HISPANIA NOVA

Revista de Historia Contemporánea

Fundada por Ángel Martínez de Velasco Farinós

ISSN: 1138-7319    DEPÓSITO LEGAL: M-9472-1998

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NÚMERO 3 (2003)
DOSSIER

TÍTULO: 
VISITAS PASTORALES DE LA DIÓCESIS DE BADAJOZ EN EL EPISCOPADO DE MATEO DELGADO MORENO (1817-1833)

autor:
José SARMIENTO PÉREZ

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resumen:
Las visitas pastorales fueron el medio de control por excelencia que los obispos tenían dentro de cada una de sus jurisdicciones. Éstas eran muy minuciosas, nada de lo perteneciente a la administración eclesiástica o civil se quedaba sin ver. En el presente artículo estudio las visitas que se encuentran recopiladas en el Archivo del Arzobispado de Mérida-Badajoz, relativas a 26 localidades y comprendidas entre los años 1877-1833.

palabras clave:
Concilio de Trento, Parroquias, Ermitas, Cofradías, Capellanías, Hospitales, Conventos.


abstract:
The visitas pastorales were the usual procedure of control used by bishops in their jurisdictions. These were very thorough visits, and nothing related to ecclesiastical or civil administration escaped to them. In the current article, I consider the visits that are compiled in the Archives of the Archbishopric of Mérida-Badajoz, which have to do with 26 localities and cover the years between 1817 and 1833.

key words:
Council of Trent, Parishes, Chapels, Brotherhoods, Chaplaincies, Hospitals, Convents.


        I. ESTADO DE LA CUESTIÓN

        Aunque este tipo de fuentes ofrecen una gran información, tan sólo recientemente han comenzado a explotarse tras los trabajos de J. L. Tellechea Idígoras en "El formulario de visita pastoral de Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo"[1], junto con La reforma tridentina en San Sebastián. El Libro de Mandatos de Visitas de la parroquia de San Vicente (1540-1672)[2], y de Cobos Ruíz de Adana en "El clero en el siglo XVII. Estudio de una visita secreta a la ciudad de Córdoba"[3]. Posteriormente la profesora M. L. Candau Chacón sistematizó la información que puede ofrecer este tipo de documentación en "Los libros de visita parroquiales como fuente de estudio del clero rural".[4] Por su parte Arturo Morgado García  hizo también una alusión a las visitas pastorales de la Diócesis de Cádiz, pero limitándose exclusivamente a los aspectos referentes al estado moral del clero.[5] Hay que destacar al mismo tiempo a Ll. G. Nualart i Labarta, en "Les visites pastorals de l´arquebisbe de Tarragona a Valls a la darreria del segle XVIII",[6]  a Jordi Rius Jové  en "Las visitas pastorales en la parroquia de Picamoixons (Alt Camp) a finales del Antiguo Régimen (1773-1790)"[7] y a J. M. García Añoveros con "Visitas pastorales en la Diócesis del reino de Guatemala, (1572-1591)",[8]  En el ámbito extremeño hay que mencionar a Eladio Méndez Venegas, archivero del Arzobispado de Mérida-Badajoz, que ha publicado dos artículos relacionados con esta temática. En el primero, titulado "Aportación documental sobre Mérida a finales del siglo XV. Una visita de la Orden de Santiago",[9]  el autor da a conocer dicho documento en el que se proporcionan muchos detalles sobre esa localidad; en el segundo "Arte en la Colegiata de Zafra, según datos de la visita apostólica de 1652 y posteriores",[10] se analiza las distintas dependencias de la iglesia Colegial  desde el punto de vista artístico.

        En cuanto a las fuentes inéditas he estudiado en el Archivo del Arzobispado de Mérida-Badajoz (AAMB) 42 actas de  visitas recopiladas en el legajo 15, bajo el título de Actas de Santa Visita, comprendidas entre los números 8 y 49,  y los años 1828 y 1830.[11]. He completado dicho estudio con las visitas, efectuadas en la localidad de Torre de Miguel Sesmero en 1817 y 1829. Ambas  se encuentran recopiladas en el legajo bajo la denominación de Papeles sueltos del Archivo Parroquial de dicha localidad (APTMS).

        II. INTRODUCCIÓN

        Las visitas pastorales o canónicas respondían a una antigua costumbre iniciada en la Iglesia oriental en el siglo IV y ya presente en la Iglesia hispana a comienzos del siglo VI. En la Edad Antigua (época apocalíptica y patrística), los concilios legislaron sobre su obligatoriedad y establecieron formularios, y en algunos de los medievales fijaron una perioricidad anual, -que luego se iría dilatando-, y la norma de que el visitador recibiera un estipendio por parte de la iglesia visitada. Pero en la Baja Edad Media, hasta el siglo XV exclusive, se apreció una decadencia que obedeció a diversas causas: disminución de la potestad jurisdiccional de los obispos sufragáneos por el abuso de la autoridad de los metropolitanos, usurpación del derecho de visita por el arcediano, conflictos bélicos, inseguridad de comunicaciones, miseria de los poblaciones, etc. Pero en el siglo XV, a consecuencia de las reformas emprendidas por los Concilios de Constanza (1414), Basilea (1431) y Florencia (1438), experimentaron un resurgimiento que culminó con el Concilio de Trento (1545-1563), regulador de su práctica, que con altibajos se fue imponiendo en adelante.

        La función de vigilancia o inspección administrativa que se desarrollaban en las visitas pastorales, eran competencia generalmente del Obispo u otro ordinario del lugar, que la llevaba a cabo personalmente o por medio de un delegado o vicario foráneo. En el clero regular los superiores mayores realizaban también la visita canónica, aunque dentro del ámbito que les era propio: casas y personas bajo su jurisdicción ordinaria.[12] También estaban obligados a  hacerla los superiores de las Órdenes Militares, aunque siempre delegando en un comendador y un eclesiástico. Éstas eran minuciosas, nada de lo perteneciente a la administración eclesiástica o civil se quedaba sin ver, bien fueran iglesias, ermitas, cofradías, capellanías, obras pías, memorias de misas, ornamentos, hospitales y conventos, etc. e igualmente ocurría en el aspecto civil, examinándose los concejos, ayuntamientos, bienes pertenecientes a la mesa maestral, las encomiendas, las fortalezas e incluso los hombres de armas para saber si tenían pertrechos propios de su oficio y dispuestos siempre a servir al rey, si éste necesitaba de sus servicios.[13]

        El objetivo de las visitas era doble: por un lado estaba el real: que abarcaba el conjunto de bienes y su administración, como era la comprobación de rentas, revisión de cuentas, estado material de los templos, utensilios, libros y ornamentos de culto, situación de los beneficios y sus bienes, de las propiedades, etc.; y por otro el personal, que comprendía tanto a los eclesiásticos, especialmente en cuanto al cumplimiento de sus deberes clericales, como a laicos al servicio de la iglesia, y en general la detección y consiguiente corrección de eventuales irregularidades, abusos, errores, escándalos o desórdenes.

