el apartado sobre las "grandes lecturas" del juntismo hasta 1968 y el de las nuevas orientaciones. Estas "grandes lecturas" serían la interpretación liberal-conservadora (Toreno, Flórez Estrada, Lafuente, Grandmaison, Solís o Moreno Alonso), caracterizada por la espontaneidad y la unanimidad del movimiento -que excluye sus contrarios, la conjura y las oposiciones-, la consideración regional del fenómeno en despecho del estudio de las juntas locales y, por último, su carácter revolucionario. Una segunda interpretación, apenas diferente de la anterior, la ultraconservadora (Suárez, Martínez de Velasco) en su apelación al impulso popular, se distingue de los anteriores por negarles todo contenido revolucionario, surgidas en defensa de la Patria, la Religión y el Rey. La tercera gran interpretación sería la que parte del texto de Marx sobre el conflicto y que supone una ruptura con la tradición liberal anterior en ciertos aspectos: sobre todo, la idea de que una minoría de burgueses utiliza la sublevación para impulsar una revolución favorable a sus intereses. Aunque dicho distanciamiento se producirá también en torno a otras cuestiones: la crítica a la Central, cuya actividad se considera torpe y contrarrevolucionaria, la tesis de un origen autónomo de las diferentes juntas provinciales, la idea de que, a pesar de haberse producido una suerte de "sufragio" espontáneo y universal (una de las ficciones atribuibles a Marx), la elección habría recaído en los representantes "naturales" del pueblo, los notables de antaño, que secuestran el proceso revolucionario (intuición esta vez muy acertada). Por último, Aymes señala una tendencia federalista-regionalista, que comparte con la anterior la idea de un origen independiente de las Juntas e insiste sobre el carácter federalista y no unitario del movimiento, tesis que tendría su principal defensor en Pi i Margall.
     La renovación del panorama llega a partir del año 1968 y a través de dos estudios, uno de Pierre Vilar[57] y el segundo de José María Jover[58]. En ambos se hace una llamada de atención sobre la irrealidad del término "pueblo" considerado como fuerza unánime y, en consecuencia, la necesaria consideración de los móviles específicos de cada una de las fuerzas en presencia[59] y, asimismo, la necesidad de estudiar la personalidad de las distintas juntas provinciales, tarea que ya ha comenzado a dar sus resultados estos últimos años a partir del florecimiento de estudios regionales[60]. Por último, una interesante perspectiva de investigación es la de autores como A. Moliner Prada[61], Irene Castells[62], Jean-René Aymes[63], María Cruz Romero Mateo[64] o Anna María García Rovira[65], que intentan engarzar el movimiento juntero en la larga duración. El juntismo no sería tanto un fenómeno particular de la Guerra de la Independencia sino que aparecería de forma recurrente en otras situaciones similares (Guerra de la Convención, Trienio) y, en consecuencia, su origen no cabría sólo explicarlo a partir de esfuerzo patriótico, sino por una coyuntura socioeconómica específica, en que dichos organismos son la plataforma para acelerar o frenar una ruptura institucional.

La Nación en armas
     La historia militar de la Guerra de la Independencia sigue siendo, sin lugar a dudas, el aspecto que ha generado una mayor producción bibliográfica, dentro y fuera del país. El volumen, diversidad temática y calidad de los trabajos exceden el espacio de esta introducción, así que me limitaré a una breve cartografía de lo que, a la vista de la producción última, son las áreas de interés más destacadas. Empezando por las grandes síntesis de historia militar que se han dedicado al período, a las ya citadas de Oman, Priego López y Gates, habría que añadir las comunicaciones presentadas al congreso New Lights on the Peninsular War International Congress on the Iberian Peninsula Selected Papers 1787-1840, celebrado en Portugal en 1991, y las valiosas aportaciones de dos investigadores ingleses: Charles Esdaile[66] e Ian Fletcher[67], amén de los trabajos ya clásicos de Glover[68].
     También dentro de este apartado de generalidades, podríamos destacar las obras que se han dedicado a analizar el papel de los militares en la vida política española o, más específicamente, en la revolución liberal. Los libros de Pablo Casado Burbano[69] y Roberto L. Blanco Valdés[70], éste último de forma más amplia, estudian el proceso de "constitución militar" -en gran parte fallido- mediante el cual el estado liberal va transformando la institución para convertirla en el necesario instrumento de defensa de las nuevas realidades políticas que trae el siglo. En ambos estudios, como en el de José Cepeda Gómez[71], se analiza también la complicada relación entre milicia nacional y ejército nacional, así como el uso del pronunciamiento en apoyo de distintos proyectos políticos.
     La Guerra de la Independencia comprendida dentro del marco más amplio de las guerras napoleónicas, ha dado lugar a una numerosa bibliografía de historia militar tanto británica como francesa. Independientemente de los panoramas que hemos señalado o de las obras de divulgación más o menos logradas sobre la Peninsular War, destaca en estos últimos años un prodigioso esfuerzo por editar los testimonios menores de los participantes extranjeros (soldados sin graduación, oficiales menores, etc.)[72]. Continúa, por otra parte, la edición de estudios biográficos sobre los protagonistas de la campaña, con un lugar estelar dedicado a Wellington, pero que también cuenta con numerosos estudios sobre el alto oficialato francés.
     Por último, cabe destacar en estos últimos años, el desarrollo de algunos aspectos poco tratados anteriormente dentro de la historia militar. Quizá el más destacado sea el de la guerrilla: junto a las biografías de colorido más o menos novelesco, se emprenden estudios lindantes con los territorios de la historia socioeconómica e incluso de las mentalidades, que intentan buscar otra explicación al fenómeno que no sea el mero empuje patriótico. Los primeros esfuerzos en este sentido los encontramos en los trabajos de Vilar, Artola, Aymes, Miranda Rubio o Sánchez Díaz[73] y más recientemente hemos podido contar con los trabajos de Charles J. Esdaile, Vittorio Scotti, Jorge Sánchez Fernández o Pedro Pascual, este último dedicado a estudiar el papel de los clérigos en la formación de guerrillas[74]. Una aportación novedosa y de gran interés es la que ha realizado John L. Tone en su libro La guerrilla española y la derrota de Napoleón[75]. Este autor intenta desmontar el mito de una guerrilla inspirada por los sentimientos de patriotismo y la presenta como una respuesta de los campesinos propietarios al saqueo de bienes y haciendas que realizan los franceses para satisfacer la máquina de guerra.
     Podemos, por último, reseñar otros aspectos de cierta novedad en el panorama reciente de la historia militar: la contraguerrilla (D. Alexander, J.-L. Reynaud)[76], el tratamiento de los prisioneros (M. Bennasar, Ll. Roura)[77], el espionaje (V. Scotti)[78], las difíciles relaciones entre el ejército (francés y patriota) y la población urbana (E. Canales)[79]; la deserción y los comportamientos antipatrióticos (E. Canales, Ch. J. Esdaile)[80], la deportación de españoles (Aymes)[81] o las milicias francesas o españolas (J. S. Pérez Garzón, Q. Casals)[82].
     En general, parece disminuir el volumen de trabajos dedicados al tratamiento de episodios menores, generalmente marcados por un fuerte acento épico (defensas, sitios, batallas, caudillos) y continúa la tendencia -ya indicada por Aymes- a realizar estudios regionales, que se beneficia de la expansión universitaria de estos últimos años y del apoyo de las instituciones autonómicas. Se trata de intentos de, llamémosle, historia "total" en los que, al lado de las rúbricas tradicionales, se presta una especial atención a aspectos hasta entonces descuidados de la historia económica, social o política. La aportación de estos estudios es sin lugar a dudas beneficiosa, pues se enriquecen de la cercanía al documento y responden a las inquietudes historiográficas más recientes; entre todos constituyen una especie de enorme puzzle a partir del cual sería deseable emprender una nueva revisión del período. A grandes rasgos, las dos grandes áreas de trabajo serían las siguientes, según el aspecto que prime en los distintos estudios:
      La historia institucional: son numerosos los trabajos destinados a estudiar el impacto del conflicto en la configuración de las instituciones locales y regionales, a través de trabajos específicos o formando parte de recorridos más amplios. M. L. Álvarez Cañas para Alicante, J. Castillo Cano para Almería, P. García Gutiérrez para León, V. González Hernández, R. G. Bayod Pallarés o F. J. Maestrojuán para Zaragoza, J. Infante Miguel-Motta para Salamanca, y J. Sánchez-Arcilla para Guadalajara o Palencia, F. Jiménez de Gregorio para Toledo, P. Baena Pinedo para Madrid, Jacinto Vega Domínguez para Huelva o M. del Carmen Sobrón Elguea para Logroño[83], etc., a los que habría que sumar los estudios sobre la reforma de la administración emprendida por los liberales, en especial el trabajo de Concepción de Castro o los de Hijano Pérez y Sánchez-Arcilla[84].
     Un interés especial ha despertado la administración francesa en España, aunque bien es cierto que la mayor parte de la producción en este sentido se debe a la labor de Joan Mercader Riba, culminada en los dos volúmenes José Bonaparte Rey de España. 1808-1813. Historia externa del reinado y José Bonaparte Rey de España. 1808-1813. Estructura del Estado español bonapartista[85], a los que habría que añadir los estudios locales de N. Cruz Román para Valencia, M. Galobarde para el Ampurdán, M. Moreno Alonso para Sevilla, C. Muñoz Bustillo para Jérez, Puig i Oliver para Gerona o J. M. Recasens para Tarragona[86].
     El análisis socioeconómico: aunque no hace mucho Antonio Miguel Bernal señalaba la escasez de estudios particulares que se han dedicado a cuestiones económicas en la Guerra de la Independencia[87] no deja de ser cierto que muchos de los estudios locales y regionales del período dedican una parte importante de sus páginas al coste de la guerra y sus repercusiones en la evolución del territorio en cuestión. La pregunta que encabeza el artículo de J. Fontana en 1981 "Qui va pagar la guerra del francès?", encuentra respuesta en no pocos estudios locales y regionales[88]. Las contribuciones, los repartos, préstamos, y toda la gama de exacciones económicas, la política de bienes nacionales, las apropiación de los erarios municipales, la reforma de las instituciones financieras tradicionales, en fin, la obsesión del ocupante por racionalizar la explotación económica del país[89] son los aspectos más reseñables en este tipo de trabajos y, cómo no, las consecuencias para la población, esquilmada hasta límites inimaginables para financiar su propio sometimiento.
     También cabría hacer mención a una serie de estudios centrados en el desarrollo de la Hacienda durante estos años. El trabajo de J. Fontana y R. Garrabou[90] ofrece un minucioso estudio de la legislación promulgada por el gobierno central durante el conflicto y Artola trata de este período en el primer capítulo de su libro sobre la hacienda del siglo XIX[91], a lo que habría que sumar algunas de las comunicaciones presentadas al congreso que se reunió en 1984 con este mismo objeto[92]. En lo referente al período bélico, los aspectos más reseñables son, de una parte, el endeudamiento provocado por la guerra en las haciendas locales, a causa de la devastación, pero también en gran medida por la insatisfacción de los préstamos y, en segundo lugar, las iniciativas fiscales del gobierno liberal, tanto la Contribución extraordinaria de guerra como la contribución directa: en ambos casos -según Artola- el esfuerzo por repartir el coste entre las distintas provincias y sectores económicos (en especial la primera) constituye "una versión radical e incluso extrema de lo que cabe considerar como doctrina fiscal del liberalismo"[93]. Sin duda, el trabajo más completo en este sentido lo ha llevado a cabo Fernando López Castellano en Liberalismo económico y reforma fiscal: la Contribución Directa de 1813. El autor inserta la reforma gaditana en un marco de comprensión más amplio, el de las reformas económicas del XVIII, intentando buscar una línea de continuidad, y hace una amplia reflexión sobre los distintos proyectos fiscales de cuño liberal. Sus conclusiones son muy significativas: la inviabilidad de sustituir el sistema de rentas vigentes por el de la Única Contribución bajo las estructuras políticas y sociales del Antiguo Régimen y, por lo tanto, la necesidad de cambiarlo a través de un amplio programa de reformas: "se plantea la reforma en profundidad del sistema tributario vigente, desde una doble perspectiva: como una necesidad del nuevo orden social y como una exigencia del desarrollo económico"[94].

El conflicto político
     El afrancesamiento fue, hasta pasado el límite de los años 50, un tema prácticamente ignorado por la historiografía franquista. La escasa atención hacia la historia contemporánea y el auge durante los años 40 de una historiografía nacionalista de tradición menendezpelayista, explican este desinterés por quienes, por otra parte, seguían siendo considerados como unos traidores a la patria. Y todo ello pese a que en las primeras décadas del siglo el debate sobre el afrancesamiento había cobrado cierto brío gracias a los trabajos de Cambronero, Méndez Bejarano y Viñas Mey por un lado[95], y a la réplica tradicionalista de Antón del Olmet por otro[96]. También de estos años data el libro de Sanz Cid sobre el estatuto de Bayona, aún hoy de referencia[97]. En este contexto, la publicación en 1953 de Los afrancesados de Miguel Artola[98], con un significativo prólogo de Gregorio Marañón, será el aldabonazo definitivo que marcará un antes y un después en el estudio de los partidarios de José I. Tras él vendrían trabajos como los de H. Juretschke[99] o L. Dupuis[100] que contribuirían a animar el debate sobre un tema, el de los afrancesados que, con intermitencias, ya no volvería a cerrarse.
     Una primera cuestión importante que surge a lo largo de estos estudios es la de la propia definición de afrancesamiento. Ya Dupuis establece la diferencia entre un afrancesamiento "cultural" propio de un buen número de ilustrados y un afrancesamiento "colaboracionista", al que sin duda habría que añadir un afrancesamiento "pasivo", el de los "juramentados", es decir, todos aquellos que se vieron de alguna forma obligados a guardar fidelidad a José como condición para el mantenimiento de sus empleos, categoría netamente definida en los estudios de Artola. En cuanto a la labor de los afrancesados en el desarrollo de un proyecto de estado, sin duda la referencia fundamental sigue siendo la de J. Mercader en su José Bonaparte Rey de España 1808-1813. Historia externa del reinado y especialmente su José Bonaparte Rey de España (1808-1813). Estructura del Estado español bonapartista, trabajo que muestra los intentos de los josefinos por racionalizar la administración y la hacienda españolas y el despliegue de un aparato administrativo centralizado, aunque ineficaz en el contexto de la guerra. Junto a los estudios de Mercader, en los últimos años han surgido nuevos trabajos que estudian el mismo tema desde un ámbito regional, caso de las obras de Muñoz del Bustillo; Riera Fortiana o Ramisa[101].
     Junto a los grandes estudios de conjunto, y con el precedente del trabajo sobre Lista de Juretschke en 1951[102], destaca, a partir de la década de los 60, un interés por retratar la trayectoria vital e ideológica de diferentes figuras afrancesadas, por intentar un acercamiento racional a los motivos, sin duda múltiples que motivaron la adhesión al proyecto josefino. En este sentido, son de destacar los estudios biográficos de Demerson sobre Meléndez Valdés[103]; Dufour sobre Juan Antonio Llorente[104]; Berazaluce y Morange sobre Sebastián Miñano[105]; Fuentes Aragonés sobre Marchena[106], o Corts i Blay sobre Félix Amat[107], entre otros. Carecemos todavía de biografías equiparables a las anteriores para figuras tan importantes como Miguel José de Azanza; Javier de Burgos (a pesar de algunos trabajos de Gay Armenteros); Félix José Reinoso o Alejandro Aguado por citar algunas carencias significativas.
     Dentro de estos estudios biográficos o prosopográficos, un sector que ha despertado gran interés entre los investigadores es el del clero afrancesado, un sector desde luego muy minoritario, en comparación con el conjunto del estamento eclesiástico español, pero particularmente activo en la defensa del régimen josefino. Así, junto a la ya citada monografía sobre Amat o los trabajos de Elorza y Rochaix sobre Suárez de Santander[108], es preciso citar los estudios de La Parra, Dufour, Higueruela del Pino, Marcellán Eigorri, o Revuelta González sobre el tema.
