HISPANIA NOVA

Revista de Historia Contemporánea

Fundada por Ángel Martínez de Velasco Farinós

ISSN: 1138-7319    DEPÓSITO LEGAL: M-9472-1998

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NÚMERO 4 (2004)

ARTÍCULOS


AUTOR: Bruno VARGAS

TÍTULO: LAS RELACIONES ENTRE EL PSOE Y LA FUNDACION FRIEDRICH EBERT DURANTE EL FRANQUISMO. 1967 - 1970

 

RESUMEN:

El presente artículo explica cómo la Fundación Friedrich Ebert fomentó, desde mediados de los años sesenta, la creación de un partido de corte socialista en España que supusiera un freno a la influencia del Partido Comunista y que, al mismo tiempo, pusiera las bases para el establecimiento de la democracia en España, todo ello con el rechazo de Rodolfo Llopis, máximo dirigente del PSOE hasta 1972, por entender que suponía la pérdida de la independencia en la gestión política postfranquista por parte de los antiguos dirigentes socialistas.

PALABRAS CLAVE:

Fundación Friedrich Ebert (FFE), Rodolfo Llopis, Günter Grunwald, Elke Sabiel de Esters, Enrique Tierno Galván, Partido Socialista Obrero Español (PSOE), IG Metall, Partido Social Demócrata Alemán (SPD), Alianza Sindical Obrera (ASO)

ABSTRACT

This article explains how the Friedrich Ebert Foundation promoted, from the mid-sixties, the creation of a political party with a socialist trend, in order to put a stop to the influence of the Communist Party and, at the same time, to serve as a basis of a reestablishment of the Democracy in Spain. All of this with the opposition of Rodolfo Llopis, head of the PSOE until 1972, as the thought that it meant a loss of independency in the political affairs of the post-Franco era for the old socialist leaders

KEY WORDS:

Fundación Friedrich Ebert (FFE), Rodolfo Llopis,  Günter Grunwald, Elke Sabiel de Esters, Enrique Tierno Galván, Partido Socialista Obrero Español (PSOE), IG Metall, Partido Social Demócrata Alemán (SPD), Alianza Sindical Obrera (ASO).

 


Las relaciones entre el PSOE y la Fundación Friedrich Ebert durante el franquismo. 1967 - 1970


Bruno Vargas

Université d'Avignon

1- La Fundación Friedrich Ebert [1]

 

Para ningún estudioso del tema es hoy un secreto afirmar que la Fundación Friedrich Ebert (FFE), a la par que contribuyó al establecimiento de una democracia de corte occidental en España, trabajó desde mediados de los sesenta para fomentar la creación de un partido socialista que pudiese contrarrestar la supuesta influencia del Partido Comunista (PCE) en España [2]. Esta pretensión por parte de la fundación alemana, chocó desde un primer momento con la resistencia de la plana mayor del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Toulouse, que pronto intuyó que aquello significaba perder su independencia en la gestión política del post-franquismo, e incluso en la elaboración del discurso ideológico y las consiguientes estructuras de su propio partido. La oposición a estos designios se llevó a cabo durante tres años hasta que los nuevos dirigentes del PSOE nacido en los congresos de Toulouse (agosto 1972) y Suresnes (octubre 1974), decidieron respaldar y ayudarse del asesoramiento político y económico de la fundación socialdemócrata alemana. El presente trabajo pretende esclarecer los motivos que llevaron a Rodolfo Llopis como máximo dirigente del PSOE hasta 1972, a rechazar o por lo menos a intentar controlar la ayuda que la FFE estaba dispuesta a prestar al socialismo español tanto en el exilio como en el interior.

 

En el plano orgánico, la FFE estaba dirigida en la etapa que nos interesa (1967 - 1970), por el doctor Günter Grunwald. Los ingresos se obtenían mediante subvenciones de los ministerios federales, principalmente del Ministerio de Desarrollo Exterior y en menor medida del de Asuntos Exteriores, y regionales respecto a proyectos claramente definidos. Igualmente, los ayuntamientos y otros organismos de derecho público contribuían al financiamiento de seminarios. En más de una ocasión, fueron mecenas privados o públicos quienes financiaron proyectos[3].

 

En el marco ideológico, a pesar de los lazos personales y políticos que unían la FFE al Partido socialdemócrata alemán (SPD), éste no le aportaba ninguna ayuda financiera. Con lo cual era frecuente oír que entre ambas organizaciones las relaciones podían considerarse como amistosas, pero al mismo tiempo distantes. Sin embargo, respecto a los dirigentes de la fundación, los cargos de la presidencia y de la alta administración estaban ocupados por miembros destacados del SPD. Así, Hans Kühn y Alfred Nau, respectivamente miembro del Presidium y Tesorero del SPD, formaban parte de la dirección de la FFE. Además, según los estatutos de la fundación, representantes del mundo de la industria y del comercio eran miembros del buró supervisor de la entidad.

 

En la Fundación cupieron todas las tendencias políticas. El abanico ideológico iba desde los liberales hasta los socialdemócratas, pasando por los democratacristianos y terminando en los socialistas de izquierda. Sólo quedaron excluidos los extremistas de derecha y de izquierda. Bajo la dirección del doctor Grunwald, la FFE tendió hacia una independencia más pronunciada en relación con el SPD. Esta línea de conducta se tradujo por una autonomía de decisión más amplía.

 

A lo largo de las décadas de los sesenta y setenta, la FFE consagró la mitad de su presupuesto al financiamiento de sus proyectos de colaboración internacional. En sus centros de formación, la FFE preparó a los futuros altos cargos que tendrían que iniciar la expansión económica de sus respectivos países. A este respecto, una frase de Hans Kühn, Primer Ministro de Westfalia y Renania Norte, lo explicaba de forma muy explícita: "… si bien la fundación da la enhorabuena a las transformaciones sociales en los Estados coloniales, a este empeño solamente puede contribuir indirectamente formando emigrantes de estos países, que al regreso a su patria habrán de contribuir a la aparición de la libertad"[4].

 

 

2- Las relaciones entre el PSOE y la FFE (1967-1970)

 

Empezaron en septiembre de 1967 y acabaron durante la etapa Llopis, después del seminario organizado junto con la FFE en julio de 1970. El 15 de septiembre de 1967, Rodolfo Llopis recibía una invitación por mediación del secretario para las relaciones internacionales del SPD Hans-Eberhard Dingels y del doctor Günter Grunwald. El director de la FFE debía viajar a España, pero antes quería entrevistarse con el líder de los socialistas españoles para recabar informaciones. Ambos se pusieron de acuerdo para verse el 29 de septiembre en Ginebra en el hotel del Rhône. Dingels podía darse por satisfecho ya que sus esfuerzos para que el PSOE y la FFE entablaran conversaciones para "el bien común de ambas partes" parecían dar sus primeros frutos [5]. Llopis, que desempeñaba el cargo de secretario general con el de relaciones internacionales del PSOE, no tomó solo esta decisión[6]. La Comisión Ejecutiva del Partido Socialista reunida para esta ocasión, le autorizó a aceptar la invitación de la FFE[7].