        En muchos archivos parroquiales las actas de visita han desaparecido, si bien pueden encontrarse referencias en los archivos diocesanos, como en el Archivo del Arzobispado de Mérida-Badajoz, en el que se encuentran recopiladas las relativas a  un total de 26 localidades, que suponían aproximadamente un 56% del total de la antigua jurisdicción del Obispado de Badajoz.[14] Todas están encuadradas cronológicamente durante el episcopado de D. Mateo Delgado Moreno.[15]

        Las visitas fueron efectuadas por el licenciado D. Marcelino Navarro, canónigo de la iglesia catedral de Badajoz, examinador sinodal y visitador general de la Diócesis, en nombre del Obispo D. Mateo Delgado, salvo la de 1817, correspondiente a la localidad de Torre de Miguel Sesmero, que la realizó el propio prelado.

        III. VISITAS PASTORALES

        La documentación estudiada se puede dividir en dos grandes bloques. En el primero, encuadrado bajo la denominación de "Actas de Santa Visita", se ofrece una abundante información sobre distintos aspectos: estamento eclesiástico, relación de iglesias, ermitas, capillas, oratorios, conventos, hospitales, etc., así como todo lo relativo a las diversas fundaciones instituidas en cada iglesia.  El segundo bloque, bajo la denominación  de "información sumaria y secreta",  se fijaba fundamentalmente en el aspecto moral del clero, haciendo hincapié en el grado de cumplimiento de sus deberes clericales.

        1. Actas de Santa Visita

        Las "actas de Santa Visita" comenzaban con un auto, estereotipado para todos los pueblos de la Diócesis de Badajoz,  en el que se anunciaba que se iba a realizar la visita pastoral en un determinado lugar. Después se nombraban la parroquias y los días fijados para llevarlas a cabo, convocándose al unísono al estamento eclesiástico, a los alcaldes, ayuntamientos, colectores, mayordomos de fábricas, albaceas testamentarios, poseedores de vínculos, etc. Dicho auto terminaba con las rúbricas del visitador general y del notario D. Diego Arteaga y Torrado. A continuación, y después de efectuar una diligencia de oficio, se completaban minuciosamente los distintos apartados que componían las actas. Por regla general se observa  la misma estructura en toda la documentación, salvo en las actas de: Jerez de los Caballeros, donde el objeto de la visita fue exclusivamente los tres conventos de filiación del obispo, existentes en dicha localidad (De la Consolación, Nuestra Señora de Gracia y De la Santísima Trinidad). En la villa de La Codosera D. Marcelino Navarro se centró en la fábrica de la parroquia Nuestra Señora de la Piedad cuyas cuentas, una vez realizada la correspondiente revisión,  las tildó de "vastante defectuosas e incapaces de total aprobación decisiva".[16] Y por último en la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria de Torre de Miguel Sesmero, el mismo prelado, en 1817, efectuó la visita solamente de las fundaciones instituidas en dicha iglesia: capellanías, vínculos y obras pías.[17]

        Todos los expedientes estaban datados entre 1817 y 1833. Sin embargo, fueron los año de 1831 y 1832 donde se observaron un mayor porcentaje de visitas. Salvo algunas excepciones, los meses más usuales para la realización de las mismas abarcaron desde abril hasta septiembre, y se emplearon para su ejecución desde dos días, por ejemplo, en la localidad de Villalba de los Barros hasta tres meses en Olivenza y Zafra. Durante ese período de tiempo se iban reflejando todos los pormenores  comentados anteriormente.

        Se comenzaba con una relación detallada de los individuos que componían el estamento eclesiástico de las distintas localidades. Se especificaba para ello el nombre, los dos apellidos y la orden que profesaba en el momento de efectuarse la inspección. La relación  se establecía por parroquias. Sobre este particular hay que hacer dos salvedades: en las actas de Olivenza solamente se reflejó el clero correspondiente a sus dos iglesias, sin aparecer los miembros adscritos a las  de sus cinco aldeas; mientras que en el acta de Jerez de los Caballeros  salió sólo a colación la elección de abadesa y oficialas en el convento de la Santísima Trinidad. En la documentación predomina fundamentalmente el bajo clero secular,[18] -con excepción de los componentes del cabildo de la iglesia Colegial de Zafra-,[19] mientras que el clero regular prácticamente no se mencionaba. El acta de Zafra arrojaba un total de 39 individuos.[20] Mientras que la estadística de estamento eclesiástico correspondiente a las restantes poblaciones de estudio, ascendía a un total de 261 sujetos.[21]

        Una vez concluido este punto comenzaba la visita propiamente dicha en la parroquia. Esta era prioritaria porque a la parroquia se la consideraba como la primera unidad institucional y jurisdiccional.  Las actas arrojaron un total de 30 parroquias,[22] siendo la tónica general una por población, salvo los casos de Fregenal de la Sierra con tres y las localidades de Alburquerque, Barcarrota y Olivenza con dos parroquias respectivamente.  La excepción era  la iglesia de Zafra que tuvo categoría de Colegiata desde el año 1609 hasta el Concordato de 1851, por el que de nuevo adquirió su antigua condición de parroquia bajo la advocación de Santa María Candelaria.[23]

        La inspección efectuada en las parroquias consistió fundamentalmente en la revisión de "sagrarios, pila bautismal, provisión de ánimas y reconocimiento de altares, imágenes y aras, sacristía, vasos sagrados, alhajas de plata, ropas y demás efectos, incluso el archivo"[24]. Según certificación del notario las parroquias se encontraron por lo general "con el mayor arreglo y aseo", tan sólo se hicieron algunas apreciaciones en la de Santa Marta de Salvaleón "notándose la falta de capa negra y la necesidad de misales con la de encuadernar algunos de los que tiene"[25];  en la  de la Roca de la Sierra "en la que se halló todo con la mayor miseria"[26], haciéndose esto también extensivo a la iglesia de la aldea de Santo Domingo, dentro de la jurisdicción de la vicaría de Olivenza.