     Otros temas relacionados con el reinado josefino han llamado la atención de los investigadores en estos últimos años. Es el caso de la prensa y la propaganda afrancesada, aspecto éste en el que fue pionero D. Ramos en su artículo referido a Barcelona[109]. Así, destacan los trabajos de Sánchez Aranda[110], Puig i Oliver[111], Javier Fernández Sebastián[112], Remedios Solano Rodríguez[113] y últimamente los de López Tabar, que junto a la prensa, amplia su mirada a la labor del teatro y el púlpito en la estrategia propagandística josefina[114].
     En cuanto a la trayectoria posterior de los afrancesados tras la guerra, destacan tan sólo el trabajo de Barbastro Gil, referido al exilio afrancesado[115], y el de Juan López Tabar, que estudia la trayectoria conjunta de los afrancesados durante la guerra, el exilio, el trienio liberal y la última década fernandina, con nuevos enfoques y profusión de fuentes, y pone de relieve la importante labor de los antiguos josefinos en el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen[116].
     La bibliografía sobre las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 es abundante y de gran calidad los estados de la cuestión más recientes, según lo entiendo, serían los siguientes:
     - Martínez Sospedra, Manuel, La Constitución española de 1812: (el constitucionalismo liberal a principios del siglo XIX), Valencia, Cátedra Fadrique Furio Ceriol, 1978.
     - Suárez Verdeguer, Federico, Las Cortes de Cádiz, Madrid, Rialp, 1982.
     - Varela Suanzes, Joaquín, La teoría del Estado en los orígenes del constitucionalismo hispánico (Las Cortes de Cádiz), Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1983.
     - Las Cortes de Cádiz y la Constitucion de 1812: catálogo bibliográfico, Madrid, Biblioteca del Senado, 1987.
     - VV.AA., La Constitución de 1812. Revista de las Cortes Generales. Vol. 10, Madrid, 1987.
     - VV.AA., Revista Gades 1812/1987, Cádiz, Diputación de Cádiz, 1987.
     - Artola Gallego, Miguel (ed.) Las Cortes de Cádiz (n. 1 de la revista Ayer), Madrid, Asociación de Historia Contemporánea, 1991.
     - VV.AA., Anuario de Historia del Derecho español. Monográfico sobre la Constitución de Cádiz, Vol. LXV, Madrid, 1995.
     - Castells, Irene, "La rivoluzione liberale spagnola nel recente dibattito storiografico", Studi Storici, 36, nº. 1 (1995), pp. 127-161.
     A partir de esta bibliografía es fácil definir los debates que se tejen en torno al primer liberalismo español. El primero de ellos se situaría en torno a la pregunta sobre la originalidad de la obra de Cádiz. La mayoría de los investigadores coinciden en señalar lo que Tomás y Valiente denomina "mimetismo"[117], pero la unanimidad no es tan grande a la hora de analizar tanto los modelos como las consecuencias ideológicas de este fenómeno. La tesis de la inspiración revolucionaria es adoptada por los investigadores más conservadores como Federico Suárez o Warren M. Diem[118], que ven en la Constitución de Cádiz un trasunto de las francesas de 1791, 1793 y 1795, a lo que Miguel Artola responde con bastante sentido que "El estudio comparativo de las Constituciones no puede reducirse a constatar la presencia de este o aquel artículo tomado de un texto anterior"[119].
     La diversidad de tradiciones es mucho mayor y, sin que sea paradójico, más original la génesis de la reforma liberal española. Existe cierta coincidencia al afirmar que la primera generación liberal -como afirma Gil Novales[120]- se formó en los últimos treinta años del XVIII en evidente continuidad con la Ilustración. España participó plenamente en el clima reformista propio del XVIII y la presencia de grupos y personalidades precursoras del liberalismo es fácilmente rastreable en nuestro país, especialmente a partir de 1780-90. El carácter minoritario de estos elementos y el repliegue posterior a la revolución no impide, según Elorza[121], su capacidad para generar proyectos que germinarán al calor de la explosión bélica y política de 1808.
     En cuanto a las "filiaciones doctrinales" de los diputados, Joaquín Varela Suanzes[122] y Martínez Sospedra coinciden al nombrar el Derecho Natural y de Gentes, el escolasticismo, el historicismo nacionalista, el constitucionalismo inglés y un elemento diferenciador, que sería la cercanía o el rechazo al pensamiento revolucionario francés. Estas influencias y trayectorias han sido en gran medida analizadas en distintos estudios de grupo o individuales. Así, podemos señalar, junto al trabajo de Varela Suanzes o Elorza, el precedente de María Esther Martínez Quinteiro, Los grupos liberales antes de las Cortes de Cádiz[123], los más recientes de Manuel Moreno Alonso, La generación española de 1808 y La forja del liberalismo en España: los amigos españoles de Lord Holland, 1793 1840[124] en que se ocupa más en detalle de la filiación entre constitucionalismo inglés y español. A estos libros habría que añadir el número cada vez mayor de estudios biográficos o ediciones críticas, que vienen a completar el complejo mapa ideológico de las Cortes que dieron nacimiento a la Constitución de 1812[125].
     Estrechamente unido al anterior, se encontraría el debate en torno al carácter reformista o revolucionario de las Cortes. Una vez más, Suárez opta por una interpretación conservadora e interpreta el proceso en clave de giro -casi conspiración- revolucionario, encabezado por los liberales más extremistas y a través de un hábil manejo de las sesiones, de la prensa y hasta de las galerías. Es, sin embargo, la tesis más moderada del reformismo la que se impone en la mayor parte de los historiadores o juristas que han analizado el período. Como dice Tomás y Valiente, ya desde los inicios del proceso, se advierte la ausencia de una voluntad de "codificación" de acuerdo con el modelo francés y se opta por una reforma de "nuestras leyes", para adaptarlas a las nuevas circunstancias[126] Este espíritu de reforma no impide que el resultado fuera totalmente revolucionario con respecto a la concepción política del Estado absoluto. Como señala Benjamín González Alonso: "¿En qué consiste dicha revolución? ¿Qué estado intentaron edificar los liberales reunidos en Cádiz? Un Estado fundado sobre conceptos que a veces no son del todo nuevos, sino recibidos del Antiguo Régimen, pero que, aún así, jugarán a partir de ahora un papel completamente distinto al que habían desempeñado hasta entonces". Esta ruptura se produce en un triple frente: la titularidad de la soberanía, el reparto de poderes y el reconocimiento de las libertades y derechos individuales[127].
     Por último, cabría definir un tercer debate en torno a las debilidades de la obra constitucional y, en consecuencia, su éxito en estos primeros años y a la línea genética que engendra a lo largo del XIX y en otras ubicaciones geográficas[128]. Resulta inútil insistir en las difíciles condiciones de partida de la experiencia, en un clima de enfrentamiento exterior e interior, con poco margen de maniobra y ante un público como menos apático ante la reforma. Quizá sean más interesantes las preguntas que se plantean sobre las debilidades inherentes al propio proyecto. Para intentar terciar en el debate sobre revolución política-revolución burguesa, Manuel Pérez Ledesma, en el citado número de Ayer[129], señalaba la discontinuidad de la "revolución social" propiciada por el liberalismo, debida en gran parte a la frustración y el miedo de los propios protagonistas al comprobar, como dice el autor, la difícil combinación entre igualdad y libertad o dicho de otro modo, el difícil paso de la isonomía al igualamiento de las condiciones económicas. El "pueblo" ideal, tantas veces invocado por los liberales despertaba más temor que esperanza al cobrar el protagonismo político que se le había otorgado.
     A estas carencias se unen otras de contenido jurídico legal, al no haber podido solucionar algunos de los problemas que plantea la conformación del nuevo estado, véase el pulso centralismo-descentralización, que analiza Alfredo Gallego Anabitarte[130], calificando al proyecto estatal de Cádiz como descentralizado, prematuro y débil. O los problemas surgidos del propio desarrollo de la legislación en dos frentes especialmente conflictivos: la cuestión religiosa[131] y la legislación antiseñorial[132] en torno a los cuales se levantan las oposiciones más enconadas.
     Estos obstáculos no pasan desapercibidos a los defensores de la Constitución, y se podría decir que enmarcan el desarrollo de las actuaciones tendentes a su implantación y desarrollo. La idea de la confianza ciega que parecen demostrar los liberales en el éxito de sus reformas[133] se ve matizada por el cuidadoso aparato de protección que ponen en marcha a la hora de desplegar sus actividades y que sin duda obedece a la inquietud con que se ve el futuro de la propia experiencia, cuyo éxito depende de un buen número de imponderables. El rango de lex suprema que adquiere desde su nacimiento la Constitución, por encima de toda posible tradición jurídica, contribuye a aumentar este carácter preventivo que recubre la aplicación del nuevo marco legal ante el previsible surgimiento de oposiciones[134].
     Otro apartado de gran interés es el referente a la socialización del proyecto liberal. La doble influencia de Paolo Prodi[135] y Mona Ozouf[136] y, en general, el interés por el estudio de las representaciones de lo político, ha generado estos últimos años un buen número de estudios destinados a comprender la dimensión simbólica de la Constitución, especialmente a través de su "puesta en escena" en los actos de jura y publicación de la misma. Sin lugar a dudas, el ejemplo más completo de este acercamiento teórico lo ofrece el trabajo de Marta Lorente Sariñena[137]. La consideración de los discursos como prácticas y de las prácticas como discursos[138], según la sugerencia de R. Chartier[139], permite a la autora reflexionar sobre las carencias del sistema llegada la hora de descender a la esfera pública: en especial la sacralización del texto constitucional, la herencia simbólica del pasado monárquico y las distancias entre el discurso político y la realidad social en que le toca asentarse. También en este sentido es de gran ayuda el artículo de Demetrio Castro Alfín, "Simbolismo y ritual en el primer liberalismo español"[140], en que el autor ofrece un completo análisis de la "imaginería" liberal decimonónica, concebida ésta en un sentido amplio -a la manera que Agulhon, Nora y otros lo han hecho para Francia[141]- es decir, la panoplia de imágenes visuales o retóricas, de conceptos e ideas-fuerza en torno a los cuales se aglutinan las sensibilidades políticas.
     Dentro del capítulo de las representaciones simbólicas cabría también incluir la dimensión mítica que algunos personajes o colectivos adquieren, esencial para comprender el vaivén de fidelidades y rechazos y la dimensión de los enfrentamientos. Puede decirse que los trabajos de Pierre Vilar fueron pioneros en este sentido[142], al conceder un lugar sustantivo a las mentalidades en el desarrollo del conflicto bélico y la lucha política. También Richard Herr, al señalar la imagen del "Mal" aplicada al invasor como determinante en los inicios de la contienda[143]. En este sentido discurren también los trabajos que A. Bengio, G. Carnero y J. Marco ofrecen en el La invasión napoleónica[144] aunque aportan un interesante matiz en el hecho de ver cómo esta imagen negativa se fue trasladando poco a poco a los liberales, a través de su identificación con los franceses, traslado logrado sin duda por medio del miedo antirrevolucionario e impulsado por el clero reaccionario.
     A la imagen negativa de Napoleón[145] habría que oponer sin duda el proceso de mitificación positiva de Fernando, cuyos orígenes podrían situarse ya en el proceso del Escorial[146], que la cautividad no hace sino engrosar con todas las virtudes que se arrebatan a los franceses: el héroe cautivo, piadoso, patriota, etc.[147] que puede verse reflejado en las manifestaciones populares a la vuelta del monarca[148] y, cómo no, en la literatura popular -A. M. López Freire, S. Delgado[149]-, en el teatro -E. Larraz, E. Caldera[150]- y en la estampa -C. Dérozier[151].
     En este proceso de socialización merece mención especial el desarrollo de la prensa escrita, una importancia de la que puede dar idea el número de publicaciones dedicadas a tratar este medio, desde las visiones globales -Juan F. Fuentes y Javier Fernández Sebastián, Gil Novales, M. Cruz Seoane- y, sobre todo, en estudios de detalle que abordan la prensa sea desde una perspectiva local -E. Fernández Clemente, Ll. Roura, M. Cuesta y M. Hernández, C. Almuiña-, desde un título o autor en concreto -Dufour, A. Gonzalo Hermoso- o desde una postura política o estratégica -D. Ramos, J. Fernández Sebastián, R. Solano[152]. En cualquier caso, el estudio de los medios de comunicación y la formación de la opinión pública es insoslayable a la hora de trazar el relato de estos años. Lo es si atendemos a un tiempo más largo, desde las dos últimas décadas del XVIII hasta el primer tercio del XIX, con la aparición y el desarrollo de la opinión y sus canales de expresión como elementos decisivos en el juego político a la hora de explicar lo que ha dado en llamarse crisis del Antiguo Régimen y conformación del primer estado liberal[153]. Y lo es, desde luego, en los años de la Guerra y Revolución españolas como período de inflexión dentro de ese primer y amplio marco. La aceleración del ritmo histórico provoca un estallido del proceso de comunicación pública, confuso y desordenado, es cierto, pero enormemente rico a la hora de comprender cómo pudo producirse la ruptura de comportamientos antiguos.
     Aun con todo, en 1808, éste es un fenómeno de carácter limitado, reducido esencialmente a una cultura burguesa y en donde todavía no ha penetrado suficientemente el elemento popular[154]. Las circunstancias de la guerra contribuirán a ampliar estos comportamientos a amplios sectores de la población. Varios aspectos favorecen esta explosión de los fenómenos relacionados con la comunicación pública. En primer lugar, la libertad de imprenta que, aunque resuelta de forma legal por medio del decreto del 10 de noviembre de 1810, venía produciéndose de facto desde el momento mismo del alzamiento[155]. La importancia de la opinión pública, creciente a lo largo de las décadas precedentes, se desarrolla increíblemente al socaire de esta ausencia de control primero y de la libertad decretada por las Cortes después, surgiendo por millares los folletos, periódicos, papeles y cualquier canal que permitiese la expresión de todos aquéllos que quisieran emitir su juicio sobre los acontecimientos.
     Por otro lado, la libertad de prensa no es concebida sólo como un derecho ineludible dentro del credo liberal, sino que, en medio de las circunstancias, la publicación se convierte en un arma política, contra el invasor primero como vehículo de patriotismo[156] y posteriormente en el enfrentamiento entre posturas políticas. De hecho, si la ausencia de ley o la presencia de la misma favorecen este fenómeno, es indudable que la magnitud del mismo se debe al propio contenido de lo que se transmite. Es, por así decirlo, a través de la noticia como núcleo del proceso de comunicación que se produce el desarrollo tanto de la oferta como de la demanda informativa. El carácter de guerra total[157] empapa de tal forma el tejido social que prácticamente nada es ajeno a lo que se concibe como esfuerzo común de defensa y, por descontado, la guerra se convierte en la mayor noticia, prácticamente la única en todos sus detalles y desarrollos. Esto es cierto tanto para aquellos que engendran la opinión como para quienes la reciben, pues, si bien todas las plumas se ocupan de la contienda, no lo es menos que, por parte del público, se produce una sed de noticias prácticamente desconocida hasta entonces, detalle no poco significativo pues, acaso por primera vez de forma tan prolongada y amplia, se invierte el esquema tradicional en que la oferta -una oferta limitada, una información vigilada- condiciona la demanda, pasando a establecerse un libre juego entre ambas, aunque sea sólo por espacio de unos años.