 

Llopis acudió a la cita ginebrina. A Grunwald le acompañaba Elke Sabiel de Esters, encargada del Secretariado para América Latina de la FFE[8]. El recibimiento resultó de lo más caluroso. Algo que le sorprendió fue que Grunwald le transmitiera al mismo tiempo que sus agradecimientos por aceptar la entrevista, los saludos de la plana mayor del SPD, W. Brandt, H. Schmidt, A. Nau. Tampoco faltaron los de O. Brenner, Presidente del sindicato IG Metall, y de Rosemberg, Presidente de la DGB. Después del episodio de la Alianza Sindical Obrera (ASO), y el papel activo que había desempeñado el potente sindicato del metal alemán en este intento de desestabilización de la UGT en España y en el exterior, Llopis se quedó asombrado ante tantas solicitudes por parte de ambos responsables sindicalistas. Aquello le llevó a pensar que algo estaba cambiando en sus relaciones, o bien que por parte alemana se había operado un cambio de estrategia[9].

 

Grunwald quería explicarle cuáles eran las nuevas metas que se había fijado la FFE con relación a España. Se proponía intensificar las relaciones culturales y "humanas" entre los dos países con la organización de cursillos y seminarios para la formación cívica y política de las nuevas generaciones de españoles. Estas reuniones tendrían lugar en España y Alemania. Por todo ello el máximo responsable de la FFE juzgaba imprescindible conocer la opinión de Llopis al respecto, y sobre todo si podía contar con su colaboración y con la de las organizaciones socialistas para emprender tales acciones.

 

Llopis, que por su ya larga trayectoria política sabia lo qué significaba dar el visto bueno a estas operaciones, quiso exponerle unos hechos de carácter general para que los dirigentes del FFE no se equivocaran sobre el significado profundo de su respuesta [10]. Según él, esto se lo permitían los lazos que unían a dos camaradas que luchaban por los mismos ideales.

 

Empezó diciéndole que la FFE no gozaba de mucha estima ni confianza entre los militantes del PSOE, tanto en la parte que radicaba en el exilio como en la que radicaba en España. Las razones eran varias. Una de las primeras, y tal vez la que más influencia tenía, era que los españoles que participaban en los seminarios organizados por la FFE, eran gentes que habían combatido y seguían combatiendo con saña las direcciones del PSOE y de la UGT, tanto en el exterior como en el interior. Además, la publicidad que se organizaba alrededor de estos cursillos mantenía el equivoco y acentuaba el recelo de los militantes socialistas y ugetistas, ya que todo parecía indicar que el SPD era quien organizaba estas reuniones. La participación a éstas de personas como Antonio García López, Josefina Arrillaga, Pallach y Montesinos, todos ellos militantes de la ASO, acrecentaban aún más la desconfianza de los militantes de la UGT[11].

 

El secretario general del PSOE añadía que este recelo provenía en gran parte de que estos personajes, a pesar de sus actividades sindicales, nunca habían sido molestados por la policía de Franco. Remataba su argumentación con que los militantes del PSOE y de la UGT se sintieron defraudados por la FFE cuando se enteraron de que Josefina Arrillaga, después de la desaparición de la ASO, obtuvo una beca de la Fundación para estudiar en Alemania.

 

Llopis se preguntaba sobre los verdaderos promotores de estos cursillos. ¿Quién los financiaba realmente: la FFE, el sindicato IG Metall o bien la FIOM? Para él, el hecho de que Matthofer[12] y Max Diamant[13] interviniesen en cada uno de estos cursillos demostraba muy a la clara que detrás de todo ello estaba la mano del gigante sindicato del metal alemán. El que la FFE cubriese estas maniobras del secretario para la formación de IG Metall, era otro motivo de indignación para los miembros del PSOE y de la UGT respecto a la fundación.

 

En cuanto a la voluntad de la FFE de introducirse más o menos oficialmente en España, Llopis la juzgaba poco oportuna. La razón invocada era que, debido a la represión que se había acentuado recientemente, se podía asistir a un rebrote de la agitación social y política, hecho que no desaprovecharía el régimen para recuperar los planes de la FFE. Acabó con un argumento que dice mucho sobre la voluntad extrema del PSOE en el exilio de no aparecer involucrado ni de cerca ni de lejos con cualquier operación que hubiese tenido un financiamiento, según pensaba, vía la CIA o uno de sus satélites en Europa. Sacó a relucir el ejemplo de la delegación del Congreso para la Libertad de la Cultura, integrada por intelectuales y profesores de renombre, que pagaron muy caro las consecuencias del escándalo de las subvenciones de los servicios secretos estadounidenses a la revista. Una de las consecuencias de esta operación fue que todo lo que aparecía bajo el patrocinio de una fundación europea o extranjera en España, y fuera de ella, llevaba la sospecha de ser un sucedáneo de un servicio de espionaje. Llopis invitaba a los miembros de la FFE a meditar estos hechos para que no se creyese que la fundación era una copia conforme de la revista de Julián Gorkin. La personalidad misma de Llopis, hombre muy astuto con un sentido del humor mordaz, lleva a pensar que para él no cabía duda de que unos de los financieros privados indirectos de la FFE eran los servicios secretos americanos. Lo que no se sabe es si sus interlocutores alemanes entendieron este tipo de humor, o si ni siquiera le prestaron atención.

 

Lo cierto es que si Grunwald resultó "impresionado" --escribe Llopis--, e intentó esclarecerle algunos puntos. Muy rápidamente le volvió a insistir sobre el único punto que le interesaba: ¿Estaba dispuesto el Secretario General del PSOE a colaborar con la FFE en sus planes para España? La respuesta del dirigente socialista fue matizada. Si el partido socialista -fueron las palabras de Llopis- acordaba mucha importancia a la formación política y cultural de sus militantes, más importancia aún le daba a su independencia. O sea, que sólo aceptaría esta ayuda si se les daban todas las garantías respecto a la elaboración y al control de los seminarios. Los programas, los profesores y los cursillistas serian elegidos por el PSOE. A Grunwald le pareció todo perfecto y no puso objeción alguna a lo que pedía su interlocutor.