        A continuación el visitador se centraba en las capillas, ermitas y oratorios o lugares destinados para la oración a Dios. Las capillas contabilizadas ascendían a quince, cinco de ellas en despoblados -denominadas en la documentación con el término de "rurales"-[27]. Nada de particular se especificó sobre ninguna de ellas.

        Por otro lado, las ermitas contabilizadas fueron 38[28], tres de ellas rurales y tres extramuros de las poblaciones de Barcarrota, Feria, Santa Marta y Zafra. Casi todas  se hallaron, según el visitador, en actitud para celebrar el santo sacrificio de la misa, a excepción de dos en Alburquerque "por hallarse ocupado por las tropas"[29], las dos de Talavera la Real, una en Salvatierra de los Barros y una en Santa Marta, todas ellas porque se encontraban  en ruina. En cuanto a  los siete oratorios que se mencionaron en las actas correspondían todos a la localidad de Fregenal de la Sierra.[30]

        La relación de conventos que salieron a relucir en los expedientes fue muy exigua. Sólo fueron visitados los siguientes conventos femeninos: Nuestra Señora de la Anunciación (Alburquerque), el de Carmelitas (Talavera la Real), Nuestra Señora de la Concepción (Valencia del Ventoso), Carmelitas (Zafra) y los tres conventos mencionados de religiosas situados en Jerez de los Caballeros (Consolación, Nuestra Señora de Gracia y Santísima Trinidad). Los aspectos tratados en las visitas iban relacionados tanto a lo sacramental como a la clausura del cenobio. En el último convento mencionado es donde se llevó a cabo una inspección más pormenorizada, ya que en él se revisaron las cuentas, la clausura, la iglesia y además se efectuó la elección de abadesa y oficialas. De entre estos aspectos se apreció "algunas faltas en la clausura que no se pueden remediar de presente por la mucha pobreza de dicho convento".[31]

        Nada de particular se mencionó sobre los hospitales visitados: Del Espíritu Santo (Alburquerque), con esta misma denominación el de la Puebla del Maestre y Salvatierra de los Barros, el de la Misericordia (Olivenza) y los tres de Zafra (San Ildefonso, Santiago y San Miguel). También hay que destacar el de San Blas en Fregenal de la Sierra y el de la Misericordia en Torre de Miguel Sesmero.

        En todos los tiempos la Iglesia ha dado disposiciones, bien con carácter general o con carácter particular, para que se cumplieran las cargas y últimas voluntades de los fundadores. Asimismo lo habían repetido los sínodos diocesanos.[32] El Concilio de Trento exponía en la sesión 22 Cap. VIII: "ejecuten todos los obispos todas las disposiciones piadosas aún como legados de la Santa Sede, tanto las hechos por última voluntad como entre vivos". Por diversas circunstancias estas normas no siempre fueron posible cumplirlas, pese al interés que en ello se tomaban los obispos en las respectivas diócesis. Para control de estas fundaciones se creó en las Curias Diocesanas un sección denominada "Colectoría de misas" procurando tener siempre al respecto el contenido del Decreto de Urbano VIII "que no se acumularan demasiadas misas que debían celebrarse en en las iglesias" .[33] Por tanto, las colectorías fueron otro de los aspectos objetos de revisión. En las iglesias el colector era el eclesiástico al que le correspondía recibir las limosnas de las misas para distribuirlas entre los que debían celebrar. La documentación sobre este punto arrojaba un total de 82 colectorías, correspondientes a 20 pueblos, siendo las más usuales las de testamentos, misas perpetuas, capellanías ausentes y vacantes, aniversarios y abintestatos (sin testamento).

        El visitador proseguía con las obras pías, que eran establecimientos piadosos para el culto de Dios o el ejercicio de la caridad cristiana con el prójimo. El número contabilizado fue de 17, correspondientes a siete pueblos, siendo Villagarcía la que ocupaba el primer lugar "con 7- administradas todas por D. José Mata.

        Por el contrario la memoria de misa -obra pía, instituida o fundada por una persona y en la que se conservaba su memoria-, únicamente aparecían reflejadas en las actas de Alburquerque, Barcarrota, Olivenza y Talavera, sumando un total de 18. Las cargas impuestas por los fundadores variaban entre tres y cuarenta y ocho misas rezadas anuales, a un promedio de tres reales cada una. En una de ellas no aparecían cumplidas sus cargas, debiéndose 102 misas desde el año 1813 hasta 1829.

        Las cofradías en la Diócesis de Badajoz respondían por su parte a una variada gama de advocaciones, siendo las más usuales: las del Santísimo Sacramento, Benditas Ánimas, Nuestra Señora del Rosario, San Antonio de Padua, Nuestra Señora de los Dolores, etc. De las cofradías contabilizadas, 4 tenían sus fincas en el Crédito Público (San Pedro en Alconchel, San Benito, Santa Apolonia y la de los pobres en Higuera de Vargas), y una permanecía vacante en Higuera la Real (Nuestra Señora de la Nieves).

        En lo concerniente a las mayordomías, las actas arrojaron un total de 186, de las cuales 24 pertenecían a las fábricas de iglesias, 148 a cofradías, 2 a patronatos, 7 a hospitales, 2 a ermitas, 2 a colectorías y 1 a la mesa capitular de Zafra.

        Aspecto a destacar en las visitas fueron también los patronatos, vínculos y capellanías. En la documentación se registraron 178 patronatos.[34] En ellos se especificaba el nombre del fundador o fundadora, el nombre del poseedor, las cargas impuestas a dicho patronato y si estaban o no cumplidas en el momento de efectuar la visita.  Predominaban las fundaciones de patronatos efectuadas por hombres. Las cargas impuestas se referían a misas rezadas y cantadas. En ellas se daban dos modalidades: en un porcentaje muy alto se especificaban las misas, y en los demás casos los fundadores invertían sus rentas, bien en misas o bien en dotes para parientes, doncellas, huérfanos o pobres. En lo que respecta a las misas rezadas había una gran oscilación. Abarcaban desde poblaciones como Villar del Rey, donde no se establecían cargas para sus capellanes, hasta carga de 100 misas rezadas anuales en un patronato de Higuera la Real. Las misas cantadas, por el contrario, eran muy reducidas, ya que fluctuaban entre una y cinco misas al año. El coste para cada misa variaba de 2 a 12 reales. En el momento de efectuarse la visita no todos los patronatos tenían cumplidas sus obligaciones. Por una razón u otra, 25 de ellos debían cantidades comprendidas entre 250 y 7.775 reales. Por este motivo el visitador en nombre del obispo les concedía un tiempo determinado para poder solventar dichas cantidades. Si no era así se procedía al embargo de fincas por el colector.