     La prensa, en todo caso, es un elemento más en el impresionante crecimiento de los medios de comunicación escrita que presencia el período y donde tendrían cabida otros soportes como las proclamas y el resto de literatura política, la "literatura de combate" y géneros tan específicos como el catecismo político[158]. A través de todos ellos es fácil emprender, como lo han hecho Pedro Álvarez de Miranda para la Ilustración o M. C. Seoane para el primer constitucionalismo, la evolución y las variaciones semánticas de algunos conceptos claves en el lenguaje político, como una muestra más del entramado ideológico[159].

El final del primer período liberal y la vuelta de Fernando VII
     Todavía queda por hacer un estudio de conjunto sobre la primera experiencia liberal y las circunstancias que rodearon la abolición de la Constitución en España. En la mayor parte de los estudios, tanto locales como nacionales, este corto período ha sido tratado como una mera transición al absolutismo -un "sueño de sombra", diría Toreno-. En general se acepta una cierta fatalidad en el desarrollo de los hechos, como si los acontecimientos de 1814 hubieran sido la consecuencia inevitable de la conjugación de dos circunstancias: la escasez de tiempo para desarrollar el proyecto liberal y la "falta de preparación" para las reformas del pueblo, que se deja fácilmente manipular por los elementos contrarios a la Constitución (clero, nobleza, ejército). Si no hay reparos en afirmar que 1808 fue un estallido revolucionario espontáneo, el punto de vista cambia a la hora de juzgar los sucesos de 1814, es decir, se otorga o se niega protagonismo al levantamiento popular no tanto en virtud de las formas que revista, sino de la acomodación a unos ideales concretos.
     La alternativa de la manipulación es el resultado de una mirada influenciada por los sucesos posteriores que vivió la Nación y, si bien puede ser aplicada a determinados lugares de la Península donde las reformas liberales habían desatado una consistente oposición, en otras ciudades tardíamente liberadas el proceso revestiría distintas características. Así, la influencia del partido absolutista fue grande en Valencia, pero no en otros lugares donde estas revueltas revelan mayor complejidad que la sugerida por un esquema conspirativo[160]. Sobre la participación de los militares tanto españoles como británicos, no contamos con demasiados trabajos y todavía hay que remitirse a la edición de las Memorias secretas de la princesa del Brasil, por José Presas o al de Pablo de Azcárate sobre Wellington y España[161] para comprender la ambigua postura de los ingleses.
     Junto a esta indiscutible trama conspirativa, habría que preguntarse por otros motivos que pudieran explicar el trágico destino de la Constitución y, sobre todo, parece necesario atribuir al elemento popular de una mayor conciencia de la que le supone, mero juguete en manos de clérigos y nobles reaccionarios. Algunos autores han apuntado con bastante sentido las dificultades económicas y administrativas a que han de hacer frente los recién creados ayuntamientos liberales como una de las principales causas del descontento. Así Coro Rubio, al referirse al País Vasco, dice "Los graves acontecimientos políticos que jalonaron el desarrollo de la revolución liberal y los efectos derivados de ellos (guerras, reclutamientos, endeudamiento municipal, venta de comunales, presión fiscal...) vinieron a empeorar aún más la situación y provocaron en última instancia un rechazo por parte de amplios sectores de la población de todo aquello que representaba el régimen liberal, desencadenando paralelamente actitudes resistentes frente al cambio"[162]. Estas circunstancias y otras como la presencia de tropas, las purificaciones o la presencia de franceses acabarían sembrando el descontento entre una población en principio deseosa de acoger la Constitución, descontento que fue instrumentalizado por los enemigos de la misma.
     Entre las causas del fracaso de la obra constitucional habría también que conceder un importante lugar al terreno de los imaginarios políticos y de las mentalidades. La aureola del monarca cautivo acapara prácticamente todo el espacio del imaginario político. Al ropaje mítico tradicional que acompaña la manifestación de la soberanía, prácticamente intacto desde la Edad Media[163], se suman en el caso de Fernando VII los atributos del mártir[164], del héroe, del guerrero, del buen cristiano, del resistente y del reo injusto. Un sinnúmero de epítetos gloriosos, gestados algunos incluso antes del conflicto y que durante el paréntesis de la cautividad van ganando intensidad y prestigio, fermentando en el limo de la literatura popular y al calor de la absoluta ignorancia de lo que sucedía en Valençay. Si ha habido algún rey distante, en que la dimensión mítica superara a cualquier otra, no cabe duda de que éste fue Fernando. Durante cuatro años, y sin tan siquiera proponérselo, el rey no hizo sino alimentar quimeras. El mito fernandino se gesta desde el comienzo de la guerra y su posterior utilización, la exageración de sus contenidos, por parte de los absolutistas no implica que, para bien o para mal, el monarca fuera la pieza central de todo el imaginario político[165].
     En este terreno, la desventaja de la Constitución es evidente. La falta de tiempo jugó en contra de la misma. Frente al "blindaje" simbólico del soberano, la Constitución es extremadamente vulnerable. Si el monarca desciende de las alturas míticas donde lo ha colocado la tradición y la devoción popular, la obra reformista no consigue despegar de la prosaica -y desfavorable- realidad. La imagen del rey se nutre de mitos, la Constitución de proyectos, y toda la carga utópica que pudiera contener se supedita, y acaso no podía ser de otro modo, al éxito de sus promesas. En este sentido, también habría que sumar la progresiva identificación de los liberales con los franceses, que se juega no sólo en el plano imaginario[166] (herencia ilustrada francesa, acusaciones de impiedad, etc.) sino también en el de los desarrollos prácticos. La imagen de la Constitución como dispensadora de bienes muy pronto se vería deslucida por la dura prueba de la realidad de posguerra, provocando un fuerte movimiento de descontento. En muchos testimonios de la época, es constatable el paralelismo que los críticos hacen entre la política fiscal de los intendentes liberales y las cargas antes impuestas por el invasor. El hábito del Mal iría pasando del enemigo externo al enemigo interno.
     También habría que tener en cuenta la postura de los encargados de poner en práctica la obra de Cádiz a nivel local y regional. Artola afirmar que, si bien la remodelación de la Administración central pudo pasar como una simple modificación circunstancial carente de transcendencia, no fue así en la realidad provincial y local, donde se hizo evidente el carácter sustantivo que los decretos de las Cortes tenían[167]. Al margen de algunos estudios locales[168], no ha sido apenas estudiada la evolución de la composición social del municipio en el cambio de siglo, pero parece confirmarse la idea de que las reformas gaditanas afectaron poco al Ayuntamiento tradicional y que los cambios se producirían lentamente a lo largo del XIX. Sánchez-Arcilla es bastante tajante al respecto: "La 'Revolución liberal', en contra de lo que se viene afirmando, no supuso, ni mucho menos, una ruptura con las estructuras que caracterizaban al municipio del Antiguo Régimen (...) Muchos de los regidores perpetuos del Antiguo Régimen los encontramos actuando como electores de las Juntas parroquiales, desempeñando el cargo de regidores constitucionales o de regidores en el municipio josefino. El 'cambio' es un mito porque en la vida municipal no ha cambiado nada"[169]. Una intuición que vienen a confirmar los estudios realizados para América Latina por A. Annino[170] o las ideas apuntadas por F.-X. Guerra, para quien el mecanismo electoral y las inercias del pasado más inmediato vienen a dar como resultado que, en la mayoría de los casos, las primeras elecciones liberales confirmarán en el gobierno municipal y regional a los personajes que más relevancia habían tenido en el pasado.
     La tesis de la Guerra y Revolución liberal como hito de la revolución burguesa resulta poco adecuada al universo local. De hecho, los elementos de continuidad parecen más claros que los de ruptura. Frente a la noción de burguesía, como una nueva clase que aprovecha la reforma liberal para catapultarse al escenario político desbancando a los antiguos privilegiados[171], quizá habría que pensar más en una elite de notables, de diversa procedencia -nobleza antigua, nueva riqueza comercial, labradores propietarios-, pero con unos intereses de poder y un sistema de valores similares.
     Otro de los esfuerzos necesarios para comprender estos años consistiría en abandonar la idea de un espacio social y político dicotómico. No me refiero a la presencia de otros grupos (reformistas, afrancesado, etc.), ya señalada por distintos autores y hoy admitida, sino a la necesidad de comprender esta época como algo más que un tránsito violento entre la política antigua y la política moderna. A pesar de la evidente disyunción entre liberalismo y absolutismo, lo cierto es que tanto el discurso como las estrategias y objetivos políticos de ambos comparten más elementos de los que pudiera creerse. Ambos se enfrentan al problema político con un mismo espíritu de reforma y un fundamento de restauración tradicional, aunque difieran en la interpretación de dicha tradición[172]. Ambos comparten una misma hostilidad hacia los cuerpos y sus privilegios, un concepto unitario de la soberanía y (frente a la noción de soberanía difusa tradicional) el ideal de una relación binaria entre el poder y los individuos , hasta el punto de que el absolutismo puede ser considerado como una de las versiones de la modernidad[173]. Los dos requieren la presencia de un actor político y la necesidad de reconocer un pueblo en el que apoyar sus programas[174]. Los dos utilizan elementos de amenaza similares sobre los que fundar sus reivindicaciones: la anarquía, la irreligión. Ambos, por último, en su forma de plantear la actividad política, se oponen a la concepción tradicional del "cuerpo político" como orgánico, en el que el poder se piensa como concentrado y unificado[175]. Consciente o inconscientemente, al intentar ganar la confianza para sí y el rechazo para los otros, ambas facciones introducen un lenguaje dualista y crítico en un universo hasta entonces ciertamente homogéneo y regido por la noción de consenso absoluto en lo absoluto, propia del Antiguo Régimen. Al estudiar la práctica política en estos años ha de tenerse en cuenta este esfuerzo por refigurar una cultura política heredada del Antiguo Régimen a las nuevas circunstancias traídas por la oleada revolucionaria. Intuyo que es en esa aparente esquizofrenia política donde se forjan comportamientos nuevos.
     Por último, habría que tener en cuenta la inercia de una tradición anterior de defensa de los intereses de la comunidad local mediante la revuelta o el motín para explicar la participación popular en los sucesos de 1814. Algunos autores como Moliner Prada ya han hecho referencia a las tesis de E. P. Thompson para comprender los sucesos de 1808 no desde el futuro, sino desde el pasado, intentando trazar una línea genética con las revueltas de la Edad Moderna, y creo que deberíamos intentar una aproximación del mismo tipo a 1814. No es difícil trazar paralelismos con situaciones similares en el pasado. En primer lugar en cuanto a la justificación de la revuelta -que al fin y al cabo lo es, pues se apunta a las autoridades establecidas-; pues a menudo se blande el argumento tradicional de defensa del Bien Común, erosionado por la mala gestión de los ayuntamientos liberales. También en los mecanismos: el uso del pasquín y la publicación extraoficial en los días previos a los sucesos; el recurso a rondas, guardias y otro tipo de medidas de vigilancia para controlar el espacio urbano una vez conseguido el éxito y, mucho más significativo, la presencia en estos sucesos de hombres que habían tenido protagonismo en 1808 e incluso en sucesos anteriores (la filiación con los motines de 1766 es evidente en muchas localidades). En resumen, creo que la guerra revitaliza un tejido horizontal de relaciones presente desde antaño en la ciudad que cobrará importancia en los momentos de crisis, donde se haga necesario un control total del espacio. Resulta fascinante comprobar como estos sucesos serán utilizados para la creación de milicias urbanas, las Guardias reales, o cómo algunos de sus protagonistas volverán a tener protagonismo en los sucesos de 1820, pues sin su consentimiento se hace difícil el dominio del espacio urbano.
     Aunque un tanto al margen de los límites cronológicos de este trabajo, me gustaría, para terminar, hacer una breve referencia al interés de continuar en el estudio de la construcción del mito de la Guerra de la Independencia como parte del relato fundante del nacionalismo español a lo largo de los siglos XIX y XX[176]. Merece la pena ampliar las perspectivas apuntadas por algunos trabajos de historia de la historiografía[177] acerca de cuándo y por qué comienza a cobrar forma el concepto de "Guerra de la Independencia" como un relato con rasgos coherentes y un evidente contenido político y, en especial, en qué forma se difunde dicho discurso no sólo a través de la propia escritura histórica, sino también, y especialmente, por otros conductos de socialización de las ideas tales como la literatura, las conmemoraciones o los proyectos monumentales[178].

Notas
[1] Este trabajo fue presentado al Congreso Internacional "Fuentes documentales para el Estudio de la Guerra de la Independencia", celebrado en Pamplona los días 1-3 de febrero de 2001. Agradezco a Jesús Longares Alonso sus numerosos consejos y correcciones al borrador final de este texto y a Juan López. Tabar su ayuda en la redacción del apartado dedicado a afrancesamiento.
[2] Jover Zamora, José María, "El siglo XIX en la historiografía española contemporánea (1939-1972)", en El siglo XIX en España: doce estudios, Barcelona, Planeta, 1974, pp. 9-151.
[3] Con el precedente de Federico Camp en su Contribución al estudio de la administración de Barcelona por los franceses: (1808-1814): narración critica basada en documentos inéditos del archivo del ayuntamiento, Sarria, Barcelona, Escuela Profesional Salesiana de Arte Gráfico, 1920 y La invasión Napoleónica, Barcelona, Ediciones Aymá, 1953.
[4] Aunque referente al Trienio, cabría también citar aquí, por más temprana, la obra de Vicente Llorens, Liberales y románticos, una emigración española en Inglaterra (1823-1834), México, El Colegio de México, 1954.
[5] Más recientemente, Herminio Lafoz Rabaza ha hecho un nuevo estado de la cuestión en el primer capítulo de La Guerra de la Independencia en Aragón. Del motín de Aranjuez a la capitulación de Zaragoza (marzo 1808-febrero1809), (VIII Premio "Los Sitios de Zaragoza" de la Asociación Cultural "Los Sitios de Zaragoza"), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1996. También presentó una ponencia a la reunión de la Asociación para el Estudio de la Guerra de la Independencia en Zaragoza en 1997 que, por desgracia, todavía no ha visto la luz.
[6] Longares Alonso, Jesús, "El 2 de mayo y su relación con la guerra y el levantamiento de las provincias", en El Dos de Mayo y sus precedentes. (Actas del congreso Internacional), Madrid, 20, 21 y 22 de mayo de 1992, Madrid, Madrid, Capital Europea de la Cultura, 1992, pp. 425-436 y Morales Moya, Antonio, Idem, pp. 319-328.
[7] Sobre España entre 1766 y 1814, 1814 y 1834 y Portugal entre 1777 y 1834 respectivamente.
[8] En 1991 aparecería el volumen dedicado a América.
[9] Palau y Dulcet, Antonio (ed.), Manual del librero hispano-americano: Bibliografía general española e hispano-americana desde la invención de la imprenta a nuestros tiempos... 2 ed. 28 vols, Barcelona, Librería Anticuaria de A. Palau, 1948-1977. También los 4 volúmenes de Agustín Palau Claveras, Indice alfabético de títulos-materias, correcciones, conexiones y adiciones del Manual del librero hispanoamericano de Antonio Palau y Dulcet, Empuries, Palau Dulcet, 1981-1985.
[10] Aguilar Piñal, Francisco, Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, 7 vols, Madrid, Instituto "Miguel de Cervantes", 1981-1993.
[11] Ruiz Lasala, Inocencio, Bibliografía zaragozana del siglo XIX (precede al titulo: Bimilenario de la ciudad de Zaragoza), Zaragoza, Institución "Fernando el Católico" (C.S.I.C.) Excma. Diputación Provincial, 1977 y Ruiz Lasala, Inocencio, Bibliografía zaragozana del siglo XIX. Apéndice, Zaragoza, Diputación General de Aragón. Departamento de Educación y Cultura, 1987.
[12] Simón Palmer, María del Carmen, Bibliografía de Cataluña - Tomo II (1766-1820), Madrid, C.S.I.C., 1982.
[13] José Alberich, Bibliografía anglo-hispánica, 1805-1850. Ensayo bibliográfico de libros y folletos relativos a España e Hispanoamerica impresos en Inglaterra en la primera mitad del siglo diecinueve, Barcelona, Gustavo Gili, 1978.