 

Éste, sin embargo, que sabía ya de antemano que lo que le interesaba al máximo responsable de la FFE era que Tierno Galván dirigiese estos seminarios, de ahí su proyectado viaje a Madrid, le propuso que se formara un comité de control con Tierno Galván para evitar problemas. De hecho, cuando a Llopis el presidente de la FFE le sugirió la figura del "viejo profesor", aquél elogió su talla intelectual pero subrayó su exceso de protagonismo, su falta de experiencia como militante y su voluntad de rodearse de una corte de aduladores, razones todas que le impedían ser la persona más idónea para esta misión. Ante la firme postura de Llopis, Grunwald le propuso que fuera él quien dirigiese los seminarios. El secretario general del PSOE se negó a aceptar, argumentando que esto le hubiese unido definitivamente a la FFE, extremo que no era deseable ni para él ni para la propia fundación. En cambio, estaba dispuesto a nombrar a algunos amigos con menos significado político para que se encargaran de la dirección de los cursillos. El presidente de la FFE quedó satisfecho con la idea del dirigente socialista, entendiendo que podía contar con su colaboración, aunque sólo fuese de modo indirecto.

 

Con todo uno puede pensar que con esta postura, Llopis acababa de perder la oportunidad de dirigir, o por lo menos controlar, el movimiento socialista del tardo franquismo e incluso postfranquismo. Con estos seminarios lo que pretendía la FFE era formar jóvenes cuadros de un nuevo PSOE, cuyo papel consistiría en cogestionar la transición desde la oposición, y luego dirigir la modernización del Estado español. Al querer evitar la trampa de una relación demasiado estrecha con la FFE, Llopis se había colocado fuera de la carrera que llevaba - ya desde finales de los sesenta - a la preparación del postfranquismo.

 

Lo realmente interesante son las reflexiones últimas de Llopis acerca de esta entrevista. Sobre los motivos que indujeron los socialistas alemanes a dar un paso más en su colaboración con el PSOE, se preguntaba si los acontecimientos recientes en España no iban a precipitar el final del régimen y cogerlos por sorpresa. También reflexionaba si no se disponían ahora a trabajar al lado de los Estados Unidos, siendo así la FFE un instrumento en manos de los americanos. De todas formas, estaba dispuesto a servirse de la fundación "para sacar de ella el mayor provecho posible para nuestros jóvenes"[14]. Pero sin transformarse por ello -pensaba-- en la correa de transmisión de las visiones hegemónicas del SPD, vía la FFE, en los asuntos internos del PSOE. En un alarde de optimismo concluía, que tal vez estas nuevas relaciones tendrían repercusiones en el campo sindical y serian las primicias de nuevos contactos entre IG Metall y la UGT.

 

Se podía esperar, en efecto, que esta reunión y sus conclusiones fueran a desembocar sobre la rápida puesta en marcha de estos cursillos. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Si bien no se enfriaron las relaciones entre ambas partes, si no más bien lo contrario, nada en concreto se realizó[15].

 

Habría que esperar al mes de marzo de 1968 para que Llopis volviera a entrevistarse con Elke Sabiel de Esters, con motivo del Congreso del SPD en Nuremberg. Ésta le propuso de nuevo hacer cursillos en España, o en el extranjero en compañía de Tierno Galván, todo ello patrocinado por la FFE[16]. A Llopis no le faltó tiempo para contestarle que "para hacer cursillos de formación socialista no necesitaba de Tierno Galván"[17]. Para él no se trataba más que de una nueva maniobra para integrarle en un circuito que existía ya en España y otros países con subvenciones de la FFE, vía fondos estadounidenses.[18]. Un mes después de aquella entrevista, le escribió a Elke Sabiel para indicarle que la Permanente del partido había acordado que el PSOE colaborara de forma oficial con la FFE. Le proponía una entrevista durante la próxima reunión del Movimiento Europeo en Bonn, para concretar las modalidades de su colaboración[19].

 

Resulta algo extraña esta tardanza en ponerse de acuerdo, sobre todo después del clima distendido que parecía reinar entre la FFE y el PSOE después de la entrevista entre Llopis y el Dr. Grunwald. De hecho, durante aquella reunión de Bonn, parecía probable que le hubiera comunicado al dirigente de la FFE que este seminario se llevaría a cabo en Toulouse en el mes de septiembre[20]. El SPD mandaría a un conferenciante que disertaría sobre "la organización y estructura del sindicalismo democrático, y las corrientes de extrema derecha en la Republica Federal de Alemania"[21]. En cuanto a los conferenciantes españoles, los elegirían sólo y exclusivamente la ejecutiva del PSOE, que enviaría lo más pronto posible un presupuesto para estos encuentros a la FFE. Sin embargo, a primeros de agosto la colaboradora de Grunwald le escribía a Llopis, mostrando su extrañeza por la tardanza del PSOE en mandar el contenido del programa y, sobre todo, una línea presupuestaria para el seminario.[22].

 

Una de las explicaciones posibles que explica este tira y afloja entre el PSOE y la FFE, se encontraba en el nuevo desencuentro que se produjo durante el congreso de la UGT en agosto de 1967, entre el representante de IG metall y los sindicalistas ugetistas[23]. A partir de ese incidente, y debido a los lazos que unía a H. Matthofer con la FFE y su papel activo en el asunto de la ASO, las ejecutivas del PSOE y de la UGT decidieron cortar cualquier tipo de relación con la FFE. Mientras, Llopis intentaba ganar tiempo porque sabía lo mucho que podía perder el PSOE si se alejaba la ayuda de la fundación alemana. Lo que quería era ver más claro en la especie de entramado que unía al SPD con la FFE, y a su vez a la FFE con IG Metall. Como explicación indicaba que la escuela de verano para los militantes que organiza el PSOE desde hacía muchos años en Suecia, Noruega y Francia, no le había permitido ocuparse del encuentro patrocinado por la FFE. Una afirmación que, entendida en clave, significaba que el PSOE no había esperado la posible ayuda de la fundación alemana para preparar los futuros cuadros del movimiento socialista en una España democrática.[24]. Les proponía finalmente otra reunión durante el Consejo General de la Internacional Socialista (IS), que debía celebrarse en Copenhague el 21 de agosto. En ésta esperaba reunirse con Grunwald para encontrar una fecha definitiva, y hablarle de "otra iniciativa para la cual desearía contar con la FFE"[25]. Del interés de la FFE para que este evento tuviera lugar no se puede tener ninguna duda, ya que Esters le contestó a vuelta de correo, insistiendo en que Grunwald deseaba entrevistarse con Llopis en la capital noruega, pero que debido al retraso en contestar por su parte, el seminario sólo podría hacerse en la segunda quincena de octubre[26].