        Por otro lado las vinculaciones[35] existentes fueron más reducidas que los patronatos, en concreto se registraron 164 pertenecientes a 11 poblaciones. En estos vínculos se volvían a especificar el nombre del fundador o fundadora, el nombre del poseedor, las cargas impuestas y si se habían cumplido o no hasta el momento de efectuarse la visita. Al igual que en los patronatos predominaban las fundaciones efectuadas por hombres. Las cargas impuestas oscilaban entre 2 y 150 misas rezadas al año. Esta última cifra correspondía a siete vínculos "todos con igual número de cargas- que poseía D. Juan Lobo de Castro Pimentel, vecino de Extremoz en el Reino de Portugal.[36] Sobre este particular hay que hacer la salvedad de que la villa de Olivenza era la que poseía mayor número de vínculos (un total de 59). De éstos, 43 los poseían ciudadanos portugueses[37]. En lo que respecta a las misas cantadas, se daba una variación entre una y cinco anuales. El coste por misa comprendía entre 2 y 10 reales. En 19 vínculos no se habían cumplido las cargas impuestas por los fundadores, debiéndose incluso en algún caso desde el año 1791. También hay que decir que en algunos vínculos se redujeron las cargas en las últimas visitas practicadas. Por ejemplo, en un vínculo de Olivenza, que tenía una carga de 33 misas rezadas anuales y la asignación de una pensión a unos parientes residentes en Valverde de Leganés, las misas quedaron extinguidas mediante un Real Decreto de S.M. portuguesa en 1775, quedando vigente, sin embargo, la pensión.

        El apartado de fundaciones se completaba  con las capellanías[38]. Éstas eran fundaciones perpetuas por las que una persona segregaba de su patrimonio ciertos bienes (en vida o por testamento) y formaba con ellos un vínculo, es decir, un todo indivisible, destinado a la manutención o congrua sustentación de un clérigo, que se obligaba por ello a celebrar un cierto número de misas por el alma del fundador o de su familia, o a cumplir otras cargas litúrgicas. El hecho de que esta fundaciones se realizasen en una capilla, explica su denominación. Ciñéndonos a una parte de la jurisdicción de la Diócesis de Badajoz, según la documentación consultada, se observa que las capellanías contabilizadas eran muy numerosas. Sumaban un total de 836, sobresaliendo las poblaciones de Zafra (con 210), Fregenal de la Sierra (con 160), Alburquerque (con 98) y Valencia del Ventoso (con 50). De ese total 55 se encontraban vacantes y dos eran servideras: una en el hospital de San Blas de Fregenal y otra fundada por D. García de Silva Figueroa en el convento de San Francisco de Zafra y altar de Nuestra Señora de los Dolores. Las cargas impuestas se pueden resumir en tres apartados: en unas se especificaron la inversión de las rentas líquidas en un número determinado de misas al año, variando el valor impuesto por misas entre 1 y 12. En un alto porcentaje se precisaron las misas rezadas, con un gran abanico de posibilidades (entre 1 y 135 misas anuales), correspondiendo esta última carga a una capellanía de Higuera la Real. Tres reales por misa fue el valor medio establecido. Por el contrario las misas cantadas impuestas fueron más reducidas, al igual que en los patronatos y vínculos. Oscilaban entre y 1 y 48 misas al año. Esta última cifra "correspondiente a una capellanía de Higuera de Vargas- era algo excepcional, ya que el término medio venía a ser de tres a cuatro misas anuales. Hasta 12 reales se llegó a pagar por cada una de ellas.

        No todas las cargas impuestas permanecieron inalterables en el tiempo, ya que en 31 de ellas se redujeron mediante la visita pastoral efectuada en el año 1817. En el total de capellanías, 41  no tenían cumplidas sus cargas, debiéndose en algún caso hasta 18 años (esta situación se dio en una capellanía de Talavera la Real, porque su capellán D. Vicente Cardoso había huido a Portugal).[39] Las capellanías suponían un capítulo de ingresos para parroquias y ermitas, así como para los capellanes de ellas, que habían de contar, al menos con una, para que le sirviera de "congrua sustentación". Sin embargo, sobre este punto se observan algunos casos excepcionales como el del presbítero D. José Liaños de Fregenal de la Sierra que llegó a poseer hasta 29 capellanías; el de D. Antonio María de Carvajal y D. Francisco Gamero que poseían 19 cada uno; el de D. Manuel Sánchez Arjona con 14 y D. José Castañón con 11, etc. En la documentación  también aparecen  reflejadas ciertas personas ilustres que llevaron a cabo fundaciones de capellanías en determinadas parroquias. Sirvan de ejemplo,  D. Pedro Portocarrero[40] en Barcarrota,  D. Juan Carlos Bazán en Fregenal, el arzobispo de Santa Fe Bartolomé Martínez[41] en Torre de Miguel Sesmero y el Cardenal Silíceo[42]  en Villagarcía.

        Las actas concluían con la prórroga de licencias que el visitador general concedía tanto al clero secular como al regular de las distintas poblaciones. Se otorgaron licencias a 183 individuos del clero secular y a 34 religiosos "todos ellos de la orden de San Francisco, de éstos 6 secularizados-. Las licencias conferidas eran las de poder celebrar y predicar misa, y confesar a hombres, mujeres y religiosas, por un período de tiempo comprendido entre dos y seis años, o aplazándose hasta una nueva visita.

        2. Información sumaria y secreta

        El segundo bloque de la documentación   lo conformaban los expedientes, que bajo la denominación de "información sumaria y secreta", perseguían  fundamentalmente el grado de cumplimiento de los deberes clericales de los eclesiásticos adscritos a las  parroquias, así como de los laicos dedicados al servicio de las mismas. Y en general la detección y consiguiente corrección de irregularidades.