[14] Robert Marrast, Impresos españoles en Francia: método y primeros resultados de investigación, Vol. II, (Estudios de Historia de España, Homenaje a Manuel Tuñón de Lara), Madrid, Universidad Internacional M. Pelayo, 1981.
[15] Aline Vauchelle-Haquet, Les ouvrages en langue espagnole publiés en France entre 1814 et 1833, Aix-en-Provence, Publications de l'Université de Provence, 1985.
[16] James Cortada, A Bibliographic Guide to the Spanish Diplomatic History, 1460-1977, Westport, Connecticut University Press, 1977.
[17] Margaret Rees, French Authors on Spain 1800-1850. A Checklist, Londres, Grant and Cutler Ltd., 1977.
[18] Alpert, Michael y Manuel Tuñón de Lara (eds.), Historiografía española contemporánea: X Coloquio del Centro de Investigaciones Hispánicas de la Universidad de Pau, balance y resumen, México [etc.], Siglo Veintiuno, 1980.
[19] Moreno Alonso, Manuel, Historiografía romántica española: introducción al estudio de la historia en el siglo XIX, Sevilla, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1979 y Moreno Alonso, Manuel y Jacques Godechot (pr.), La Revolución Francesa en la historiografía española del siglo XIX, Sevilla, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1979.
[20] Cirujano Marín, Paloma, Teresa Elorriaga Planes y Juan Sisinio Pérez Garzón, Historiografía y nacionalismo español (1834-1868), Vol. 2, Madrid, Centro de Estudios Históricos del C.S.I.C., 1985.
[21] Jover Zamora, José María, "El siglo XIX en la historiografía española contemporánea (1939-1972)", en El siglo XIX en España: doce estudios, Barcelona, Planeta, 1974, pp. 9-151.
[21 bis] Andrés-Gallego, Jo´se y José María Blázquez, eds. Historia de la historiografía española, Madrid, Encuentro, 1999.
[22] Tuñón de Lara, Manuel, La España del siglo XIX (1808-1914), París, Club del libro español, 1961, p. 18.
[23] Para comprender la evolución del mismo, resulta de gran utilidad la lectura de los trabajos de Clavero, Bartolomé, Pedro Ruiz Torres y Francisco J. Hernández Montalbán (eds.), Estudios sobre la revolución burguesa en España, México, etc., Siglo XXI Editores, 1979, Juan Sisinio Pérez Garzón, "La Revolución burguesa en España: los inicios de un debate científico, 1966-1979" en Historiografía española contemporánea, Madrid, Siglo XXI, 1980, pp. 91-138, Gil Novales, Alberto (ed.), La revolución burguesa en España: actas del coloquio hispano-alemán, celebrado en Leipzig los días 17 y 18 de noviembre de 1983, Madrid, Universidad Complutense, 1985, Álvarez Junco, José, "A vueltas con la revolución burguesa", Zona Abierta nº. 36-37 (julio-diciembre de 1985), Irene Castells, "La rivoluzione liberale spagnola nel recente dibattito storiografico", Studi Storici, 36, nº. 1 (1995), pp. 127-161, Hernández Montalbán, Francisco J., "Burguesía, señoríos y revolución", en Antiguo Régimen y Liberalismo, Homenaje a Miguel Artola. 2: Economía y Sociedad, editado por Javier M. Donézar y Manuel Pérez Ledesma, Madrid, Alianza Editorial/Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1995, Ruiz Torres, Pedro, "Algunos aspectos de la revolución burguesa en España", en Actas del Coloquio: El jacobinisme: Reacció i Revolució a Catalunya i a Espanya (1787-1837), Barcelona, Departament d'Historia Moderna i Contemporánia, Universidat Autónoma de Barcelona, 1990 y "Del Antiguo al Nuevo Régimen: carácter de una transformación", en Antiguo Régimen y liberalismo. 1: Visiones generales, Piqueras Arenas, José A., "La revolución burguesa española. De la burguesía sin revolución a la revolución sin burguesía", Historia Social, nº. 24 (1996), pp. 95-132. Más recientemente, la introducción que Antonio Morales Moya realiza al volumen XXX de la Historia de España de Menéndez Pidal: "La transformación del Antiguo Régimen: Ilustración y liberalismo", ofrece una visión muy completa de la evolución del término a partir de las interpretaciones marxistas así como de las críticas que ha recibido en estos último años.
[24] Álvarez Junco, José, "Sobre el concepto de revolución burguesa", en Homenaje a José Antonio Maravall, editado por Mª. del Carmen Iglesias, Carlos Moya y Luis Rodríguez Zúñiga, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1985, p. 137.
[25] Los afrancesados, Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1953, Los orígenes de la España contemporánea, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1959, La burguesía revolucionaria (1808-1874), Madrid, Alianza-Alfaguara, 1973, La España de Fernando VII, (Historia de España dirigida por Ramon Menéndez Pidal; 26) Madrid, Espasa-Calpe, 1968 (nueva edición aparte en 1999) y Antiguo Régimen y revolución liberal, Barcelona, Ariel, 1978 son quizá los títulos más representativos de su amplia producción
[26] La burguesía revolucionaria..., p. 35.
[27] Fontana Lázaro, Josep, La crisis del Antiguo Régimen (1808-1833), Barcelona, Crítica, 1979, p. 18.
[28] Antiguo Régimen y revolución liberal, Barcelona, Ariel, 1978 o La burguesía revolucionaria (1808-1874), Madrid, Alianza-Alfaguara, 1973 y, por supuesto Los orígenes de la España contemporánea...
[29] "A Gonzalo Anes se debe la formulación de un modelo global de la economía del Antiguo Régimen, establecido a partir de los principios metodológicos de Labrousse, aplicable sobre todo a Castilla, que toma como punto de partida la depresión del siglo XVII y el cambio de coyuntura final que lleva al estancamiento del centro y al desarrollo de la periferia. Concluye con la crisis final del siglo XVIII, debida a las propias limitaciones del modelo que perpetuaba la concentración de la propiedad, las relaciones señoriales y el estancamiento técnico, a la vez que se hacía imposible la formación de un mercado interior y que no pudieron ser superados por la política de los gobiernos ilustrados". Introducción de A. Morales Moya en Morales Moya, Antonio, Mariano Esteban de Vega, Pedro Tedde de Lorca, et al., Las bases políticas, económicas y sociales de un régimen en transformación (1759-1834), editado por José María Jover Zamora, (Vol. XXX, Historia de España Menéndez Pidal), Madrid, Espasa-Calpe, 1998, p. 25. Entre estos estudios, cabe destacar los de Pablo Fernández Albaladejo para el País Vasco, La crisis del antiguo régimen en Guipúzcoa 1766-1833: cambio económico e historia, Madrid, Akal, 1975, Pegerto Saavedra para Galicia, Economía, política, y sociedad en Galicia: la provincia de Mondoñedo 1480-1830, Madrid, 1985, Ángel García Sanz para Castilla, Desarrollo y crisis del Antiguo Régimen en Castilla la Vieja: economía y sociedad en tierras de Segovia de 1500 a 1814, Madrid, Akal, 1977, Antonio Miguel Bernal para Andalucía, La lucha por la tierra en la crisis del Antiguo Régimen, Madrid, Taurus, 1979, Antonio Peiró Arroyo para Aragón, Regadío, transformaciones económicas y capitalismo (La tierra en Zaragoza. 1766-1849), Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1988, Manuel Ardit Lucas para Valencia, Revolución liberal y revuelta campesina. Un ensayo sobre la desintegración del régimen feudal en el País Valenciano (1793-1840), Barcelona, Ariel, 1977. Para una relación detallada de estos estudios, ver la que ofrece A. Morales en las páginas 25-26 del estudio citado.
[30] Pérez Garzón, Juan Sisinio, op. Cit., p. 107.
[31] González Alonso, Benjamín, "Sobre el Antiguo Régimen y la Revolución Liberal", Initium. Revista Catalana d'historia del Dret. 1: Homenatge al Prof. J. M. Gay i Escoda.(1996), p. 730.
[32] Es especialmente brillante su libro Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las Revoluciones hispánicas, Madrid, Mapfre, 1992. También cabe destacar los que, individual o colectivamente, ha dedicado al tema de la revolución en España e Iberoamérica durante esta última década: Annino, Antonio, Luis Castro Leiva, François-Xavier Guerra, et al. (eds.), De los Imperios a las Naciones: Iberoamérica. Zaragoza, IberCaja, Obra Cultural, 1994, Guerra, Francois-Xavier (ed.), Las revoluciones hispánicas, independencias americanas y liberalismo español. Madrid, Editorial Complutense, 1995, Guerra, Francois-Xavier y Annick Lemperiere (eds.), Los espacios públicos en Iberoamerica: ambigüedades y problemas, siglos XVIII-XIX, Mexico, Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos-Fondo de Cultura Económica, 1998, Guerra, François-Xavier, Mónica Quijada Mauriño y Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos (eds.), Imaginar la Nación. Münster, Lit, 1994 o Guerra, François-Xavier (dir.), L'Amérique Latine face a la Révolution française. L'Heritage révolutionnaire: une modernité de rupture, Cahiers des Amériques Latines, 1992.
[33] Hamnett, Brian R., La política española en una época revolucionaria, 1790-1820, México, Fondo de Cultura Económica, 1985, pp. 271 y ss. para las citas.
[34] Aymes, Jean René, Alberto Gil Novales y Luis A. de Oliveira Ramos (eds.), Les révolutions dans le monde ibérique (1766-1834)..., p. 97.
[35] Aymes, Jean René, La Guerra de la Independencia en España 1808-1814, México, etc., Siglo Veintiuno, 1974 (1ª ed. francesa de 1973).
[36] Solís, Ramón, La Guerra de la Independencia Española, Barcelona, Noguer, 1973.
[37] Dufour, Gérard, La guerra de la independencia, Madrid, Historia 16, 1989.
[38] Lovett, Gabriel H., La guerra de la Independencia española y el nacimiento de la España contemporánea. 1/ El desafío al viejo orden. 2/ La lucha, dentro y fuera del país, 2 vols, Madrid, Ediciones Península, 1975 (1ª ed. inglesa en 1965)
[39] Izquierdo Hernández, Manuel, Antecedentes y comienzos del reinado de Fernando VII, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1963.
[40] Gates, David, La úlcera española. Historia de la Guerra de la Independencia, Madrid, Cátedra, 1987.
[41] Priego López, Juan (ed.), Guerra de la Independencia. 5 vols. Madrid, Servicio Histórico Militar - Librería Editorial San Martín, 1972-1981.
[42] IIº Congreso Histórico Internacional de la Guerra de la Independencia y su Época (1959, Zaragoza), Institución "Fernando el Católico" y Miguel Allué Salvador (eds.), Guerra de la Independencia: IIº Congreso Histórico Internacional de la Guerra de la Independencia y su época. Estudios de la Guerra de la Independencia (Zaragoza, 1959). 3 vols, Zaragoza, Institución "Fernando el Católico", 1964-1966.
[43] González Echegaray, Joaquín (ed.), La Guerra de la Independencia (1808-1814) y su momento histórico. 2 vols. Santander, Centro de Estudios Montañeses. Diputación regional de Cantabria. Consejería de Cultura y Deportes, 1975.
[44] Fontana Lázaro, Josep (ed.), La invasió napoleònica: economia, cultura i societat. Bellaterra, Universidad Autónoma de Barcelona, 1981.
[45] Domínguez Ortiz, Antonio, Sociedad y estado en el siglo XVIII español, Barcelona, Ariel, 1976, Herr, Richard, España y la Revolución del siglo XVIII, Madrid, Aguilar, 1964 (ed. inglesa de 1958), Morales Moya, Antonio, Reflexiones sobre el Estado español del siglo XVIII, Madrid, Instituto Nacional de Administración Pública, 1987.
[46] VV.AA., El mundo hispánico en el Siglo de las Luces: Actas del Coloquio Internacional, celebrado en Salamanca entre el 9 y el 11 de junio de 1994, 2 vols, Madrid, Editorial Complutense, 1996.
[47] Corona Baratech, Carlos, Revolución y reacción en el reinado de Carlos IV, Madrid, Rialp, 1957, Las ideas políticas en el reinado de Carlos IV, Madrid, Ateneo, 1954; La doctrina del poder absoluto en España en la crisis del XVIII al XIX, Oviedo, Facultad de Filosofía y Letras,1962.
[48] Seco Serrano, Carlos y Miguel Artola Gallego (pr.), Godoy, el hombre y el político, Madrid, Espasa-Calpe, 1978 y el prólogo a las Memorias del Príncipe de la Paz, (Biblioteca de autores españoles; 89), Madrid, Atlas, 1965.
[49] La Parra López, Emilio, La alianza de Godoy con los revolucionarios: (España y Francia a fines del siglo XVIII), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.), 1992. Este autor sigue trabajando sobre la figura del político y al parecer pronto ofrecerá una nueva monografía sobre el tema.
[50] Idem, p. 180.
[51] Martínez de Velasco, Ángel, La formación de la Junta Central, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.), 1972, pp. 83 y 90. Todo el capítulo dedicado a las Juntas provinciales insiste en esta ausencia de talante revolucionario.
[52] Moliner Prada, Antonio, Estructura, funcionamiento y terminología de las Juntas Supremas Provinciales en la guerra contra Napoleón, los casos Mallorca, Cataluña, Asturias y León, Bellaterra, Universidad Autónoma de Barcelona. Facultad Filosofía y Letras, 1981. Otros estudios dedicados al juntismo entre la amplia producción del autor son: "Movimientos populares en Cataluña durante la Guerra de la Independencia", Estudios de Historia Social, nº. 22-23 (1982), "La Junta Superior de Cataluña y el proceso político español (1808-1812)", Trienio, nº. 3 (1984), "La Junta Superior de Alicante en la Guerra del Francés", Trienio, nº. 6 (1985), Revolución burguesa y movimiento juntero en España, Lleida, Editorial Milenio, 1997 y el más reciente, "La conflictividad social en la Guerra de la Independencia", Trienio, nº. 35 (2000).
[53] Op. cit., p. 38.
[54] Es significativa, por ejemplo, la postura de Palafox, quien se había beneficiado del poder de la voz popular en el momento del alzamiento, no duda más tarde en perseguir las opiniones discordantes, emitiendo, en pleno segundo sitio, una orden destinada a avivar el patriotismo de sus conciudadanos, en la que, junto con una serie de medidas de salud pública, "amenaza con penas sumarísimas a los que coloquen pasquines, desanimen o murmuren". Orden de Palafox, 22 de noviembre de 1808. No la he podido consultar, el texto viene citado por Inocencio Ruiz Lasala, en su Bibliografía zaragozana del siglo XIX (Bimilenario de la ciudad de Zaragoza), Zaragoza, Institución "Fernando el Católico" (C.S.I.C.) Excma. Diputación Provincial, 1977.
[55] Estas y otras preguntas en Jean-René Aymes "Las nuevas autoridades: las Juntas. Orientaciones historiográficas y datos recientes", en El Dos de Mayo y sus precedentes. (Actas del congreso Internacional), Madrid, 20, 21 y 22 de mayo de 1992, editado por Luis Enciso Recio, Madrid, Madrid, Capital Europea de la Cultura, 1992, pp. 567-581.
[56] En El Dos de Mayo y sus precedentes, pp. 567-581.
[57] Vilar, Pierre, "Ocupantes y ocupados: algunos aspectos de la ocupación y resistencia en España en 1794 y en tiempos de Napoleón", en Hidalgos, amotinados y guerrilleros: pueblo y poderes en la historia de España, Barcelona, Crítica, 1982, pp. 169-210.
[58] Jover Zamora, José María, "España en la transición del siglo XVIII al XIX", en Política, diplomacia y humanismo popular: Estudios sobre la vida española en el siglo XIX, Madrid, Turner, 1976, pp. 139-228.