 

La reunión con Grunwald no llegaría a celebrarse sin que se sepa el motivo de este nuevo desencuentro. El Secretario General del PSOE tardaría dos meses antes de contestar a la última carta de la FFE, lamentando el que no se hubiese podido entrevistar con el dirigente de la fundación, tal como lo habían acordado las dos partes. Lo cierto es que la actitud de Llopis, retrasando siempre la fecha del seminario, debió de exasperar a los miembros de la FFE, lo cual tal vez era lo que buscaba el secretario general del PSOE. Para justificar este último retraso en contestar, anunciaba una próxima reunión entre la ejecutiva y delegados del interior en la cual se fijaría una fecha definitiva para el seminario. El lugar elegido no sería Toulouse, sino la pequeña ciudad minera de Carmaux, donde habitualmente se celebraba la escuela de verano del PSOE y de la UGT, siendo la mayoría de los participantes gente joven del interior. La idea del coloquio se precisaba, tal vez como señal de que ya iba en serio lo de colaborar con la fundación. Se trataba de invitar a un grupo de intelectuales de primer orden para dialogar sobre "marxismo y democracia". El grupo estaría compuesto por cinco personas que no pertenecían al PSOE, que según Llopis ya habían dado su aprobación. Lo completaría una decena de militantes del interior. Además, durante estas jornadas se leerían las comunicaciones de dos intelectuales del PSOE residentes en México[27]. En última instancia, y para dar más alcance a estos encuentros, se proponía publicar los trabajos de este grupo. Antes de emprender cualquier gestión financiera al respecto, quería saber si podía contar con la ayuda de la FFE[28].

 

Que Llopis no se fiara para nada de la FFE, y que dudase sobre la postura que había que adoptar al respecto, lo demuestra la carta que escribió a su viejo amigo, el socialista alemán R. Reventlow[29]. En ella le pedía su opinión acerca de la fundación y, sobre todo, sobre el origen de los fondos manejados por ella. Para Reventlow el dinero procedía de subvenciones del Estado federal a título de ayudas a los países subdesarrollados o bien para la educación cívica. A este respecto, la FFE disponía de tres escuelas donde recibía a sindicalistas de cualquier tendencia, como militantes cristianos de Sudamérica o estudiantes cristianos que estudiaban en la sección francesa de Lovaina[30]. En cuanto a la procedencia "estadounidense" de algunos de estos fondos, Reventlow parecía categórico: "A veces se puede dudar si todo esté bien hecho de lo que hacen (sic), pero de equivoco no hay absolutamente nada"[31].

 

Todo parece indicar que ya en estas fechas la FFE había descartado cualquier colaboración seria con el PSOE liderado por Llopis, considerándole tal vez demasiado intransigente en su voluntad de permanecer inmune ante cualquier injerencia extranjera, incluso si se trataba de un movimiento político o cultural supuestamente cercano. En efecto, tuvo que ser Llopis quien cinco meses después de su última carta reanudara el contacto con la FFE, aprovechando el telegrama de felicitación de Grunwald con motivo de su 74 cumpleaños. En su carta insistía en su iniciativa de reunir a un grupo de intelectuales españoles en torno al tema "socialismo y democracia"[32]. La cifra de invitados algo había variado, ya que ahora eran ocho los profesores residentes en España y seis los militantes socialistas destacados residentes en el exterior[33]. Resulta altamente llamativo que en esta lista no figurara Tierno Galván[34].

 

En su respuesta, Esters, que no dejó de excusarse por no contestar antes, reiteraba su voluntad de colaborar siempre y cuando Llopis precisara más lo que entendía por "socialismo y democracia". Pero sobre todo, volvía a insistir -un año después de la entrevista entre Llopis y Grunwald-- si Tierno Galván o un miembro de su grupo formaban parte de los profesores invitados.[35] El juego del ratón y del gato seguía desarrollándose. Cuando uno daba un paso adelante, el otro se echaba para atrás. Ambas partes estaban dispuestas a colaborar con la única condición de que fuese ella la dueña del juego.

 

Llopis le contestó casi a vuelta de correo. Eran casi los mismos argumentos que días anteriores esgrimió en su carta a Grunwald. Aportaba algunos datos suplementarios, como que ningún profesor invitado conocía el nombre de los demás participantes. El partido socialista sólo les había pedido que mandaran un resumen de su comunicación, para que cada uno conociera el ambiente del coloquio, que se celebraría en agosto a lo largo de 3 días. Los gastos de hospedaje, así como los pasajes de los invitados correrían a cargo de la organización. Por ello pedía la colaboración financiera de la FFE, ya que las suscripciones acerca de los militantes y las peticiones de ayudas a los diferentes partidos de la IS se destinaban en exclusiva a las victimas de la represión en España de finales de 1968. A estas alturas, el que Llopis no presentase un presupuesto con las cantidades exactas que este coloquio demandaba, tiende a demostrar que la ejecutiva del PSOE no veía muy claro el interés a corto plazo de tal evento. Lo mismo podría decirse sobre el contenido del encuentro que se limitaba a un escueto título, sin que se diera un plan de las grandes directrices impuestas por la organización. Y de poco le valía a la dirección de FFE que Llopis le dijera que el tema le parecía de una gran actualidad en España "donde existe una gran confusión ideológica". A unas personas acostumbradas a formar a sindicalistas y futuros cuadros de países encuadrados en el llamado mundo de corte "occidental" -entiéndase de sistema capitalista en lo económico y de democracia liberal en lo político- todo esto debía de sonarles cuanto menos a puro amateurismo.

 

Pero lo que seguramente enfrió para mucho tiempo las relaciones entre el PSOE y la FFE, fue la respuesta que dio Llopis en cuanto a la participación de Tierno Galván. Siendo esto uno de los puntos claves de la ayuda o no de la fundación alemana, la forma y el fondo empleados para contestar a esta demanda no debió de gustar para nada entre las paredes de la vieja institución socialdemócrata. Primero, el Secretario General del PSOE sólo abordaba este tema al final de su carta, presentándolo por ende como una cosa secundaria, lo cual invita a pensar que era lo que menos le preocupaba. Segundo, y en eso la respuesta de Llopis era tajante, estaba totalmente descartado invitar a una persona que había sido expulsada de la Agrupación Socialista Madrileña y del PSOE, y que por lo demás, se había inventado el Frente Unido del Socialismo Español (FUSE) y el Partido Socialista del Interior. "Dos desgraciadas ficciones" que el PSOE no estaba dispuesto a olvidar[36].