        Las dos preocupaciones fundamentales que salieron a relucir en las actas fueron: por un lado la conducta política de los párrocos y  por otro la moral.  El aspecto político se anteponía al moral en la documentación. Sobre este particular no debemos olvidar  que todas las visitas "salvo la de 1817- se realizaron después del Trienio Constitucional (1820-1823) y de la represión eclesiástica que el Tribunal Diocesano de Badajoz llevó a cabo entre 1824 y 1825 contra los eclesiásticos que de alguna manera habían participado en la ideología liberal.[43] En lo que respecta al comportamiento moral se fijaron las declaraciones en diversos aspectos como: el cumplimiento de los divinos oficios, por parte del clero, y demás obligaciones eclesiásticas,  la utilización de los hábitos adecuados a su estado, el no dedicarse a otras actividades, como era el juego, negocios, etc. y por supuesto el no mantener relaciones sospechosas con mujeres.

        Para el conocimiento de estos puntos se procedía  a examinar -bajo juramento- a "los competentes testigos que sean de buena vida, fama y costumbres, cristianos viejos y de toda providad (...) a fin de que manifiesten quanto sepan de la conducta política y moral del párroco y demás eclesiásticos de la villa"[44]. En las actas se han contabilizado 60 testigos. Declararon tres personas por cada población. De éstos, 18 pertenecían al estamento eclesiástico, el resto se lo repartían: alcaldes, regidores, notario, boticario, médico militar, coronel, abogado y 28 vecinos en los que no se especificó profesión alguna.

        En las declaraciones  por regla general solían coincidir los tres testigos, aunque hubo algunas excepciones. Según se desprende de las mismas los eclesiásticos  llevaban una vida ejemplar y adecuada a la institución que representaban. Los informes solían expresarse en los siguientes términos: "los eclesiásticos de esta villa, se conducen bien, sin nota ni escándalo, asistiendo con exactitud a los divinos oficios y respectivas obligaciones eclesiásticas, hallándose todos prontos a la asistencia de sus parroquias en quanto les competía y se les ocupaba; que sus vestidos son modestos y arreglados a su estado, que nos son malquistos, jugadores, ni revolucionarios, no andan de noche de paseo, ni conservan amistades escandalosas con personas del bello sexo"[45] .

        Pero no todas las declaraciones fueron positivas, desde el punto de vista de los encuestados. A cinco eclesiásticos se les imputó "exceso en la bebida". Tan sólo al cura de la parroquia de Nuestra Señora del Soterraño "D. Juan de Villanueva-, se le relacionó con motivaciones políticas y era considerado como "perturbador de la paz en el pueblo"[46]. Sobre el presbítero D. Manuel Claros de Higuera la Real, declararon "que sólo se dedica a tratos y negociaciones, de los que le resulta desatenderse de sus propias obligaciones"[47]. En los casos de D. Andrés Casillas, D. Pedro Bernáldez, D. José Ribero y el diácono D. José Gutiérrez de Salvatierra de los Barros "se advierte falta notable en la asistencia a las conferencias morales semanales" [48]. De otros tres eclesiásticos se notificó sus relaciones amistosas con mujeres, obligando en consecuencia el visitador general a uno de ellos a la realización de ejercicios espirituales y a esperar el dictamen del obispo sobre el particular. De D. Juan Prieto de Villagarcía se le acusó de "la total resistencia e incomodidad que causa y ha causado a los ayuntamientos por no avenirse al pago lexítimo de contribuciones civiles por sus fincas libres y granjería (...) a más se porta con ropa indecentísima por su total derrote y dejadez, que la que gasta es impropia y como de mendigo, con cuyo manejo denigra el Estado"[49]. A D. Antonio Arteaga, presbítero de Higuera de Vargas, le imputaron los testigos que por lo general no era muy bien aceptado por el pueblo, debido a que en una ocasión se negó a ir a buscar a un cadáver, por hallarse un poco distante de la población, a pesar de las súplicas de la familia y la justicia de la villa.

        IV CONCLUSIONES

        En conclusión, se puede afirmar que las visitas pastorales fueron el medio de control por excelencia que los prelados tenían dentro de cada una de sus jurisdicciones, pero no sólo del clero sino también de los fieles. Constituían una buena fuente para el estudio de los aspectos socioeconómicos y del nivel religioso de las comunidades eclesiales. Como se ha podido comprobar, las visitas eran muy minuciosas, nada perteneciente a la administración eclesiástica se quedaba sin ver. Ofrecían una gran cantidad de información, aunque este aspecto había variado mucho con el tiempo en la Diócesis de Badajoz.

        Según se desprende de la información sumaria y secreta de las actas, la mayoría de los eclesiásticos de la Diócesis de Badajoz llevaban una vida ejemplar y adecuada a las instituciones que representaban. Tan sólo a un eclesiástico se le imputaron motivaciones políticas contrarias al absolutismo. Por ello se puede afirmar que todavía se observaba en el clero pacense durante estos años  una mentalidad típica del Antiguo Régimen. El mismo prelado "D. Mateo Delgado Moreno- era una figura relevante en este aspecto, ya que fue un defensor a ultranza del absolutismo monárquico y de las instituciones eclesiásticas tradicionales como la Inquisición, sobre la que pidió en reiteradas ocasiones su restitución.


Notas

[1] TELLECHEA IDÍGORAS, J. L. "El formulario de visita pastoral de Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo", en Anthologica Annua, 4, 1956.
[2] TELLECHEA IDÍGORAS, J. L. La reforma Tridentina en San Sebastián. El Libro de Mandatos de Visitas de la parroquia de San Vicente (1540-1672), 2ª edición, San Sebastián 1972.

[3] COBOS RUÍZ DE ADANA, "El clero en el siglo XVII. Estudio de una visita secreta a la ciudad de Córdoba", Córdoba, 1976.

[4] CANDAU CHACÓN, M. L., "Los libros de visita parroquiales como fuente de estudio del clero rural", en Actas de las II Jornadas de Metodología y Didáctica de la Historia. Historia Moderna, vol. 1, Cáceres, 1983, pp. 435-442.

[5] MORGADO GARCÍA, ARTURO, El clero gaditano a fines del Antiguo Régimen, Cádiz, 1989, pp. 117-121.

[6] NUALART I LABARTA, LL. G., "Les visites pastorals de l´arquebisbe de Tarragona a Valls a la darreria del segle XVIII", en Eglésia i societat a la Catalunya del segle XVIII,II, Cervera, 1990.

[7] RÍUS JOVÉ, JORDI, "Las visitas pastorales en la parroquia de Picamoixons (Alt Camp) a finales del Antiguo Régimen (1773-1790)", comunicación presentada al I Congreso Virtual de Historia Contemporánea de España, organizado por el profesor Angel Martínez de Velasco, U.N.E.D., Madrid, 2000.