[59] Aymes apunta cuatro interesantes caracteristicas: la representación ampliamente mayoritaria en las juntas del clero, la nobleza y los grupos pudientes, quedando relegadas las clases populares; la dedicación casi exclusiva a funciones legales, empujados por las necesidades del conflicto; la adopción de medidas tendentes a privilegiar los intereses de los notables y, por último, la existencia de continuas tensiones entre las juntas, las autoridades locales, centrales y el ejército.
[60] Bennasar Alomar, M., Cabrera. La Junta Gubernativa de Mallorca y los prisioneros del ejército napoleónico, Palma de Mallorca, 1988, Carantoña Álvarez, Francisco, La Guerra de la Independencia en Asturias, Madrid, Silverio Cañada, 1984, García Gutiérrez, Patrocinio, La ciudad de León durante la Guerra de la Independencia, Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Bienestar Social, 1991, Lafoz Rabaza, Herminio, La Guerra de la Independencia en Aragón. Del motín de Aranjuez a la capitulación de Zaragoza (marzo 1808-febrero1809), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1996, López Fernández, Enrique, Las Juntas del Principado durante la Guerra de la Independencia en Asturias, Oviedo, Junta General del Principado de Asturias, 1999, Martínez Moras, Fernando, La Junta Superior de Subsidios, Armamento y Defensa del Reino de Galicia. Juntas Subalternas o Comisiones Provinciales. La Primera Diputación, única, de Galicia (1810-1814), La Coruña, Moret, 1955, Martínez Morella, Vicente, La Junta de Gobierno de la Ciudad de Alicante durante la guerra de la Independencia, Alicante, Such, Serra y Comp., 1959, Merino Rubio, Waldo, La Junta de León y Castilla en los orígenes del régimen constitucional: el Coloquio de Ponferrada de 2 y 3 de agosto de 1808, León, Diputación Provincial de León, s.a., Quesada Montero, Enriqueta, La actuación de la Suprema Junta de Sevilla a través del diario de su Presidente, Sevilla, Publicaciones de la Excma. Diputación de Sevilla, 1968, Recasens Comes, José M., El Corregimiento de Tarragona y su Junta en la Guerra de la Independencia (1808-1811), Tarragona, Diputación Provincial, 1958, Morange, Claude, "El Conde de Montijo durante la Guerra de la Independencia: apuntes para su biografía (I)", Trienio, nº. 2 (1983) y nº 4 (1984), Moreno Alonso, Manuel, La revolución "santa" de Sevilla: (la revuelta popular de 1808), Sevilla, Caja San Fernando, 1997.
[61] Especialmente en Revolución burguesa y movimiento juntero en España..., aunque también en otros artículos, como el aparecido en el número 35 de Trienio.
[62] Castells, Irene y Josep Fontana Lázaro (pr.), Josep, La utopía insurreccional del liberalismo: Torrijos y las conspiraciones liberales de la década ominosa, Barcelona, Crítica, 1989.
[63] Aymes, Jean-René, "La Guerra Gran (1793-1795) como prefiguración de la Guerra del francés (1808-1814)", en España y la Revolución Francesa, editado por Jean-René Aymes y Josep Fontana Lázaro (pr.), Barcelona, Crítica, 1989.
[64] Romero Mateo, María Cruz, "La sombra del pasado y la expectativa del futuro: 'jacobinos', radicales y republicanos en la revolución liberal", en Revolución y democracia: el jacobinismo europeo, editado por Lluís Roura i Aulinas y Irene Castells, Madrid, Ediciones del Orto, 1995, pp. 107-138.
[65] García Rovira, Anna María y Josep Fontana Lázaro (pr.), La revolució liberal a Espanya i les classes populars (1832-1835), Vich, Eumo, 1989.
[66] Esdaile, Charles J., Spanish army in the Peninsular War, Manchester, Manchester University Press, 1988 y The wars of Napoleon, Londres y Nueva York, Longman, 1995.
[67] Fletcher, Ian (ed.), The Peninsular War: aspects of the struggle for the Iberian Peninsula. Staplehurst, Spellmount, 1998.
[68] Glover, Michael, The Peninsular War 1807-1814. A Concise Military History, London, David & Charles, 1974, Wellington's Army In the Peninsula 1808-1814, Newton Abbot, David & Charles, 1977.
[69] Casado Burbano, Pablo, Las fuerzas armadas en el inicio del constitucionalismo español, Madrid, Editoriales de Derecho Reunidas, 1982.
[70] Blanco Valdés, Roberto L., Rey, Cortes y fuerza armada en los orígenes de la España liberal, 1808-1823, Madrid, Siglo XXI, 1988.
[71] Cepeda Gómez, José, El ejército en la política española (1787-1843). Conspiraciones y pronunciamientos en los comienzos de la España liberal, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1990.
[72] En este sentido destaca el trabajo de editoriales como Ken Trotman o Spellmount.
[73] Artola Gallego, Miguel, "La guerra de guerrilla", Revista de Occidente, II, nº. 10 (1964), Aymes, Jean-René, "La guérrilla dans la lutte espagnole pour l'Indépendance (1808-1814): amorce d'une théorie et avatars d'une pratique", Bulletin Hispanique, LXXVIII, nº. 3-4 (1976), Sánchez Díaz, R., "Revolución y razones históricas de la guerrilla en España", en XIIIe Congrès International de Sciences Historiques, Moscú, 1970, Vilar, Pierre, Hidalgos, amotinados y guerrilleros: pueblo y poderes en la historia de España, Barcelona, Crítica, 1982, Miranda Rubio, Francisco, La guerrilla en la Guerra de la Independencia, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1982.
[74] Esdaile, Charles J., "Spanish guerrillas: heroes or villains?", History Today, nº. 38 (abril) (1988), pp. 28-35, Sánchez Fernández, Jorge, La guerrilla vallisoletana (1808-1814), Valladolid, Diputación Provincial, 1997, Pascual, Pedro, Los curas contra los ejércitos napoleónicos, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2000.
[75] Tone, John Lawrence, La guerrilla española y la derrota de Napoleón, Madrid, Alianza Editorial, 1999 (edición inglesa de 1994)
[76] Alexander, Don W., Rod of Iron - French Counterinsurgency Policy in Aragon during the Peninsular War, Wilmington, Scholarly Resources Inc., 1985, Reynaud, Jean-Louis, Contre-guerrilla en Espagne (1808-1814). Suchet pacifie l'Aragon, París, Economica. Col. Campagnes & Strategies, 1992.
[77] Bennasar Alomar, M., Cabrera. La Junta Gubernativa de Mallorca y los prisioneros del ejército napoleónico, Palma de Mallorca, 1988, Roura i Aulinas, Lluís, "Els prisioners de l'illa de Cabrera (1809-1814)", L'Avenc (1985).
[78] Comunicación presentada al Congreso sobre Guerra de la Independencia celebrado en Zaragoza en 1997. En publicación.
[79] Canales, Esteban, "Ejército y población civil durante la Guerra de la Independencia: unas relaciones conflictivas", en La Guerra del Francès a Catalunya (Cervera, UNED, septiembre 1998), 1998.
[80] Esdaile, Charles J., "Rebeldía, reticencia y resistencia: el caso gallego de 1808", Trienio, nº. 35 (2000), pp. 57-80, Canales, Esteban, "Patriotismo y deserción durante la Guerra de la Independencia en Cataluña", Revista Portuguesa de História, nº. XXIII (1987), pp. 271-300, "La resistència antifrancesa a Catalunya: estudi d'alguns, comportaments", L'Avenç, nº. 113 (1988), pp. 26-33, "La deserción en España durante la Guerra de la Independencia", en Actas del Coloquio internacional: El Jacobinisme. Reacció i revolució a Catalunya i a Espanya, 1789-1837, Barcelona, Departament d'Historia Moderna i Contemporánia, Universidat Autónoma de Barcelona, 1990, pp. 211-230.
[81] Aymes, Jean-René y Jean Tulard, La deportation sous le premier Empire: Les espagnols en France (1808-1814), Paris, Publications de la Sorbonne, 1983.
[82] Pérez Garzón, Juan Sisinio, Milicia Nacional y revolución burguesa. El prototipo madrileño (1808-1874), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.), 1978, Quintí Casals Bergés: "Milicia Nacional, liberalismo y progresismo. El prototipo leridano en los primeros tercios del siglo XIX" (en este último las referencias a la guerra son muy breves), Trienio, nº. 35 (2000).
[83] Álvarez Cañas, Maria Luisa, Cambio político y crisis del antiguo régimen en Alicante (1808-1814): La Guerra de la Independencia en Alicante, Alicante, Patronato Municipal del V Centenario de la Ciudad de Alicante, 1990, Álvarez Cañas, María Luisa, La Guerra de la Independencia en Alicante, Alicante, 1990, Castillo Cano, José, Almería en la crisis del antiguo régimen: la guerra de la Independencia en la ciudad (1797-1814), Almería, Diputación de Almería, 1987, García Gutiérrez, Patrocinio, La ciudad de León durante la Guerra de la Independencia, Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Bienestar Social, 1991, Bayod Pallarés, Roberto G., El reino de Aragón durante el "Gobierno intruso" de los Napoleón, Zaragoza, Librería General, 1979, González Hernández, Vicente, El municipio zaragozano en la Guerra de la Independencia. Los Sitios, cautiverio y liberación de Zaragoza (1808-1814), IV Premio Los Sitios de Zaragoza, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1990, Maestrojuán Catalán, Fco. Javier Ciudad de Vasallos, Nación de héroes (Zaragoza 1809-1814), Zaragoza, Institución Fernando en Católico, en prensa, Infante Miguel-Motta, Javier, El municipio de Salamanca a finales del Antiguo Régimen, Salamanca, 1984, Jiménez de Gregorio, Fernando, Toledo en la Guerra por la Independencia de 1808, Toledo, Diputación Provincial, 1953, Jiménez de Gregorio, Fernando, Toledo y su provincia en la Guerra por la Independencia de 1808, Toledo, Diputación Provincial, 1980, Jiménez de Gregorio, Fernando, El ayuntamiento de Toledo en la Guerra por la Independencia y su entorno, de 1809 a 1814, Toledo, Diputación Provincial, 1984, Sánchez-Arcilla Bernal, José, "Del municipio del Antiguo Régimen al municipio Constitucional, un caso concreto: Guadalajara", en Actas del IV Symposium de Historia de la Administración, Madrid, Instituto Nacional de Administración Pública, pp. 629-682, 1983, Sobrón Elguea, María del Carmen, Logroño en la Guerra de la Independencia, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1986, Baena Pinedo, Pablo, "La división municipal de la revolución liberal", en Antiguo régimen y liberalismo... Vol 3. Política y cultura, pp. 59-71, Hijano Perez, María Angeles, "La pérdida del poder político en los ayuntamientos tras la revolución liberal", en Idem, pp. 163-174, Vega Domínguez, Jacinto, "Nuevo siglo y nuevos ayuntamientos. Instituciones y gobierno municipal en Huelva a comienzos del siglo XIX", en Idem, pp. 351-364.
[84] Castro, Concepción de, La Revolución liberal y los municipios españoles (1812-1868), Madrid, Alianza Editorial, 1979, Hijano Pérez, Ángeles y Miguel Artola Gallego (pr.), El pequeño poder: el municipio en la Corona de Castilla, siglos XV al XIX, Madrid, Fundamentos, 1992, Sánchez-Arcilla Bernal, José, op. cit., Sánchez-Arcilla Bernal, José y Emma Montanos Ferrín, Historia de las instituciones político-administrativas contemporáneas (1808-1975), Madrid, Dykinson, 1994.
[85] Mercader Riba, Joan, José Bonaparte Rey de España. 1808-1813. Historia externa del reinado, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas C.S.I.C. Instituto de Historia "Jerónimo Zurita". Escuela de Historia Moderna, 1971, José Bonaparte Rey de España. 1808-1813. Estructura del Estado español bonapartista, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas C.S.I.C.. Instituto de Historia "Jerónimo Zurita", 1983.
[86] Cruz Román, Natalio, Valencia napoleónica, Valencia, 1968, Galobarde, Miguel, Colección de documentos inéditos sobre el dominio napoleónico en las comarcas del nordeste de Cataluña, Ediciones Biblioteca Palacio de Peralada, 1960, Galobarde, Miguel, El dominio francés en el Ampurdán durante la Guerra de la Independencia, Zaragoza, 1964, Moreno Alonso, Manuel, Sevilla Napoleónica, Sevilla, Alfar, 1995, Muñoz Bustillo Romero, Carmen, Bayona en Andalucía: el Estado bonapartista en la prefectura de Xérez, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1991, Puig i Oliver, Lluís María de, Girona francesa (1812-1814): L'anexió de Catalunya a Franca ì el domini napoleònic a Girona, Girona, Gothia editorial, 1976, Recasens Comes, José M., El Corregimiento de Tarragona y su Junta en la Guerra de la Independencia (1808-1811), Tarragona, Diputación Provincial, 1958, Recasens i Comes, Josep Maria, L'Administraciò Suchet a les comarques Tarragonines, Barcelona, Rafael Dalmau, 1973.
[87] Bernal, Antonio-Miguel, "Consecuencias económicas de la Guerra de la Independencia", en El Dos de Mayo y sus precedentes. (Actas del congreso Internacional), Madrid, 20, 21 y 22 de mayo de 1992, Madrid, Madrid, Capital Europea de la Cultura, 1992, pp. 653-666.
[88] Fontana Lázaro, Josep, "Qui va pagar la guerra del francès?", en La invasió napoleònica: economia, cultura i societat, editado por Josep Fontana Lázaro, Bellaterra, Universidad Autónoma de Barcelona, 1981, pp. 7-20, Bayod Pallarés, Roberto G., Suministros exigidos al pueblo aragones para el ejército napoleónico francés, Zaragoza, Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza, 1979, Carantoña Álvarez, Francisco, La Guerra de la Independencia en Asturias, Madrid, Silverio Cañada, 1984, Miranda Rubio, Francisco, La Guerra de la Independencia en Navarra, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, Institución Príncipe de Viana, 1977, Torras Elías, Jaime, Carlos Forcadell Alvarez y Eloy Fernández Clemente, Estudios de historia económica de Aragón, Zaragoza, Universidad, 1982 (especialmente "Presión tributaria y agravios fiscales en Aragón, 1808-1845" por Carlos Forcadell Alvarez), Forcadell Álvarez, Carlos, "El sistema fiscal aragonés: de la unica contribución a los desajustes y agravios tributarios tras la guerra de la Independencia", en Estudios de hacienda: de Ensenada a Mon. Comunicaciones presentadas al seminario de Hacienda Pública Española: del Antiguo Régimen al sistema liberal (UIMP, Santander, 16-20/VIII/1983), Madrid, Ministerio de Economía y Hacienda. Instituto de Estudios Fiscales, 1984, pp. 231-248, Moliner Prada, Antonio, "Los problemas de la Hacienda en Cataluña durante la Guerra de la Independencia", Anales de la Universidad de Alicante, 2 (1983), Moliner Prada, Antonio, "La economía de Mallorca durante la guerra del Francés", Estudis Baleárics, nº. 20 (1986), Muñoz Dueñas, María Dolores, "Actitudes ante el diezmo en la Guerra de la Independencia", en Actas del III Coloquio de Historia de Andalucía, Córdoba, II, 1983, Muñoz Dueñas, María Dolores, El diezmo en el obispado de Córdoba: 1750-1854, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 1988, Ortiz de Orruño, José María, Álava durante la invasión napoleónica. Reconversión fiscal y desamortización, Vitoria-Gasteiz, Diputación Foral de Álava, 1983, Roura i Aulinas, Lluís, L'antic Règim a Mallorca: abast de la conmoció dels anys 1808-1814, Resum de Tesis Doctoral, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 1984, Torre Campo, Joseba de la, Los campesinos navarros ante la guerra napoleónica: financiación bélica y desamortización civil, Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Secretaría General Técnica, 1991, Ródenas Vilar, Rafael, "Crisis de subsistencia y crisis política en Alicante durante la Guerra de la Independencia", en El siglo XIX en España: doce estudios, Barcelona, Planeta, 1974, pp. 153-166, Otaegui Aritzmendi, Arantza, Guerra y crisis de la hacienda local. Las ventas de Bienes Comunales y de Propios en Guipuzkoa, 1764-1814, San Sebastián, Diputación Foral de Guipuzkoa. Departamento de agricultura y pesca, 1991.