 

La consecuencia de esta carta fue la interrupción de las relaciones durante un año. Éstas renacieron por casualidad con motivo de la celebración del congreso del SPD en Sarrebrucken, del 11 al 14 de mayo de 1970. Durante el congreso, Llopis y el delegado del interior Enrique Múgica, logran entrevistarse con Grunwald[37]. El Secretario General del PSOE les adelantó su nueva idea de organizar cursos de formación para jóvenes socialistas en varias ciudades españolas. Se renovaba por otra parte su idea de celebrar en Francia el coloquio "Socialismo y Democracia". Al parecer, sus interlocutores alemanes aceptaron ambas ideas, advirtiéndoles de que la respuesta definitiva sólo podría darse una vez que el presidente y el tesorero de la FFE hubiesen dado su visto bueno. Sin embargo, añadían, dada la gran simpatía que Alfred Nau -a la sazón responsable de las finanzas de la FFE y del SPD- profesaba a los españoles, no debería haber ningún problema. Ambas partes acordaron reunirse en Bonn en cuanto el PSOE hubiese planeado definitivamente el contenido de los cursos, para hablar de la financiación del proyecto.

 

Algunas semanas después, ya de vuelta a España, Múgica reunía en Madrid a los delegados de las federaciones socialistas para tratar del tema. Los reunidos propusieron las fechas del 23 y 24 de julio. A renglón seguido, Llopis escribió a Grunwald para someterle las fechas propuestas. Ante el silencio de la FFE, cursó dos telegramas el 5 y 16 de julio para obtener una respuesta. Finalmente, Grunwald accedió a contestarle, aceptando las fechas señaladas.[38].

 

La delegación española, encabezada por Llopis, se componía de Enrique Múgica, Enrique Moral Sandoval (Madrid), Carlos Corcuera (Guipúzcoa), y de otros cuatro jóvenes militantes de Madrid, Sevilla, Barcelona y Asturias. Viajaron desde Paris a Bonn en tren, donde llegaron el 22 de julio y fueron atendidos por E. S. Esters, Max Diamant y Carlos Pardo.[39]. La comitiva se alojó en una residencia de la FFE en Bergneustadt, distante de 100 Km. de la ex capital alemana.[40].

 

Nada más llegar, Llopis notó la presencia de A. Pallach, miembro destacado del Moviment Socialista Catalán y dirigente de la difunta ASO. Presencia que indignó sobre manera al Secretario General del PSOE, que declaró a Múgica que como responsable del partido socialista y de las relaciones con la FFE, no toleraría que una persona no invitada por su organización participara a esta reunión. Dicho esto se retiró a su habitación sin antes anunciar que si la FFE y los representantes de IG Metall mantenían la presencia de Pallach, él se marcharía enseguida. Minutos después, Múgica y Carlos Corcuera se unieron con su Secretario General para decirle que el ex dirigente de la ASO no asistiría a las reuniones con la FFE. Sin embargo, Múgica se atrevió a decirle que la presencia de Pallach era un tema que había sido zanjado durante el congreso del SPD en Sarrebruck. Llopis rechazó esta alegación, indicando que cuando se abordó la cuestión de las ciudades elegidas para los cursos, al señalar Barcelona uno de los miembros de la FFE se entusiasmó, exclamando que en la capital catalana había otro socialista que no pertenecía a la disciplina del PSOE. A esto, le contestó -según él- que si bien existía un Moviment Socialista de Cataluña que se encontraba dividido en varios grupos, no era menos verdad que en el estado actual de las cosas, y por razones de seguridad, el problema era delicado. De todas formas, prosiguió Llopis, siempre recordando sus palabras a los dirigentes de la FFE, los cursos se organizarían bajo la tutela de los militantes catalanes del PSOE, y sólo ellos podrían decidir si se invitara o no a los miembros del Moviment.

 

Mal comienzo podría comentarse para un seminario que había costado casi tres años de relaciones epistolares, de encuentros y desencuentros, para llegar al final a un mini cursillo. Una reunión que parecía ser el último intento de convencer al veterano Secretario General del PSOE de que había que abrir de par en par las puertas del partido y del sindicato socialistas a las nuevas ideas social liberales y a las "nuevas" gentes.

 

Aquel incidente de la víspera tuvo su corolario durante el desayuno, que Llopis compartió con Carlos Pardo, Enrique Múgica y Max Diamant. Éste se extraño de su reacción ante la presencia de Pallach. Aquél le contestó que no podía consentir la participación de esta persona en un acto organizado por él, y que no estaba dispuesto a olvidar todos los daños que había causado a las organizaciones socialistas españolas. Para sus compañeros y para él, su participación a la ASO hacia de él "un ser vomitivo". Una ultima frase que no podía dejar insensible a Diamant ,que le contestó que si el hecho de pertenecer a la ASO hacía de una persona un ser vomito, tenia delante de él a "dos seres vomitivos" (él y Carlos Pardo). Al decir esto, el funcionario de IG Metall y patrocinador de la ASO, no se dio cuenta sin duda de lo feliz que hacía a Llopis. ¿Cuánto tiempo llevaba esperando este momento el máximo dirigente del PSOE y de la UGT? Ese momento en qué podría decirle cara a cara todo lo que pensaba sobre su papel en la desdichada aventura de la ASO. Llopis, al pronunciar estas frases, sabía muy bien qué alcance tendrían.

 

No obstante, uno puede extrañarse de este acto tan poco político por parte de un hombre curtido en estos quehaceres. Si el desenfado político -en sí muy justificado en el caso presente- pudo más que la cordura, tal vez se debiera a que Llopis en aquel momento no pensaba que la potencia de IG Metall, y por ende el papel de sus dirigentes, pudiese tener una influencia radical sobre la evolución interna del PSOE y de la UGT, sobre todo acerca de las nuevas generaciones de progresistas del interior que se acercaban a las organizaciones socialistas.

 

Las reuniones empezaron con una charla de Max Diamant sobre su trabajo en el seno del sindicato del metal alemán a favor de los trabajadores extranjeros en la República Federal. A continuación, todos los participantes españoles fueron invitados a exponer la situación de su propia federación en España, así como el trabajo que en ella estaban realizando. Esto ocupó una gran parte de la jornada. Al finalizar la tarde, Llopis tomó la palabra para insistir en el hecho de que lo que acababan de decir los jóvenes militantes del interior le parecía sumamente importante, tanto más cuanto que habían tenido que improvisarlo. Lo cual según él, daba todavía más veracidad a lo que acaban de contar. Invitaba a los sindicalistas de IG Metall a trasladarse a España "incluso sin advertirle" para que pudiesen comprobar in situ todo cuánto se había contado aquella tarde.