[8] GARCÍA AÑOVEROS, J. M., "Visitas pastorales en la Diócesis del reino de Guatemala (1572-1791)", Hispania Sacra, 42 (1990) y 43 (1991).

[9] MÉNDEZ VENEGAS, ELADIO, "Aportación documental sobre Mérida a finales del siglo XV. Una visita de la Orden de Santiago", en Norba, 1993, pp. 19-38.

[10] MÉNDEZ VENEGAS, ELADIO, "Arte en la Colegiata de Zafra, según datos de la visita apostólica de 1652 y posteriores", en Memoria Ecclesiae, XVI, Oviedo, 2000, pp. 277-290.

[11] Las poblaciones objeto de visita fueron las siguientes: Alburquerque, Alconchel, Barcarrota, Bodonal de la Sierra, Codosera (La), Fregenal de la Sierra, Higuera de Vargas, Higuera la Real, Jerez de los Caballeros, Olivenza y sus aldeas (San Benito, San Jorge, Santo Domingo, Táliga y Villarreal), Puebla del Maestre, Roca de la Sierra, Salvaleón, Salvatierra de los Barros, Santa Marta, Talavera la Real, Valencia del Ventoso, Villagarcía, Villalba de los Barros, Villar del Rey y Zafra.

[12] TERUEL GREGORIO DE TEJADA, M., Vocabulario básico de la Historia de la Iglesia, Barcelona, 1993, pp. 119-120.

[13] MÉNDEZ VENEGAS, ELADIO, "Aportación documental sobre Mérida...", o.c. p. 19.

[14] El origen de la Diócesis de Badajoz es mozárabe. Fue erigida canónicamente entre los años 855 y 875 en la ciudadela de "Bathalios" de los árabes, fundada en la segunda mitad del siglo IX. Su restauración se produjo en 1230, cuando Badajoz fue reconquistada por Alfonso IX. Era la más pequeña de las diócesis extremeñas. La causa principal de su reducida extensión fue la fuerte presión jurisdiccional de las Órdenes Militares de Santiago y Alcántara. Puede calcularse su superficie en unos 7.000 kilómetros cuadrados, lo que representaba más de la cuarta parte de la extensión actual de la provincia de Badajoz. Su longitud aproximada era de 112 kilómetros en línea recta de norte a sur, pero su anchura  era desigual. La parte situada al norte del río Guadiana medía aproximadamente 22 kilómetros y la meridional alrededor de 90. Zafra era la villa situada más al este en el territorio diocesano. Por tanto, el Obispado formaba una especie de triángulo cuyos tres lados hacían frontera: con Portugal (obispados de Évora, Yelves y Portalegre) por  el oeste; Andalucía (Arzobispado de Sevilla) por el sur y el Priorato de San Marcos de León (Orden Militar de Santiago) por el este. Siendo sus coordenadas longitud 20º y latitud 4º-16º. Esta Diócesis sufragánea del Arzobispado de Santiago de Compostela, se componía  de 46 poblaciones -a principios del siglo XIX-, localizadas en la actual provincia de Badajoz, aunque no todas estuvieran enclavadas en su territorio diocesano, ya que controlaba también villas que pertenecían a entidades administrativas distintas. Este era el caso, por ejemplo, de Fregenal de la Sierra, Higuera la Real, Bodonal de la Sierra, así como la aldea de Moratera, pertenecientes a Sevilla en los temporal y al obispo de Badajoz en lo espiritual. Igualmente las villas de Puebla del Maestre y Villagarcía de la Torre, ambas enclavadas en el territorio del Priorato de San Marcos de León. La capilla de San Juan Bautista, situada dentro de la iglesia parroquial de Santa María de la Granada de Llerena (Priorato de León). Una institución dentro del marco diocesano, que actuaba independiente de él, era la vicaría de Jerez de los Caballeros, situada en la parte meridional del Obispado, que comprendía las cuatro parroquias de Jerez y la de los dos valles de Matamoros y Santa Ana, pertenecían en lo esencial al Priorato de San Marcos de León en Llerena. Sus parroquias se proveían por oposición en el tribunal especial de las órdenes Militares, pero la institución y colación canónica correspondía al obispo de Badajoz. El gobierno eclesiástico de la Diócesis se dividió en dos arciprestazgos: Alburquerque (compuesto por las villas de Alburquerque y la Codosera) y La Parra (compuesto por La Parra, Albuera, Alconera, Almendral, Corte de Peleas, Feria, La  Lapa, Nogales, La Morera, Santa Marta, Salvaleón, Salvatierra de los Barros, Solana de los Barros, Torre de Miguel Sesmero y Villalba de los Barros). Y en seis vicarías: Barcarrota (compuesta por Barcarrota, Alconchel, Cheles, Higuera de Vargas, Oliva de Jerez, Valencia del Mombuey, Villanueva del Fresno y Zahinos); Burguillos (Burguillos del Cerro, Ayalaya y Valverde de Burguillos); Fregenal (Fregenal de la Sierra, Bodonal, Valencia del Ventoso e Higuera la Real); Jerez (Jerez de los Caballeros, Valle de Matamores y Valle de Santa Ana); Olivenza (Olivenza, San Jorge de Alor, Santo Domingo, San Benito de la Contienda, Villarreal y Táliga); y Villagarcía (Villagarcía de la Torre y Puebla del Conde o del Maestre). Fuera de las jurisdicciones explicadas quedaban las poblaciones de Zafra, Talavera la Real, Valverde de Leganés, Villar del Rey y Roca de la Sierra, dependiendo las tres últimas del cabildo catedral de Badajoz hasta aprobarse el plan beneficial de estas localidades. En el último escalafón de la división administrativa se encontraba las parroquias, que en la Diócesis de Badajoz sumaban un total de 57. SARMIENTO PÉREZ, JOSÉ, Reforma beneficial en la Diócesis de Badajoz, Tesis doctoral inédita defendida en la U.N.E.D., Madrid, 2002, pp. 25-54.