[89] La explicación tradicional desde el libro de Mercader Riba sobre la ocupación napoleónica en Barcelona hasta el más recieente de Tone.
[90] Fontana Lázaro, Josep y Ramón Garrabou (eds.), Guerra y hacienda: la hacienda del Gobierno central en los años de la guerra de la Independencia, Alicante, Instituto Juan Gil-Albert, 1986.
[91] Artola Gallego, Miguel, La Hacienda del siglo XIX: progresistas y moderados, Madrid, Alianza, 1986.
[92] En especial el ya citado de Forcadell y el de Diego López Garrido, "La autonomía del aparato hacendístico en la transición al régimen liberal (Notas para un estudio)", en Estudios de hacienda: de Ensenada a Mon. Comunicaciones presentadas al seminario de Hacienda Pública Española: del Antiguo Régimen al sistema liberal (UIMP, Santander, 16-20/VIII/1983), Madrid, Ministerio de Economía y Hacienda. Instituto de Estudios Fiscales, 1984, pp. 355-372.
[93] Artola, Miguel La Hacienda del siglo XIX..., p. 33.
[94] López Castellano, Fernando, Liberalismo económico y reforma fiscal: la Contribución Directa de 1813, Granada, Universidad de Granada, 1995, p. 443 para la cita.
[95] Cambronero, Carlos, El rey intruso. Apuntes históricos referentes a José Bonaparte, Madrid, Librería de los Bibliófilos españoles, 1909, Méndez Bejarano, Mario, Historia política de los afrancesados, Madrid, Sucesores de Hernando, 1912, Viñas Mey, Carmelo, "Nuevos datos para la historia de los afrancesados", Bulletin Hispanique, XXVI y XXVII, 1924-1925.
[96] Antón del Olmet, Fernando, El cuerpo diplomático español en la guerra de la Independencia, IV. Los afrancesados, Madrid, Imprenta de Juan Pueyo, s. a. [1914].
[97] Sanz Cid, Carlos, La constitución de Bayona, Madrid, 1922. Sobre el mismo tema puede verse el trabajo anterior de Conard, Pierre, La Constitution de Bayonne (1808). Essai d'édition critique, París, E. Cornély, 1910.
[98] Artola Gallego, Miguel, Los afrancesados, Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1953.
[99] Juretschke, Hans, Los afrancesados en la Guerra de la Independencia: su génesis, desarrollo y consecuencias históricas, Madrid, Rialp, 1962.
[100] Dupuis, Lucien, "A propos d'afrancesamiento",Caravelle, I, 1963, pp. 141 y ss.
[101] Muñoz del Bustillo, Carmen, Bayona en Andalucía: el estado bonapartista en la prefectura de Xerez, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1991; Riera i Fortiana, Enrique, Els afrancesats a Catalunya, Barcelona, Curial, 1994; Ramisa, Maties, Els catalans i el domini napoleònic, Barcelona, Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 1995.
[102] Juretschke, Hans, Vida, obra y pensamiento de Alberto Lista, Madrid, CSIC, 1951.
[103] Demerson, Georges, Don Juan Meléndez Valdés y su tiempo (1754-1817), Madrid, Taurus, 1971, 2 vols.
[104] Entre los varios trabajos dedicados por Gérard Dufour a Llorente destaca una "Bibliographie Llorentine", en VV. AA., U. E. R. des langues Romanes et de l'Amérique latine. Hommage à Monsieur le Professeur Claude-Henri Frèches, Aix-en-Provence, Université de Provence, 1984, y especialmente su Juan Antonio Llorente en France (1813-1822), Genève, Droz, 1982.
[105] Berazaluce, Ana María, Sebastián de Miñano y Bedoya (1779-1845), Pamplona, EUNSA, 1983; Claude Morange ha publicado diversos artículos sobre Miñano, especialmente en la revista Trienio, en la que viene publicando además una nueva biografía sobre el personaje por entregas. Véase también su excelente introducción a Sebastián de Miñano. Sátiras y panfletos del Trienio constitucional (1820-1823), Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1994.
[106] Fuentes Aragonés, Juan Francisco, José Marchena, Biografía política e intelectual, Barcelona, Crítica, 1989.
[107] Corts i Blay, Ramón, L'Arquebisbe Félix Amat (1750-1824) i l'última Il.lustració espanyola, Barcelona, Herder, 1992.
[108] Elorza, Antonio, "Cristianismo ilustrado y reforma política en fray Miguel de Santander", Cuadernos Hispanoamericanos, 214 (1967) pp. 73-107; Rochaix, N., "L'Église de l'Espagne et de la France: le cas de Miguel de Santander", en Saigneaux, J. (dir.), Foi et lumières dans l'Espagne du XVIIIe siècle, Lyon, Presses Universitaires, 1985, pp. 37-79.
[109] Ramos, Demetrio, "La técnica francesa de formación de opinión desplegada en Barcelona (1808-1809)",' en VV. AA., Estudios sobre la guerra de la Independencia, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1965.
[110] Sánchez Aranda, José Javier, "Napoleón y la prensa afrancesada en España", en VV. AA., Les espagnols et Napoleón, Aix-en-Provence, Université de Provence, 1984, pp. 85-100, y "La Gaceta oficial de la Navarra, ejemplo de periódico afrancesado", Príncipe de Viana, 176, 1985, pp. 817-836.
[111] Puig i Oliver, L., "Notes sobre la premsa napoleónica a Girona", Anales del Instituto de Estudios Gerundenses, 22, 1974-1975, pp. 337-350.
[112] Véase especialmente La génesis del fuerismo. Prensa e ideas políticas en la crisis del Antiguo Régimen (País Vasco, 1750-1840, Madrid, Siglo XXI, 1991.
[113] Solano Rodríguez, Remedios, "La Guerra de la Independencia española a través de Le Moniteur Universel (1808-1814)", Mélanges de la Casa de Velázquez, nº. 55-75 (1995).
[114] López Tabar, Juan, "Los métodos de captación del régimen josefino: la propaganda afrancesada", en Gil Novales, Alberto (coord.), La revolución liberal española en su diversidad peninsular (e insular) y americana, en prensa.
[115] Barbastro Gil, Luis, Los afrancesados: primera emigración política del siglos XIX español (1813-1820), Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1993.
[116] López Tabar, Juan, Los afrancesados durante la crisis del Antiguo Régimen (1808-1833) (en prensa).
[117] Tomás y Valiente, Francisco, Códigos y Constituciones (1808-1978), Madrid, Alianza, 1989, p. 11.
[118] Diem, Warren M, Las fuentes de la Constitución de Cádiz, Pamplona, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Navarra, 1967.
[119] "La Monarquía parlamentaria" en Ayer, nº 1, p. 122.
[120] "Ilustración y liberalismo en España" en Gil Novales, Alberto, Del antiguo al nuevo régimen en España, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1986, pp. 53-71.
[121] Elorza, Antonio, La ideología liberal en la ilustración española, Madrid, Tecnos, 1970.
[122] En el libro ya citado y el artículo de la Revista de las Cortes Generales de 1987, "La Constitución de Cádiz y el liberalismo español del siglo XIX", pp. 27-109.
[123] Martínez Quinteiro, María Esther, Los grupos liberales antes de las Cortes de Cádiz, Madrid, Narcea, 1977.
[124] Moreno Alonso, Manuel, La generación española de 1808, Madrid, Alianza, 1989, La forja del liberalismo en España: los amigos españoles de Lord Holland, 1793 1840, Madrid, Congreso de los Diputados, 1997.
[125] A los estudios de conjunto ya citados habría que añadir los que se han realizado sobre grupos de determinada procedencia regional: Jardí, Enric, Els catalans de les Corts de Cadis, Barcelona, Rafael Dalmau, 1963, Millán Chiviste, José Luis, "Representación andaluza y pensamiento político en las Cortes de la Isla de León y Cádiz, 1810-1813", Gades 1812-1987 (1987), Ardit Lucas, Manuel, Els valencians de les Corts de Cadis, Barcelona, Rafael Dalmau, 1968 o Torres Liarte, Concepción, Los diputados aragoneses en las Cortes de Cádiz (1808-1814), Zaragoza, Cortes de Aragón, 1987. Las biografías siguen siendo escasas y de valor irregular: Ollero de la Torre, José Luis, Un riojano en las Cortes de Cádiz: el obispo de Calahorra, don Francisco Mateo Aguriano y Gómez, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1981, Fernández de la Cigoña, Francisco José y Estanislao Cantero Núñez, Antonio de Capmany (1742-1813): pensamiento, obra histórica, política y jurídica, Madrid, Fundación Francisco Elias de Tejada y Erasmo Percopo, 1993, Martínez Cachero, Luis Alfonso, Alvaro Flórez Estrada. Su vida, sus obras políticas y sus ideas económicas, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1961, Tomás y Valiente, Francisco y Miguel Artola Gallego, Martínez Marina historiador del derecho, Madrid, Real Academia de la História, 1991. Continúan también las ediciones críticas de obras de los diputados: Martínez de la Rosa, Francisco, Obras de D. Francisco Martínez de la Rosa, editado por Carlos Seco Serrano, (Biblioteca de autores españoles; 148), Madrid, Atlas, 1962, Torra, Cristina, Bartolomé José Gallardo y el Diccionario crítico burlesco, Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, s.a., Argüelles, Agustín, Discursos, editado por Francisco Tomás y Valiente, Oviedo, Graficas Summa, 1995, Arguelles, Agustín, Examen histórico de la reforma constitucional de España, editado por Miguel Artola Gallego, Oviedo, Junta General del Principado de Asturias, 1999, Flórez Estrada, Álvaro, Obras de Álvaro Flórez Estrada, editado por Miguel Artola, (Biblioteca de autores españoles; 112), Madrid, Atlas, 1958, Flórez Estrada, Álvaro, Escritos políticos, editado por Manuel Jesús González, Oviedo, Gráficas Summa, 1994, Gallardo, Bartolomé José, Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, Madrid, Editorial Gredos, 1968, Gallardo, Bartolomé José, Diccionario crítico-burlesco del que se titula Diccionario razonado manual seguido del Diccionario razonado, editado por Alejandro Pérez Vidal, Madrid, Visor, 1994, Martínez Marina, Francisco, Discurso sobre el origen de la Monarquía y sobre la naturaleza del Gobierno Español, editado por José Antonio Maravall, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1957, Martínez Marina, Francisco, Obras escogidas de Don Francisco Martínez Marina, editado por José Martínez Cardos, Vol. I, (Biblioteca de autores españoles; 194), Madrid, Atlas, 1966, Martínez Marina, Francisco, Discurso sobre el origen de la monarquía y sobre la naturaleza del gobierno español, editado por José Antonio Maravall, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1988, Martínez Marina, Francisco, Principios naturales de la moral, de la política y de la legislación, editado por Joaquín Varela Suances-Carpegna, Oviedo, Junta General del Principado de Asturias, 1993 y Martínez Marina, Francisco, Teoría de las Cortes, Oviedo, Junta General del Principado de Asturias, 1996.
[126] Códigos y cosntituciones..., p. 13. Para el tema de la codificación, ver también en Clavero, Bartolomé, "La idea de Código en la llustración jurídica" en Historia. Instituciones. Documentos, 1978, pp. 49-88.
[127] González Alonso, B., "Del Estado absoluto al Estado Constitucional", Manuscrits (1987), pp. 81-90, p. 86 para la cita. Es una lectura repetida por distintos autores, i.e. Artola en Los orígenes... o en el artículo de la revista Ayer.
[128] Ferrando Badía, Juan, "Proyección exterior de la Constitución de 1812", en Las Cortes de Cádiz (n. 1 de la revista Ayer), editado por Miguel Artola Gallego, Madrid, Asociación de Historia Contemporánea, 1991, pp. 207-248, Castells, Irene, "La Constitución gaditana de 1812 y su proyección en los movimientos liberales del siglo XIX", Trocadero. Revista de Historia Moderna y Contemporánea, nº. 1 (1989), pp. 117-132.
[129] Pérez Ledesma, Manuel, "Las Cortes de Cádiz y la sociedad española", Ayer, nº. 1 (1991), pp. 167-206.
[130] Gallego Anabitarte, Alfredo, "España 1812: Cádiz, estado unitario en perspectiva histórica.", Idem, pp. 125-166.
[131] Destacan en este sentido los trabajos de J.M. Cuenca Toribio y E. La Parra López, aunque la bibliografía es muy amplia: Aymes, Jean-Rene, Eve-Marie Fell, Jean-Louis Guereña, et al. (eds.), École et église en Espagne et en Amérique Latine: aspects idéologiques et institutionnels: actes du colloque de Tours (4-6 décembre 1987) / [organizado por] C.I.R.E.M.I.A, Tours, Université de Tours, 1988, Andrés-Gallego, José y Antón M. Pazos, La iglesia en la España contemporánea, Madrid, Ediciones Encuentro, 1999, Álvarez García, Mariano, El Clero de la Diócesis de Valladolid durante la Guerra de Independencia, Valladolid, Institución Cultural Simancas, 1984, Morán Ortí, Manuel, Revolución y reforma religiosa en las Cortes de Cádiz, Madrid, Actas, 1994, Sáez Marín, Juan, Datos sobre la Iglesia Española Contemporánea 1768-1868, Madrid, Editora Nacional, 1975, Callahan, William Jones, Iglesia, poder y sociedad en España, 1750-1874, Madrid, Nerea, 1989 (ed. inglesa de 1984), Fernández de la Cigoña, Francisco José, El liberalismo y la iglesia española. Historia de una persecución. Vol II. Las Cortes de Cádiz, Madrid, Fundación Francisco Elías de Tejada y Erasmo Percopo, 1996, La Parra Lopez, Emilio y Manuel Suárez Cortina (eds.), El anticlericalismo español contemporáneo, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, Castells Arteche, José Manuel y Miguel Artola Gallego (pr.), Las asociaciones religiosas en la España contemporánea: (1767-1965). Un estudio juridíco-administrativo, Madrid, Taurus, 1973, Higueruela del Pino, Leandro, La diócesis de Toledo durante la guerra de la Independencia española, Toledo, Zocodover, 1983, Cuenca Toribio, José Manuel y Jesús Longares Alonso, Bibliografía de historia de la Iglesia, 1940-1974: artículos de revista, Valencia, Departamento de Historia Contemporánea, Universidad de Valencia, 1976, Cuenca Toribio, José Manuel, Estudios sobre la iglesia española del XIX, Madrid, Rialp, 1973, Cuenca Toribio, José Manuel, La Iglesia española ante la revolución liberla, Madrid, Rialp, 1971, Cuenca Toribio, José Manuel, Estudios sobre la Iglesia española del XIX, Madrid, Rialp, 1973, Cuenca Toribio, José Manuel, Iglesia y burguesía en la España liberal, Madrid, Pegaso, 1979, La Parra López, Emilio, "La reforma del clero en España, 1808-1814", en El clero afrancesado. Actas de la Mesa Redonda. Aix en Provence, 25 de enero de 1985, Aix-en-Provence, Université de Provence, 1986, pp. 17-54, La Parra López, Emilio y Antonio Mestre Sanchís (pr.), El primer liberalismo español y la Iglesia: las Cortes de Cádiz, Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, 1985, La Parra López, Emilio y Jesús Pradells Nadal (eds.), Iglesia, sociedad y Estado en España, Francia e Italia: (ss. XVIII-XX): (actas del encuentro celebrado en Alicante los días 14 a 17 de noviembre de 1990). Alicante, Instituto de Cultura "Juan Gil Albert", 1992.