 

Para él, podía pensarse que el trabajo desempeñado y que seguía haciéndose, era poco importante. Pero a la hora de enjuiciarlo, invitaba a cualquiera a que midiese esta labor dentro del contexto de la dictadura franquista. Un régimen particularmente duro con el PSOE y la UGT, lo que transformaba en un acto de valentía el simple hecho de afiliarse. Destacaba que el hecho de que existiesen órdenes al más alto nivel para que se crearan organizaciones ficticias bajo el amparo de una protección oficial entorno a las organizaciones socialistas tradicionales, dificultaban grandemente su labor. Esto afectaba el trabajo de la ejecutiva socialista que pasaba la mayor parte de su tiempo en luchar contra las confusiones que nacían tanto en el ámbito de las organizaciones internacionales socialistas, como en el interior de España. A este respecto, Llopis se quejaba de que esas ficciones fueran tomadas en serio por algunas organizaciones sindicales - DGB, FIOM - y les invitaba a que hiciesen más caso a las viejas organizaciones sindicales españolas.

 

No quiso terminar sin antes explicar cómo esta reunión había podido celebrarse y cuál era el tipo de relaciones que unía el PSOE con la FFE, punto éste ya explicado en párrafos anteriores de este mismo trabajo. Lo que sí cabe poner de relieve es el comentario final del Secretario General del PSOE. Unas palabras muy significativas de un modo de pensar propio a los viejos socialistas, que tendía a desaparecer con la aparición de nuevos partidos socialistas a principios de los años setenta, tanto en España como en Francia:

 

"Fue el Partido Socialista Obrero Español - dijo y transcribió Llopis - y en su nombre los dos delegados - secretario y miembro de la Permanente - quienes lo plantearon a los representantes de la Fundación. Hablo así impersonalmente para que mis compañeros jóvenes se acostumbren a hablar nuestro lenguaje, en vez de destacar las personas, destacar la organización: ¡ya sé que ahora está de moda [lo primero]…!"

 

Por la noche, Carlos Pardo tenía previsto presentar el trabajo realizado por IG Metall acerca de los trabajadores españoles mediante un diaporama. Max Diamant aprovechó la ocasión para que pudiese participar Pallach, argumentando que como este acto no figuraba en la orden del día, nada impedía su presencia. Nuevamente se opuso Llopis, amenazando con salir de la sala si entraba el dirigente del Moviment. Se entabló una nueva discusión que se saldó por la anulación del acto.

 

La sesión del segundo día se desarrolló en presencia de la representante de la FFE Elke Sabiel de Esters. Se abordó el tema de los cursos de formación en España que se celebrarían en Madrid, Barcelona, Sevilla, Asturias, Levante y País Vasco. Enrique Múgica expuso su plan de trabajo y el presupuesto que conllevaba.[41]. A Llopis le pareció todo esto muy aproximativo y demasiado improvisado. La FFE quería más precisiones sobre lo que Múgica llamaba seminarios[42]. Seguidamente el Secretario General del PSOE explicó a Esters que el partido y el sindicato socialistas tenían una comisión permanente que se ocupaba de la formación del militante, presentándole un esquema de cursos sindicales que se desarrollarían a lo largo de varias etapas. A la vista del contenido de estos cursos y del presupuesto que se pedía, así como de las finanzas de la FFE, Esters estimó que sólo podrían subvencionarse dos seminarios. Se eligieron Sevilla y Madrid, siempre y cuando, como no dejó de insistir la representante de la FFE, se le remitiese un informe más completo sobre el contenido de cada cursillo.

 

Acabó la conversación con el tema del coloquio "Socialismo y Democracia" que Llopis y Múgica plantearon conjuntamente. Una vez más, Esters les preguntó si Tierno Galván formaría parte de los profesores invitados. Ante la respuesta negativa de los representantes del PSOE, Esters no insistió más y se convino que el coloquio se celebraría durante las vacaciones de Navidad de 1971. Dicho coloquio nunca llegaría a celebrarse, sin que se sepa la razón exacta. Sin embargo, pueden avanzarse algunas hipótesis: la primera, la situación interna del PSOE y de la UGT, que entraron a partir del congreso de agosto de 1970 en una época que puede definirse de pre-escisionista. La segunda, que se suspendieron a partir de aquellas fechas las relaciones con la FFE bien por parte de Llopis, bien por parte de la fundación alemana. Lo cierto es que esta falta de relación se extendió también al SPD durante los años 1971 y 1972[43].

 

 

3- Conclusión

 

¿Qué balance puede sacarse de estos tres años de relación 1967 - 1970, aunque tal vez fuese más adecuado hablar de intento de relación entre el PSOE y la FFE? Lo primero que se puede decir es que Llopis puso siempre por encima de todo, incluso de la eficacia, la independencia del partido y del sindicato socialistas. A Múgica, que le acompañaba al Congreso del SPD en mayo de 1970, le explicó claramente que no aceptaría ninguna condición que comprometiera la independencia del PSOE[44]. También podría citarse al respecto otra frase de Llopis a Dingels cuando aquél, sintiendo el acoso del SPD y de IG Metall para que el PSOE y la UGT aceptaran su tutela, exclamó para que supieran a qué atenerse que "nuestra situación no nos obliga a perder la dignidad"[45]. Lo que estaba en juego era, ni más ni menos, la preservación de la independencia de criterios del partido y del sindicato socialistas.

 

El veterano Secretario General del PSOE y Presidente de la UGT no estaba dispuesto a entregarse ni política ni culturalmente a los designios de la socialdemocracia alemana. En el exilio, Llopis había ido evolucionando hacia un socialismo democrático que difería sustancialmente del socialismo alemán. Por tradición "psoísta" y por formación intelectual, se hallaba más próximo al socialismo francés y a sus hombres. Un militante como Enrique Múgica, por ser de otra generación pero, sobre todo, por no compartir intelectualmente ni moralmente las ideas del socialismo histórico español, no tuvo ningún reparo en aceptar la ayuda económica y el acompañamiento ideológico de la socialdemocracia alemana, vía la FFE.

 

En el Congreso de la CIOSI en octubre de 1975, Dieter Koniecki, delegado de la FFE en México, plantea la idea a Nicolás Redondo y Pablo Castellanos de que la FFE realice actividades a favor de la UGT y del PSOE. Ambos solicitan y obtienen del Dr. Grunwald, que también participaba en el evento, el traslado de D. Koniecki a España. A finales de noviembre, coincidiendo con la muerte de Franco, el delegado de la FFE se instalaba en Madrid[46]. A partir de 1976, la actividad de la Fundación Ebert en España iría en aumento, siempre a favor del PSOE y de la UGT, descartándose poco a poco la opción Tierno Galván[47]. Las cantidades invertidas por la fundación socialdemócrata alemana fueron astronómicas. Según Mujal León, ascendieron para el periodo 1975-1980 a 20 millones de dólares[48]. Es un hecho ya contrastado que fueron muchos los aspirantes a desempeñar algún cargo en los recientes PSOE y UGT "renovados", los que emprendieron el viaje hacia la sede de la FFE a partir de 1976, o bien que asistieron en Madrid a cursillos de formación organizados por la fundación alemana. Pensar que la FFE invirtió tantas cantidades de dinero para "proteger y fortalecer la oposición democrática" -extremos que nadie pone en tela de juicio- puede ocultar que esta ayuda tuvo consecuencias ideológicas sobre el devenir del nuevo PSOE. En efecto, esta contribución económica y política vino a llenar de contenido un partido que acababa de fundarse en Suresnes en agosto de 1974. La huida hacia adelante emprendida en el congreso escisionista de agosto de 1972 en Toulouse, dejaba a un partido casi centenario sin estructura, con escasos contactos internacionales y sin medios económicos. Y todo ello en el momento en que los sectores aperturistas del franquismo buscaban una solución pactada de salida a la dictadura con una oposición democrática huérfana de un gran partido socialista.