[15] Mateo Delgado Moreno nació en Oliva de la Frontera (Badajoz) el 15 de febrero de 1754. Hijo de José Delgado Navarro y Ana Vázquez Moreno, cursó los primeros estudios en el seminario de San Atón de Badajoz y los continuó más tarde en la Universidad de Sevilla, doctorándose en Teología por la de Santo Tomás de Ávila. Lector de Filosofía y Teología en el seminario de Badajoz, rector del mismo de 1789 a 1794. Fue el primer catedrático de Filosofía y fue preceptor de Godoy. Capellán de honor y penitenciario de la  Real Capilla, 1794, arzobispo titular de Sebaste (Armenia), abad del Real Sitio de la Granja de San Ildefonso, 1 de febrero de 1801. Sacristán en la catedral de Lérida, arcediano de Guadalajara, obispo de Argel, silla a la que renunció, obispo de Badajoz, 9 agosto de 1802. Vicepresidente de la Junta de Badajoz, 1808. Mientras la provincia estuvo ocupada por los franceses, residió en Portugal. Los últimos años de su vida los pasó en el destierro. Murió en Torre de Miguel Sesmero el 16 de febrero de 1841. Fue sepultado en su pueblo natal. GIL NOVALES, ALBERTO, Diccionario biográfico español 1808-1833. Personajes extremeños, Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1998, pp. 61-62.SARMIENTO PÉREZ, JOSÉ, Represión eclesiástica en Badajoz (1824-1825), U.N.E.D., Mérida, 1991. RINCÓN, JESÚS, El Regañón. Periódico extremeño de iniciativa particular publicado en el año 1811, Badajoz, Arqueros, 1926.

[16] Las cuentas las dio a conocer el licenciado D. Ramón López, como heredero del párroco difunto D. Josef Saez Valero, comprendidas desde el 13 de abril de 1827, hasta el 19 de diciembre de 1831. Las cuentas eran defectuosas pues "en primer lugar, no se hallan las partidas de data documentads con recibos, ni aun apuntadas del mismo difunto: a mas, por los libros sacramentales y parroquiales de la citada villa, confrontados por mi el Notario cogedor con dichas cuentas, resultan en los entierros 71 reales y 17 maravedíes perjudicada la fábrica: en los baptimos se ponen menos 74 que hacen otros tanto reales: en el trigo según la papeleta del cogedor salen quatro celemines más que hacen 9 reales y 17 maravedíes: en las minucias según dicha papeleta tocó más a la fábrica 19 reales y 20 maravedíes: a la lavandera se le ponen 100 reales por año, y solo dice ésta haber percibido 48 cada uno como en el dia gana, resultando contra la fábrica 52 reales por año: en el vino se pone de consumo en los quatro años y ocho meses 380 reales, que sale cada uno a 82 reales y solo se ha consumido después 24 reales, por lo que se perjudica la fábrica cada año en 58 reales: el precio del trigo lo pone en cargo a 29 reales todo y se vendió el de las fábricas de esta villa de Alburquerque en dos años a 30 y otros a 38 fanegas: el centeno se pone a 18 reales y en esta villa se vendió a 19, 21 y 24: la abena se pone a 6 reales y en esta se vendió a 8 uno y otra a 10 reales todo, a pesar del menor valor que debe tener y tiene en esta (...)", AAMB, Badajoz, Mitra, Actas de Santa Visita, leg. 15, nº 24.

[17] APTMS, Papeles sueltos.

[18] Utilizando la nomenclatura de la época existía el clero de "corona y grado", es decir, simples clérigos que habían recibido la tonsura los primeros y las órdenes menores (acolitado, lectorado, exorcistado y ortiariado) los segundos; ambos grupos o colectivos no tenían otra entidad que su pertenencia al estamento eclesiástico. A continuación estaba el clero de "epístola y evangelio", que eran los que habían recibido el subdiaconado y diaconado respectivamente; éstos sí canónicamente podían disfrutar de una capellanía o beneficio simple sin cura de almas; finalmente estaba el clero de "misa", que eran los que habían recibido el presbiterado u orden sacerdotal y podían desempeñar un beneficio con obligaciones pastorales. Los curas párrocos eran los encargados del cuidado pastoral de una comunidad de fieles bajo la autoridad del obispo. El que administraba una parroquia no provista recibía el nombre de "ecónomo", ya que percibía el economato o conjunto de rentas del curato durante la vacante. Los curas podían ser ayudados por uno o varios vicarios parroquiales llamados "tenientes de cura" primero y luego "coadjutores". Al final de la escala estaban los sacristanes, sirvientes y ermitaños. La tonsura era frontera necesaria a la hora de considerar límites eclesiásticos propiamente dichos y adscritos. RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, ÁNGEL; RODRÍGUEZ CANCHO, MIGUEL; FERNÁNDEZ NIEVA, JULIO, Historia de Extremadura. Los tiempos modernos, Tomo III, Badajoz, 1985, p575. Sobre este mismo aspecto hay que destacar a GARCÍA HERREROS, ALMUDENA, "Órdenes y beneficios en Palencia", en Espacio, Tiempo y Forma, Revista de la Facultad de Geografía e Historia, Serie V, 14, U.N.E.D., Madrid, 2001, pp. 145-168.

[19] En el polo opuesto al bajo clero secular se encontraba el clero de los cabildos y colegiatas. La estructura interna de los cabildos era jerárquica. El cabildo lo componían dignidades y canónigos, así como beneficiados y capellanes. Las dignidades se subdividían a su vez en: deán, arcediano, chantre y maestrescuela. Existían además cuatro canonjías llamadas de oficio, a saber: magistral, doctoral, lectoral y penitenciario. Los beneficiados se subdividían a su vez en: capellanes de coro, sochantre, racionero y medioracionero. La Colegial de la villa de Zafra, según la bulas de erección y concordia se componía de 4 dignidades: un abad mitrado con jurisdicción ordinaria sobre todos los miembros del cabildo, un arcediano con el título de Feria, una cantoría y una tesorería. Además 12 canonjías, entre ellas una magistral y otra doctoral, que se proveían por oposición; 8 racioneros y 8 capellanes de coro. SARMIENTO PÉREZ, JOSÉ, "La reforma beneficial en la Colegiata de Zafra", en Espacio, Tiempo y Forma, Revista de la Facultad de Geografía e Historia, Historia Contemporánea, Serie V, 14, U.N.E.D., Madrid, 2001, p. 101.

[20] Distribuidos de la siguiente forma: Canónigos (2), prebendados (3),  capellanes de coro (2), sacerdotes (20), diáconos (1), subdiáconos (5), tonsurados (6).

[21] Estructurados de la siguiente manera: vicario eclesiástico (1), curas párrocos propios (13), curas ecónomos (16), presbíteros (98), presbíteros beneficiados (13), presbíteros secularizados (1), beneficiados (7), beneficiados servideros (10), beneficiados propios (2), beneficiados sacristanes (4), beneficiados ecónomos (2), beneficiados coadjutores (4), diáconos (10), subdiáconos (5), tonsurados (54), sacristanes (9), tenientes de cura (1), organistas (8), Serviciario (1), ordenante de grados (1), murió en Santa Visita (1).