[132] Ocupan un lugar importante los estudios dirigidos por Miguel Artola: Artola Gallego, Miguel (ed.), La economía española al final del Antiguo Régimen. Madrid, Alianza, 1982, Artola Gallego, Miguel, Jaime Contreras y Antonio Miguel Bernal (eds.), El latifundio: propiedad y explotación, ss. XVIII-XX, Madrid, Servicio de Publicaciones Agrarias, 1978, Artola Gallego, Miguel, Ángel García Sanz y Jesús Sanz Fernández (eds.), Reformas y políticas agrarias en la historia de España: (de la ilustración al primer franquismo), Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1996. También cabría citar, Anes, Gonzalo, La economía española, 1782-1928, Madrid, 1970, Clavero, Bartolomé, Mayorazgo: propiedad feudal en Castilla 1369-1836, México [etc.], Siglo Veintiuno, 1974, Forcadell Álvarez, Carlos, "El sistema fiscal aragonés: de la unica contribución a los desajustes y agravios tributarios tras la guerra de la Independencia", en Estudios de hacienda: de Ensenada a Mon. Comunicaciones presentadas al seminario de Hacienda Pública Española: del Antiguo Régimen al sistema liberal (UIMP, Santander, 16-20/VIII/1983), pp. 231-248, Herr, Richard y Eva Rodriguez Halffter (eds.), La Hacienda Real y los cambios rurales en la España de finales del Antiguo Régimen. Madrid, Ministerio de Economia y Hacienda, Instituto de Estudios Fiscales, 1991, Moxó, Salvador de, La incorporación de señoríos en la España del Antiguo Régimen, Valladolid, 1959, Moxó, Salvador de, La disolución del régimen señorial en España, Madrid, 1965, Mutiloa Poza, Jose María, La desamortización en Vizcaya, Bilbao, Caja de Ahorros Vizcaína, 1984, Mutiloa Poza, José Maria, La desamortización eclesiástica en Navarra, Pamplona, 1972, Ortiz de Orruño, José María, Álava durante la invasión napoleónica. Reconversión fiscal y desamortización, Vitoria-Gasteiz, Diputación Foral de Álava, 1983, Ruiz Torres, Pedro, "Fiscalidad señorial y rentas municipales en el País Valenciano a finales del Antiguo Régimen", en Estudios de hacienda: de Ensenada a Mon. Comunicaciones presentadas al seminario de Hacienda Pública Española: del Antiguo Régimen al sistema liberal (UIMP, Santander, 16-20/VIII/1983), pp. 231-248 y Tomás y Valiente, Francisco, El marco político de la desamortización en España, Esplugues de Llobregat, Ariel, 1971. Véase también las referencias a la transición de sistemas en la nota correspondiente, donde se hace mención de otros estudios, así como los párrafos y notas dedicados a la hacienda liberal para una bibliografía más amplia.
[133] "They were self confident men indeed", afirma Herr al hablar de la confianza de los liberales en sus reformas. Herr, Richard, "The Constitution of 1812 and the Spanish Road to Parliamentary Monarchy", en Revolution and the meanings of freedom in the nineteenth century, Stanford, Stanford University Press, 1996, p. 89.
[134] Lorente Sariñena, Marta, Las infracciones a la Constitución de 1812: un mecanismo de defensa de la constitución, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1988.
[135] Prodi, Paolo, Il sacramento del potere: il giuramento politico nella storia costituzionale dell'Occidente, Bologna, Il Mulino, 1992.
[136] Ozouf, Mona, La fête révolutionnaire 1789-1799, París, Gallimard, 1976.
[137] Lorente Sariñena, Marta, "El juramento constitucional", Anuario de Historia del Derecho español (1995), pp. 585-632, una versión más reducida en "El juramento constitucional: 1812", en Antiguo Régimen y liberalismo. Homenaje a Miguel Artola. Vol. 3 Política y Cultura, Madrid, Alianza Editorial/Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1995, pp. 209-230.
[138] "(...) existe una notable tendencia a historiar 'el progreso' y a concebir como 'resistencias' lo que al primero se opusiera, tendencia que, en muchas ocasiones, contiene una propuesta valorativa en sentido afirmativo de lo concebido como 'progreso'. Pero también, con frecuencia, su contenido se expresa reproduciendo simplemente el discurso realizado por los contemporáneos, y por ello autores del mismo, discurso que es sólo la descripción de un proyecto político, pero en absoluto de una sociedad que se oculta tras los valores de cambio", Lorente Sariñena, Marta, "El juramento constitucional", p. 587.
[139] Es una tesis defendida en distintos libros del autor: Chartier, Roger, Cultural history: between practices and representations, Cambridge, Polity Press, 1988, Chartier, Roger, El mundo como representación: Estudios sobre historia cultural, Barcelona, Gedisa, 1992, Chartier, Roger, Isabel Morant Deusa et al., Escribir las prácticas, discursos, práctica, representación, Valencia, Fundación Cañada Blanch, 1999.
[140] Castro Alfín, Demetrio, "Simbolismo y ritual en el primer liberalismo español", en Populismo, caudillaje y discurso demagógico, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas/Siglo XXI Editores, 1987, pp. 287-317. Ver también Maestrojuán Catalán, Fco. Javier, "Escombros épicos o la exaltación patriótica de la ruina", en Del libro de emblemas a la ciudad simbólica. Actas del III Simposio Internacional de Emblematica Hispanica, editado por Víctor Mínguez, Castellón, Universidad Jaume I, 2000, pp. 57-85.
[141] Me refiero a los distintos volúmenes de Les lieux de Memoire, de Pierre Nora y a las obras de Maurice Agulhon sobre la imagen republicana en Francia, especialmente Agulhon, Maurice, Marianne au combat: l'imagerie et la symbolique républicaines de 1789 à 1880, Paris, Flammarion, 1979 y Marianne au pouvoir: l'imagerie et la symbolique républicaines de 1880 à 1914, Paris, Flammarion, 1989.
[142] Lo sustancial sobre estos asuntos se encuentra recogido en Vilar, Pierre, Hidalgos, amotinados y guerrilleros: pueblo y poderes en la historia de España, Barcelona, Crítica, 1982, que reúne un conjunto de estudios sobre el período.
[143] Herr, Richard, "El Bien, el Mal y el levantamiento de España contra Napoleón", en Homenaje a Julio Caro Baroja, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1978, pp. 231-241, otra versión en "Por qué los españoles se levantaron en la primavera de 1808", en El Dos de Mayo y sus precedentes. (Actas del congreso Internacional), Madrid, 20, 21 y 22 de mayo de 1992, Madrid, Madrid, Capital Europea de la Cultura, 1992, pp. 231-242.
[144] Bengio, Abraham, "De Néron à Osiris. Le mythe de Napoléon dans la littérature romantique", pp. 99-132, Carnero, Guillermo, "La utilización del mito antinapoleónico en el primer romanticismo conservador español", pp. 133-158 y Marco, Joaquín, "Reacción frente al francés en la literatura popular en España", pp. 159-184 todos en La invasió napoleònica: economia, cultura i societat...
[145] El trabajo de A. Bengio ofrece un extenso catálogo de los epítetos que se aplican al emperador. En cualquier caso, no podemos olvidar los trabajos de Jean Tulard en este sentido, en especial L'Anti-Napoléon, la légende noire de l'Empereur, Mesnil-sur-l'Estrée (París), R. Julliard, 1964 así como Le Mythe de Napoléon, París, A. Colin, 1971 y Napoléon ou le Mythe du sauveur, París, Fayard, 1977.
[146] Ver Izquierdo Hernández, op. cit.
[147] Ver el excelente artículo de López, Roberto J., "Entre la tradición y la modernidad. Las ceremonias gallegas en el reinado de Fernando VII", Espacio, tiempo y forma, IV, nº. 10 (1998), pp. 375-403.
[148] Además del ya citado libro de Deleito Piñuela sobre la estancia del monarca en Valencia, se puede ver Abad Gimeno, María del Carmen, "La entrada de Fernando VII en Zaragoza", Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita (1965), pp. 331-343, Aguilar García, María Dolores, "Málaga por el regreso de Fernando VII", Boletín de Arte (1991).
[149] López Freire, Ana María, Índice bibliográfico de la Colección Documental del Fraile, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1983 y Poesía popular durante la Guerra de la Independencia española, 1808-1814. Índice de las composiciones publicadas en la prensa periódica y en folletos de la "Colección documental del Fraile", Londres, Grant & Cutler, 1993, Delgado, Sabino (ed.), Guerra de la Independencia: proclamas, bandos y combatientes, Madrid, Editora Nacional, 1979.
[150] Larraz, Emmanuel, Théâtre et politique pendant la Guerre de l'Indépendance espagnole, 1808-1814, Aix-en-Provence, Université de Provence, 1988 y como compilador La Guerre d'Independance Espagnole au théatre 1808-1814: anthologie, Aix en Provence, Université de Provence, 1987, Caldera, Ermanno (ed.), Teatro politico spagnolo del primo ottocento, Roma, Bulzoni Editore, 1991 y Teatro Político del siglo XIX, Barcelona, Gedisa, 1997.
[151] Dérozier, Claudette, La Guerre de l'Indépendence Espagnole à travers l'estampe, París, Librairie Honore Champion, 1976 y Estampas de la Guerra de la Independencia: colecciones: Museo Municipal, Madrid. Antonio Correa, Madrid. Calcografía Nacional Madrid. Arteclio, Pamplona. British Museum, Londres (exposición), Madrid, Ayuntamiento, Área de Cultura, 1996.
[152] Fuentes Aragonés, Juan Francisco y Javier Fernández Sebastián, Historia del periodismo español : prensa, política y opinión pública en la España contemporánea, Barcelona, Síntesis, 1997, Gil Novales, Alberto (ed.), La prensa en la revolución liberal: España, Portugal y América Latina: actas del Coloquio Internacional que sobre dicho tema tuvo lugar en la Facultad de Ciencias de la Información, Universidad Complutense, los días 1, 2 y 3 de abril de 1982. Madrid, Universidad Complutense, 1983, Saiz, Maria Dolores y Maria Cruz Seoane (eds.), Historia del periodismo en España. 2 vols, Madrid, Alianza, 1983. La bibliografía específica es muy extensa: Ferrer, A., "Aspectos de la difusión de la prensa política en las Baleares durante la Guerra de la Independencia", en Culture et société en Espagne et en Amérique Latine au XIXe siécl, editado por Centre d'Études Ibériques et ibéroaméricaines du XIXe siécle de l'Université de Lille III, Lille, Université de Lille III, 1980, Muriel Hernández, Manuel y Mariano Cuesta Domingo, "Noticias sobre Santander y su entorno en la prensa periódica durante la Guerra de la Independencia", en La Guerra de la Independencia (1808-1814) y su momento histórico, editado por Joaquín González Echegaray, Santander, Centro de Estudios Montañeses. Diputación regional de Cantabria. Consejería de Cultura y Deportes, 1975, Fernández Carnicero, Claro J., "El Español de José María Blanco White y la Constitución de 1812", Revista de las Cortes Generales, nº. 10 (1987), Lloréns, Vicente, "'Jovellanos y Blanco', Literatura, historia, política", Revista de Occidente (1967), Gonzalo Hermoso, Alfredo, Pedro Pascasio Fernández Sardino et la polémique suscitée par le Robespierre español, 3 vols, Besançon, Faculté de Lettres et Sciences Humaines de l'Université de Franche-Comté, 1984, Moliner Prada, Antonio, "La prensa en los inicios de la revolución liberal en Mallorca: la Aurora Patriótica Mallorquina", en La prensa en la revolución liberal, Madrid, Universidad Complutense, 1983, Sánchez Aranda, José Javier, "Prensa afrancesada en España. El caso de la Gazeta Oficial de la Navarra", en Idem, Aguirre, M. de y Antonio Elorza (eds.), Cartas y discursos del militar ingenuo al 'Correo de los Ciegos de Madrid', San Sebastián, 1973, Albert Berenguer, Isidro, Bibliografía de la prensa periódica de Alicante y su provincia, Alicante, 1958, Domergue, Lucienne, Le livre en Espagne au temps de la Révolution Française, Lyon, Presses Universitaires de Lyon, 1984, González Echegaray, Carlos, Periódicos y revistas de la Guerra de la Independencia y reinado de Fernando VII en la Hemeroteca Nacional, Madrid, Instituto Bibliográfico Hispánico, 1981, González Hermoso, Alfredo, Le Robespierre español, París, Belles Lettres, 1991, Almuiña Fernández, Celso, La prensa vallisoletana durante el siglo XIX: (1808-1894), Valladolid, Valladolid: Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial, 1977, Fernández Sebastián, Javier, El Bascongado: primer periódico de Bilbao (1813-1814), Ed. facsimilar ed, Bilbao, Ayuntamiento de Bilbao. Área de Cultura y Turismo, 1989, Fernández Sebastián, Javier, La génesis del fuerismo: prensa e ideas políticas en la crisis del Antiguo Régimen (País Vasco, 1750-1840), México [etc.], Siglo Veintiuno, 1991, Fernández Sebastián, Javier, El correo de Vitoria: (1813-1814), Vitoria, Ayuntamiento de Vitoria, 1993, Cuenca Toribio, José Manuel, "Fuentes periodísticas para el estudio de la Guerra de la Independencia", Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita (1972-1973), pp. 141-175, Ramos Santana, Alberto et al., Prensa gaditana (1763-1936), Cádiz, Diputación Provincial, 1987, Gallego y Burín, Antonio, Granada en la Guerra de la Independencia; Los periódicos granadinos en la Guerra de la Independencia, editado por Cristina Viñes Millet, Granada, Universidad, 1990 (1923), Blanco Murillo, Pedro Alberto, Los orígenes de la prensa aragonesa. La trayectoria del Diario de Zaragoza, Diario de Zaragoza. Números 1 al 100. Desde enero a abril de 1797. Estudio e introducción de .../..., Zaragoza, Librería General, 1985, Solano Rodríguez, Remedios, "La Guerra de la Independencia española a través de Le Moniteur Universel (1808-1814)", Mélanges de la Casa de Velásquez, no. 55-75 (1995), Ramos, Demetrio, "La técnica francesa de formación de opinión desplegada en Barcelona (1808-1809)", en II Congreso Histórico Internacional de la Guerra de la Independencia y su época. Estudios de la Guerra de la Independencia. 3 vol., Zaragoza, Institución Fernando El Católico C S I C de la Excma. Diputacion Provincial de Zaragoza, 1966., pp. 193-240, Dufour, Gérard y Elisabeth Larriba (eds.), El Semanario de agricultura y artes dirigido a los párrocos (1797-1808). Valladolid, Ámbito, 1997, Seoane, María Cruz, Oratoria y periodismo en la España del siglo XIX, Madrid, Fundación Juan March, 1977, Fernández Clemente, Eloy y Carlos Forcadell Álvarez, Historia de la prensa aragonesa, Zaragoza, Guara Editorial, 1979.
[153] Almuiña, Celso, "Los medios de comunicación en la crisis del Antiguo Régimen, entre las 'Voces Vagas' y la dramatización de la palabra", en Fernández Albaladejo, Pablo et al., Antiguo Régimen y liberalismo. Homenaje a Miguel Artola. Vol. 3: Política y Cultura, pp. 405-418. Ver también Larriba, Elisabeth, Le public de la presse en Espagne à la fin du XVIIIe siècle: (1781-1808), París, Honoré Champion, 1998.