 

La pregunta que se plantea, pues, y que continúa el tema de este artículo, es saber hasta qué punto esta ayuda de la Fundación Friedrich Ebert influyó en el discurso político y sindical, así como en el modelo de organización seguidos por el PSOE y la UGT en los albores y consolidación de la democracia en España.



[1] Esta institución lleva el nombre del primer presidente socialdemócrata de la República de Weimar en 1919, que ejerció el poder desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta 1924. Al fallecer, su partido, el Socialdemócrata alemán (SPD) decidió crear una fundación cuyas metas consistirían en dispensar las ideas humanistas en la sociedad alemana. Bajo la etapa hitleriana, la fundación fue disuelta y sus miembros perseguidos. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, renació para alcanzar a lo largo de los años una dimensión que superaría muy rápidamente el marco estrecho de la Alemania Federal.

[2] POWELL, Charles, "La dimensión exterior de la transición española" en Revista CIDOB d'Afers Internacionals, n° 26, Barcelona, 1993, pp. 16-17.

[3] Durante los años sesenta, se estima que su presupuesto rondaba los 34 millones de marcos alemanes (50 millones de euros actuales) y que contaba con más de 3000 empleados, de los cuales 120 trabajaban en el extranjero. En cuanto a los ingresos, el 80% procedían de subvenciones públicas o del Estado; lo restante emanaba de donaciones privadas. Esta última característica hace que sea muy difícil localizar la procedencia de los donativos. Según el periodista alemán Hartmunt Klatt, el dinero afluía desde muchos lugares, lo cual dificultaba mucho la localización de los donantes. (Stuttgarter Zeitung, 15-12-1971).

[4] Archiv der Socialen Demokratie, Fundaction Friedrich Ebert Stiftung, Bad-Godesberg, 1970.

[5] Hans-Eberhard Dingels a Rodolfo Llopis, 15-9-67. Rodolfo Llopis a Hans-Eberhard Dingels 20-9-1967. Rodolfo Llopis a Günter Grunwald, 19-9-67. Günter Grunwald a Rodolfo Llopis, 26-9-67. Archivo Rodolfo Llopis. (ARLL).

[6] Se ha acusado en varias obras a Llopis de exceso de protagonismo, o de personalismo demasiado pronunciado. Tales juicios, si bien no carecen del todo de una cierta verdad, deberían no obstante ser matizados. Si Llopis por el PSOE, y Pascual Tomás por la UGT fueron los únicos representantes del partido y del sindicato socialista en los congresos internacionales, se debió principalmente al hecho de que las finanzas del PSOE y de la UGT no daban para más. El aparato del partido y del sindicato se veía reducido a lo estrictamente necesario, siendo casi las mismas personas quienes desempeñaban las funciones en ambos organismos.

[7] Aquel día estaban presentes Miguel Armentia Juvete, Carlos Martínez Parera, Manuel Muiño y Antonio García Duarte.

[8] Hoy Elke Sabiel dirige la delegación de la FFE en Bucarest. Me puse en contacto con ella para que me aclarara algunos detalles sobre aquellas reuniones. Pese a que mis preguntas eran muy precisas, recordando fechas, lugares y personas, me contestó de forma muy escueta, diciéndome que no recordaba nada.

[9] Rodolfo Llopis a Adolfo Llopis Brave, 17-10-1967. ARLL.

[10] El desarrollo de la entrevista en: Fundación Ebert. Entrevista en Ginebra, 29-9-1967. ARLL.

[11] En 1967 la ASO había dejado prácticamente de existir, aunque unos años antes este grupo estuvo a punto de desagregar al PSOE y a la UGT en España. Sobre la ASO y su papel disgregador del movimiento socialista y ugetista español, ver MATEOS, Abdón, El PSOE contra Franco, Madrid, pp. 298-313, y VARGAS, Bruno, Rodolfo Llopis (1895-1983. Una biografía política, Barcelona, p. 289, n. 35.

[12] Desde 1961 secretario de Formación del sindicato IG Metal, durante varias legislaturas diputado del SPD, fue secretario de Estado del ministerio de Cooperación Económica en el segundo gobierno de W. Brandt y llegó a ser ministro de Investigación y Tecnología en el primer gobierno de Helmut Schmidt.

[13] Militante anti nazi, logró exiliarse a México durante el régimen hitleriano. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial regresó a la zona oeste de Alemania, donde trabajó como funcionario del potente sindicato del metal, encargado de los trabajadores extranjeros en la República Federal Alemana.

[14] Fundación Ebert. Entrevista en Ginebra, 29-9-1967. ARLL.

[15] Prueba de ello fue el telegrama de felicitación que Günter Grunwald mandó a Rodolfo Llopis para su 73 aniversario. Si bien la directiva del SPD no dejaba pasar un año sin felicitarle su cumpleaños desde hacia muchos años, en cambio fue la primera vez que un dirigente de la FFE se manifestaba para tal ocasión. Telegrama de Grunwald a Rodolfo Llopis, 27-2-1967. ARLL.

[16] En el seno de la Fundación, Elke Sabiel apoyó siempre la alternativa Tierno Galván ante las reticencias de Llopis y de la ejecutiva del PSOE, incluso, cuando ya a principios de 1976 la FFE decidió apoyar decididamente al PSOE y a la UGT liderados por Felipe González y Nicolás Redondo. Entrevista con Dieter Koniecki, 27-10-2002. Entrevista telefónica con Verónica Isenberg, 5-2-2003.

[17] Viaje a Nuremberg, 17-19 octubre 1975. ARLL. En este documento, Rodolfo Llopis recuerda en el primer párrafo la conversación que tuvo con Elke Sabiel en el Congreso del SPD, celebrado en 1968 en dicha ciudad.

[18] Ibíd., p. 1.

[19] Rodolfo Llopis a E. S. de Esters, 24-4-1968. ARLL.

[20] Resulta cuando menos sorprendente la fecha elegida si se quería que viniese gente del interior, ya que era más fácil aprovechar los meses de verano - agosto principalmente - que por diferentes motivos permitían el paso de la frontera de varias personas sin por ello levantar las sospechas de las autoridades franquistas.

[21] Elke S. de Esters a Rodolfo Llopis, 1-08-1968. ARLL.

[22] Ibíd...

[23] Durante el Congreso de la UGT (1 - 4 de agosto 1967), H. Mathoffer (IG Metall) y Benedit (FIOM) libraron en la tribuna del congreso una dura critica a la línea sindical seguida por la UGT. A raíz de esto, se entabló un agrio enfrentamiento verbal entre Pascual Tomas y Hans Mathoffer ante el pleno del Congreso. Para una lectura de las intervenciones véase Le Socialiste, 15-08-1968.

[24] Lo cierto es que tanto la duración de la dictadura como la escisión de la UGT (1971) y del PSOE (1972) malograron estos esfuerzos. En relación a la UGT, tan sólo pueden citarse los casos de Manolo Garnacho, Paulino Barrabés, Antonio García Duarte y Manuel Simón Velasco. En cuanto al PSOE, salvo Carmen García Bloise, ningún militante perteneciente a las JJ. SS. en el exilio logró desempeñar un cargo en las ejecutivas del PSOE, después del restablecimiento de la democracia.

[25] Rodolfo Llopis a Elke S. de Esters, 9-8-1968. ARLL.

[26] Elke S. de Esters a Rodolfo Llopis, 15-8-1968. ARLL.

[27] Al parecer, a raíz de esta propuesta Rodolfo Llopis se quejó ante la ejecutiva socialista de la actitud de Múgica que juzgó demasiado proclive a escuchar los consejos de Max Diamant, más que de actuar en consonancia con su secretario general. Pronto este alejamiento entre ambos militantes tuvo consecuencia en España donde la ejecutiva provincial de Alicante (cercana a Llopis) fue sustituida por otra, después de un viaje de Múgica a Elda y Elche. Minuta CE. Reunión 4-12-1968. ARLL.

[28] Rodolfo Llopis a Elke S. de Esters, 9-11-1968. ARLL.

[29] Periodista alemán, se exilió a España con la llegada de Hitler al poder en 1932. Se afincó en Villena (Alicante) desde donde entró en contacto con el PSOE y su principal representante en la provincia, Rodolfo Llopis. Finalizada la Segunda Guerra Mundial regresó a Alemania, donde volvió a ejercer su profesión, llegando a ser secretario general de la agrupación del SPD de Munich.

[30] Uno de estos estudiantes becados fue en 1965 Felipe González.

[31] R. Reventlow a Rodolfo Llopis, 5-9-1968. ARLL.

[32] Como puede verse Llopis había sustituido la palabra "marxismo" por "socialismo" en el título de su seminario, tal vez para no herir la nueva sensibilidad socialdemócrata emprendida por el SPD desde el congreso de Bad-Godesberg de 1959, que marcó el abandono de cualquier referencia al marxismo por parte del partido social demócrata alemán.

[33] Rodolfo Llopis a Günter Grunwald, 13-3-1969. ARLL.

[34] Los ocho profesores o intelectuales eran Dionisio Redruejo, el padre González Ruiz, Pedro Laín Entralgo, José Luis L. Aranguren, Antonio Tovar, Garagorri, Jiménez de Parga y Aguilar Navarro. Informe confidencial de Rocha Alba (Juan Losada) a Rodolfo Llopis, 2-6-1967, 22-7-1967 y 6-1-1968. Minuta Rodolfo Llopis, Reunión Ebert, s.f...

[35] Elke S. de Esters a Rodolfo Llopis, 27-3-69. ARLL.

[36] Rodolfo Llopis a Elke S. de Esters, 2-4-1969. ARLL.

[37] A esta reunión asistieron también Hans-Eberhard Dingels, Kohn Brandenburg, Hans Matthofer y Max Diamant. Memoria XI Congreso PSOE, pp. 6-7.

[38] Rodolfo Llopis a Günter Grunwald, 26-7-1970. Telegrama de Rodolfo Llopis a Günter Grunwald, 5-7-1970 y 16-7-1970. ARLL.

[39] Funcionario de IG Metall de nacionalidad española, encargado de los trabajadores españoles en la Republica federal. Con la vuelta de la democracia, se le designó representante del sindicato alemán en España y Portugal.

[40] Para la relación del contenido de estas jornadas seguimos el relato de Llopis en Nota reservada. Viaje a Bonn 23-25 julio 1970. ARLL.

[41] Informe proyecto de Programa para Cursillos en el interior, 26-6-1970. ARLL.

[42] Comentarios al presupuesto de Actividades Educativas en el interior, junio 1970. ARLL. El tesorero del PSOE Carlos Martínez Parera había calificado algunas semanas antes el proyecto de Múgica de excesivamente ambiguo, y de que el proyecto de financiamiento no había sido debidamente meditado.

[43] El correo con el SPD, sólo consta de dos cartas para 1971 y tres para 1972. Las cinco escritas por Rodolfo Llopis, y que no recibieron contestación alguna. ARLL.

[44] Congreso del Partido Socialdemócrata Alemán. Sarrebrucken, 11-14 de mayo de 1970. Dactilogr., p. 3. ARLL. A este respecto, véase VARGAS, Bruno, Rodolfo Llopis..., pp. 286 - 287. Sobre este viaje, la versión de Enrique Múgica en su libro Itinerario hacia la libertad, Barcelona, 1986, p. 104.

[45] Rodolfo Llopis a Hans-Eberhard Dingels, 23-3-66. ARLL.

[46] Pablo Castellano alude a este episodio en su libro Yo sí me acuerdo, Madrid, 1994, p. 245. Entrevistas con Nicolás Redondo y Pablo castellano, Madrid, marzo de 2003.

[47] Dieter Koniecki comenta que al llegar a España se entrevistó con varios militantes socialistas o autoproclamados socialistas, y que en muchos vio improvisaciones, pocos proyectos serios, y poca o nula preparación militante. Según él, uno de los pocos que se le acercó con una buena preparación y una visión clara acerca de cómo había que dirigir un partido socialista fue Felipe González. Entrevista con Dieter Koniecki, Madrid octubre 2002 y marzo 2003.

[48] MUJAL-LEON, E. M., European Socialism and the conflict in Central America, Washington, 1989, p. 2. El autor se basa en los datos proporcionados por el PSOE. In POWELL Charles, " La dimensión exterior… ", p. 21, n. 34. Esta cifra corresponde con las afirmaciones de Dieter Koniecki que habla para el periodo 1976-1980 del envío de más de 27 millones de marcos (16,8 millones de dólares de la época) a España. In POWELL, Charles, España en democracia, 1975-2000, Madrid, 2002, p. 413, n. 151.

 

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