[154] En España, son de reseñar los trabajos de Teófanes Egido López en un intento por reconstruir la opinión pública española en el XVIII. Al referirse a la cultura popular a través de pasquines, letrillas, etc. acentúa el hecho de que se trata de una literatura de origen no popular, aunque el pueblo sea su destinatario: "No es que la crítica -hemos de insistir en ello- haya sido elaborada por su estamento social; pero ha nacido para él, para informarle o, más frecuentemente, deformarle, con la única finalidad de ganar adeptos a una causa", Egido López, Teófanes, Opinión pública y oposición al poder en la España del siglo XVIII (1713-1759), Valladolid, Universidad de Valladolid. Secretariado de Publicaciones, 1971, p. 49. Más recientemente, Fernando Baras, en un estudio sobre los pasquines zaragozanos de 1766, se distancia de esta teoría, proponiendo un origen popular de los mismos, Barás Escolá, Fernando, "Los pasquines de Zaragoza de 1766 (Una aproximación)", en El Mundo Hispánico en el siglo de las luces, Madrid, Editorial Universidad Complutense, 1996, pp. 431-448.
[155] Artola, Miguel, Los orígenes..., T. I, pp. 279 y ss.
[156] O por el invasor mismo como vehículo de formación de opinión, Ramos, Demetrio, "La técnica francesa de formación de opinión desplegada en Barcelona (1808-1809)", en II Congreso Histórico Internacional de la Guerra de la Independencia y su época..., pp. 193-240. Más recientemente, Solano Rodríguez, Remedios, "La Guerra de la Independencia española a través de Le Moniteur Universel (1808-1814)", en Mélanges de la Casa de Velásquez 1995 (3), pp. 55-75.
[157] Almuiña, Celso, "Formas de resistencia ante los franceses. El concepto de guerra total", en Repercusiones de la Revolución francesa en España. Actas del Congreso Internacional celebrado en Madrid 27-30 noviembre 1989, Madrid, Universidad Complutense, etc., 1990, pp. 453-471.
[158] A los ya citados de S. Delgado o A.M. López Freire habría que añadir: Gella Iturriaga, José, "Cancionero de la Independencia", en Guerra de la Independencia: IIº Congreso Histórico Internacional de la Guerra de la Independencia y su época. Estudios de la Guerra de la Independencia (Zaragoza, 1959), Muñoz Pérez, José, "Los catecismos políticos: de la Ilustración al primer liberalismo español, 1812-1822", en Gades 1812/1987, Cádiz, Diputación de Cádiz, 1987, Aymes, Jean-René, "Du catéchisme religieux au catechisme politique (fin du XVIIIe siècle-début du XIXe)", en École et église en Espagne et en Amérique Latine: aspects idéologiques et institutionnels: actes du colloque de Tours (4-6 décembre 1987) / [organizado por] C.I.R.E.M.I.A., editado por Jean-René Aymes, Eve-Marie Fell y Jean-Louis Guereña, Tours, Université de Tours, 1988, Alvarez Alonso, Clara, "Catecismos políticos en la primera etapa liberal española", en Antiguo Régimen y Liberalismo... Vol. 3. Política y cultura, Madrid, Alianza Editorial, 1995, pp. 23-37. Varios trabajos de Celso Almuiña Fernández analizan este fenómeno de la comunicación: "Formas de resistencia ante los franceses. El concepto de guerra total", en Repercusiones de la Revolución francesa en España. Actas del Congreso Internacional celebrado en Madrid 27-30 noviembe 1989, pp. 453-471, "El Dos de Mayo Madrileño. Las reacciones de la opinión pública", en El Dos de Mayo y sus precedentes. (Actas del congreso Internacional), Madrid, 20, 21 y 22 de mayo de 1992, pp. 483 - 501, "Los medios de comunicación en la crisis del Antiguo Régimen. Entre las "Voces Vagas" y la dramatización de la palabra", en Antiguo Régimen y liberalismo....Vol. 3: Política y Cultura, pp. 405-418.
[159] Aquí también es necesario hacer mención a P. Vilar en Vilar, Pierre, "Ocupantes y ocupados: algunos aspectos de la ocupación y resistencia en España en 1794 y en tiempos de Napoleón". Ver igualmente: Pedro Álvarez de Miranda, Palabras e ideas: el léxico de la Ilustración temprana en España (1680-1760), Madrid, Boletín de la Real Academia, 1992, Seoane, María Cruz, El primer lenguaje constitucional español: (las Cortes de Cádiz), Madrid, Moneda y Crédito, 1968, Dérozier, Albert, "Le Semanario Patriótico et son idéologie de classe (1808-1812)", en La question de la bourgeoisie dans le monde hispanique au XIXe siècle. Colloque International de l'Université de Bordeaux, Bordeaux, Biere, 1973, Battesti-Pelegrin, Jeanne, "Nommer l'innomable: à propos de la rhétorique des proclamas populaires pendant la Guerre d'indépendance", en Les Espagnols et Napoleón, Aix-en-Provence, Publications de l'Université de Provence, 1984, Aymes, Jean-René, Le vocabulaire politique de Blanco-White et d'Alcala Galiano, Paris, 1985, Fuentes, Juan Francisco, "Concepto de pueblo en el primer líberalismo español", Trienio-Ilustración y Liberalismo, nº. 12 (1988), Lloréns Castillo, Vicente, "Sobre la aparición de liberal", Nueva Revista de Filología Hispánica, XII, nº. 1 (1958), pp. 53-58, Moliner Prada, Antonio, "El concepto de patria y nación en la Junta Superior de Cataluña (1808-1812)", en La Història i els joves historiadors catalans, Barcelona, Institut Municipal d'Historia de l'ajuntament de Barcelone, 1984, Roura i Aulinas, Lluis, "El pensament anti-filosofic i contra-revolucionari de la jerarquía eclesiástica española", Trienio, nº. 3 (1984)
[160] La tesis más clásica de la manipulación ideológica ha sido defendida por autores como Javier Herrero o por Luis Barbastro Gil para Valencia (Herrero, Javier, Los orígenes del pensamiento reaccionario español, Madrid, Alianza, 1988, Barbastro Gil, Luis, Revolución liberal y reacción (1808-1833): Protagonismo ideológico del clero en la sociedad valenciana, editado por Caja de Ahorros Provincial de Alicante, Alicante, Caja de Ahorros Provincial, 1987). En ambos casos, se define al púlpito como principal responsable de la construcción y difusión del entramado ideológico que va a favorecer el clima contrario a la Constitución (falsas conjuras, acusaciones de impiedad). Una idea que viene a rebatir la defendida por autores como Federico Suárez o Cristina Diz-Lois (Diz-Lois, María Cristina, El manifiesto de 1814, Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 1967) que no ven en los sucesos de 1814 un movimiento reaccionario, sino reformista, directamente inspirado en los principios de la Ilustración. Los sucesos de Valencia fueron estudiados en su día por José Deleito y Piñuela, Fernando VII en Valencia el año 1814. Agasajos de la ciudad. Preparativos para un golpe de Estado, Madrid, Anales de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Tomo VII, Memoria 1ª, 1911. De forma más general, pueden consultarse: Seco Serrano, Carlos, Historia del conservadurismo español: una línea política integradora en el siglo XIX, Madrid, Temas de Hoy, 2000, Lafage, Franck y Guy Hermet (pr.), L'Espagne de la Contre-Révolution: développement et déclin XVIIIe-XXe siècles, París, L'Harmattan, 1993, Clénet, Louis-Marie, La contre-révolution, París, P.U.F., 1992, VV. AA., Reacció i revolució a Catalunya e a Espanya, 1789-1837, Barcelona, Caixa de Catalunya, 1990, Godechot, Jacques, "Caractères généraux des soulevements contrerévolutionaires en Europe à la fin du XVIIIème siècle et au début du XIXème siècle", en Estudios de la Guerra de la Independencia, pp. 7-22, 1966.
[161] Azcárate, Pablo de, Wellington y España, Madrid, Espasa-Calpe, S. A., 1960.
[162] Rubio Pobes, Coro, Revolución y tradición. El País Vasco ante la Revolución liberal y la construcción del Estado español, 1808-1868, Madrid, Siglo Veintiuno de España Editores, 1996, p. 5. Una tesis muy similar apunta Rafael Ródenas para Alicante.
[163] Al decir intacto, me refiero sobre todo a la importancia de la figura del monarca como referente simbólico, no obvio las modificaciones experimentadas por el aparato ritual destinado a poner en escena este poder. Desde el ya clásico trabajo de Kantorowicz han abundado los estudios desde diferentes ópticas sobre el aparato simbólico de la monarquía (Kantorowicz, Ernst Hartwig, Los dos cuerpos del rey: un estudio de teología política medieval, Madrid, Alianza Editorial, 1985). Los libros de Cannadine (Cannadine, David y Simon Price ed. lit., Rituals of Royalty: power and ceremonial in traditional societies, Cambridge, Cambridge University Press, 1992), Louis Marin (Le portrait du roi, París, Editions de Minuit, 1981), o Peter Burke sobre Luis XIV (The fabrication of Louis XIV, New Haven, etc., Yale University Press, 1994) son un buen ejemplo del éxito de este modelo y de sus límites. En nuestro país son de destacar los trabajos de José Miguel Morán Turina (Morán Turina, José Miguel, La imagen del Rey. Felipe V y el arte Madrid, Nerea, 1990), el de María Pilar Monteagudo Robleda, (La Monarquía ideal: imágenes de la realeza en la Valencia moderna, Valencia, Departamento de Historia Moderna. Universidad de Valencia, 1995), el ya citado de Lisón Tolosana para la casa de los Austrias, o el de Javier Varela para los ceremoniales funerarios, Varela, Javier, La muerte del rey: el ceremonial funerario en la monarquía española, 1500-1885, Madrid, Turner, 1990.
[164] Gestados ya incluso antes de la guerra, a partir de los sucesos del Escorial y Aranjuez. Baste recordar la significativa creación de la Orden de San Hermenegildo en recuerdo del príncipe visigodo. Para los orígenes del mito al comienzo de la guerra, resulta particularmente interesante el artículo de Celso Almuiña, "El Dos de Mayo Madrileño. Las reacciones de la opinión pública", en El Dos de Mayo y sus precedentes... pp. 483-501. También Izquierdo Hernández, op. cit., en el capítulo "La causa del Escorial", pp. 225 y ss. y Roberto J. López en "Entre la tradición y la modernidad. Las ceremonias públicas gallegas en el reinado de Fernando VII" en Espacio, Tiempo y Forma... IV, 10, pp. 375-403, en especial 'La imagen inicial del Fernando VII: el deseado", pp. 385 y ss.
[165] No es el momento de lanzarse a una glosa detallada de los diferentes aspectos que recubre su figura; cualquiera que se haya acercado aun de lejos al período, podrá encontrar numerosos ejemplos en la literatura y las artes de esta desmedida devoción. Es de destacar el análisis del mito fernandino realizado por Roberto J. López en el artículo citado más arriba. Cfr. también Castro Alfín, Demetrio, op. cit., p. 297, Guerra, François-Xavier, op. cit., el capítulo "Imaginarios y valores de 1808", pp. 149 y ss. Herrero lo ve como la construcción de un mito reaccionario animado sobre todo desde el púlpito, op. cit. "El triunfo de un mito", pp. 373 y ss., Creo que es más adecuada la idea de que los absolutistas rentabilizaron y exageraron un imaginario latente en la sociedad a que lo crearan de la nada.
[166] Ya observado por Carnero, Guillermo, "La utilización del mito antinapoleónico en el primer romanticismo conservador español", en La invasió napoleònica: economia, cultura i societat..., pp. 133-158.
[167] Artola, Miguel, La España de Fernando VII, p. 380.
[168] Espinar Casajús, Ana María, Málaga durante la primera etapa liberal (1812-1814), Málaga, CEDMA, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 1994, Vega Domínguez, Jacinto, "Nuevo siglo y nuevos ayuntamientos. Instituciones y gobierno municipal en Huelva a comienzos del siglo XIX", en Antiguo Régimen y Ñiberalismo... Vol. 3. Política y cultura, pp. 351-364, Ródenas Vilar, Rafael, "Crisis de subsistencia y crisis política en Alicante durante la Guerra de la Independencia", en El siglo XIX en España: doce estudios, pp. 153-166 y, también sobre la ciudad de Zaragoza Maestrojuán Catalán, Franciscoco Javier, Ciudad de Vasallos. Nación de héroes, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2001.
[169] Sánchez-Arcilla Bernal, José, "Del municipio del Antiguo Régimen al municipio Constitucional, un caso concreto: Guadalajara", p. 679. En el mismo sentido se manifiesta Angeles Hijano Pérez, op. cit., p. 33 y Concepción de Castro, de forma mucho más matizada, al hablar de los conflictos que surgen por la resistencia de las oligarquías locales que "(...) pueden engrosar las filas de la oposición absolutista o pueden servirse de las nuevas formas para tratar de perpetuarse", Castro, Concepción de, La Revolución liberal y los municipios españoles (1812-1868), p. 73.
[170] Annino, Antonio (ed.), Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX: de la formación del espacio político nacional, México, etc., Fondo de Cultura Económica, 1995. Las elecciones de diputados de 1810-1813 en España han sido estudiadas en Chavarri Sidera, Pilar, Las elecciones de diputados a las Cortes Generales y Extraordinarias (1810-1813) Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1988.
[171] Artola ha formulado con precisión esta teoría en varias de sus obras: "De 1814 a 1849, el tema central de la historia española es la lucha de absolutistas y liberales por el poder, que en manos de los primeros es el medio de mantener la sociedad del Antiguo Régimen y en la de los segundos servirá para dar nacimiento a una nueva sociedad (...) Tal es, reducido a sus proposiciones fundamentales, el modelo de organización social que el liberalismo propone en oposición al modelo estamental vigente en aquel momento. A pesar de la indudable coherencia doctrinal del sistema resulta evidente la estricta correlación entre los intereses de clase de la burguesía a la que beneficia de manera muy directa, aunque no exclusiva, la nueva organización.", Artola, Miguel, La burguesía revolucionaria (1808-1874), Madrid, Alianza-Alfaguara, 1973, pp. 8 y 35 respectivamente. La cursiva en el original.
[172] Sánchez Agesta, op. cit., pp. 39-42.
[173] Guerra, François-Xavier, op. cit., p. 77.
[174] Aymes, Jean-René, op. cit., pp. 48-49.
[175] Leal Curiel, Carole, El discurso de la Fidelidad. Construcción social del espacio como símbolo del poder regio (Venezuela siglo XVIII), Caracas, Fuentes para la historia colonial de Venezuela, 1990, pp. 212 y ss. hace un excelente recorrido por las metáforas del discurso de la fidelidad política.
[176] En este sentido es muy significativo el artículo de J. Álvarez Junco "La invención de la Guerra de la Independencia", donde el autor insiste en el prisma deformante que el nacionalismo español decimonónico supuso en la interpretación de la contienda: Álvarez Junco, José, "La invención de la Guerra de la Independencia", Studia Historica, 12 (1994), pp. 75-99 y Claves de Razón Práctica (1996), pp. 10-19.
[177] Ver el primer apartado de este artículo.
[178] En esta línea Christian Demange ha publicado un artículo -resumen de una tesis doctoral sobre el mismo asunto- sobre la fiesta nacional del 2 de mayo, considerado como un "lieu de mémoire" de la Nación española -a la manera de P. Nora- y la evolución de dicha conmemoración al ritmo de los vaivenes políticos del XIX español. Demange, Christian, "La fête nationale du Dos de Mayo dans la construction de l'imaginaire national espagnol", en Nations en quête de passé. La péninsule ibérique (XIXe-XXe siècles), editado por Carlos Serrano, París, Presses de l'Université de Paris-Sorbonne, 2000, pp. 95-107. Más recientemente, junto con Pierre Géal, Richard Hocquellet y Stéphane Michonneau, ha emprendido un proyecto de investigación sobre la Memoria y el mito de la Guerra de la Independencia en el siglo XIX.