[22] En la siguientes localidades: Alburquerque (Nuestra Señora Santa María del Mercado y San Mateo); Alconchel (Nuestra Señora de los Remedios); Barcarrota (Santiago y Nuestra Señora Santa María del Soterraño); Bodonal de la Sierra (San Blas); Feria (San Bartolomé Apóstol); Fregenal de la Sierra (Santa María, Santa Ana y Santa Catalina); Higuera de Vargas (Nuestra Señora de la Concepción); Higuera la Real (Santa Catalina Mártir); Olivenza (Santa María del Castillo y Santa María Magdalena); Puebla del Maestre (San Salvador); Roca de la Sierra (Nuestra Señora del Prado); Salvaleón (Santa Marta); Salvatierra de los Barros (San Blas); San Benito de la Contienda (San Benito Abad); San Jorge de Alor (San Jorge); Santa Marta (Santa Marta); Santo Domingo (Santo Domingo de Guzmán); Talavera la Real (Nuestra Señora de Gracia); Táliga (Nuestra Señora de la Asunción); Torre de Miguel Sesmero (Nuestra Señora de la Candelaria); Valencia del Ventoso (Nuestra Señora de la Esperanza); Villagarcía de las Torres (Santa María de Araceli); Villalba de los Barros (Nuestra Señora de la Purificación); Villar del Rey (Virgen del Rosario); Villarreal (Nuestra Señora de la Asunción).

[23] La obra más completa para el estudio histórico de la Colegiata ha sido realizada por CROCHE DE ACUÑA, FRANCISCO, La Colegiata de Zafra (1609-1851). Crónica de Luces y Sombras,  Zafra, 1984.

[24] AAMBA, Badajoz, Actas de Santa Visita, parroquia de San Blas, Salvatierra de los Barros, leg. 15, nº 13.

[25] AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, Salvaleón, leg. 15, nº 15.

[26]AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, La Roca de la Sierra, leg. 15, nº 4.

[27] Capillas enumeradas: Alconchel (De la Soledad, Del Ángel); Fregenal de la Sierra (Del Señor de la Buena Muerte); Higuera la Real (Iglesia auxiliar de San  Bartolomé); Olivenza (Capilla rural situada en la quinta de D. Domingo Marzal, capilla rural situada en el cortijo de Pasariños); Puebla del Maestre (Del Hospital del Espíritu Santo); Zafra (Del Amparo, La Aurora, La Caridad, La del Buen Suceso, capilla rural del Mayor Gozo, capilla rural Nuestra Señora del Carmen y capilla rural de Guadalupe).

[28] Alburquerque (Benavente, Rosario, Misericordia de Santa Ana, Carrión, Del Hospital del Espíritu Santo, San Andrés, San José, San Antonio Abad, San Lorenzo); Barcarrota (Nuestra Señora de la Soledad y San Antonio Abad -extramuros-; Bodonal de la Sierra (Nuestra Señora de Flores, De la Guía); Feria (Los Mártires -extramuros-);  Fregenal de la Sierra (Virgen de los Remedios -rural-, El Señor de la Misericordia, Colegio de los Padres Jesuitas -como ermita dependiente de Santa Ana-); Higuera de Vargas (Virgen de Loreto); Higuera la Real (Nuestra Señora del Socorro, Loreto); Olivenza (San Antonio, Santa Quiteria); Salvaleón (Nuestra Señora de Aguas Santas); Salvatierra de los Barros (Santísimo Cristo de la Misericordia, Nuestra Señora de la Concepción, San Sebastián, Nuestra Señora de Entrambas Aguas -en ruina-); Santa Marta (Nuestra Señora de Gracia -extramuros, en ruina-); Torre de Miguel Sesmero (Hospital de la Misericordia, Del Espíritu Santo, Santos Mártires); Valencia del Ventoso (Nuestra Señora del Valle); Villagarcía (Del Señor Cristo del Humilladero); Villar del Rey (De los Remedios, Nuestra Señora de la Rivera); Talavera la Real (San José "en ruina-, De la Rivera "en ruina-); Zafra (San José "extramuros-, Nuestra Señora de Belén "extramuros-).

[29] AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, Alburquerque, leg. 15, nº 44.

[30] Sierra bajo las siguientes denominaciones: De la Marquera, Hospital de San Blas, De Mafra, De Bruno Becerra, De García Arjona, Santa Bárbara y Casa Alta, éstos dos últimos rurales AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, Fregenal de la Sierra, leg. 15, nº 4.

[31] AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, Jerez de los Caballeros, leg. 15, nº 42.

[32] MÉNDEZ VENEGAS, ELADIO, Fundaciones de indianos Badajocenses, Los Santos de Maimona (Badajoz, 1990), p. 43.

[33] Idem, pag. 44.

[34] El patronato se trataba de un derecho honorífico, oneroso y útil, que por concesión de la iglesia, competía a los fundadores o a sus causahabitantes, sobre una iglesia, capilla, beneficio, etc. y que llevaba aneja ciertas cargas.

[35] Las vinculaciones podemos decir que fueron bienes o conjuntos de bienes asignados a un destino peculiar o sujetos a un orden especial sucesorio, que los separaba de la circulación económica general y los inmovilizaban en manos de determinadas personas, familias o corporaciones. Diccionario de Historia de España, vol. III, Madrid 1986, pp. 1.012-1.013.

[36] AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, Olivenza, leg. 15, nº 7.

[37] D. José Valle Sosa Meneses (vicario de Lisboa), Dª Gertrudis Felisarda Lamera, D. Jorge Mezquita da Silva y D. Duarte de los Santos (vecinos de Villaviciosa), D. Manuel de Matos Lobo y D. Juan Lobo de Castro, ambos de la localidad de Estremoz y D. Antonio Carlos de Cortes de Sardeval.

[38] Para conocer aspectos generales sobre las capellanías se pueden consultar las siguientes obras: TERUEL GREGORIO DE TEJADA M. o.c. pp. 63-64.   LE GOF, J. El nacimiento del pulgatorio,  Madrid, 1985.  PRO RUÍZ, J. "Las capellanías: familia, iglesia y propiedad en el Antiguo Régimen", Hispania Sacra, XLI, 1989, pp. 585-586. Idem, pp. 601-602.

[39] AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita,  Talavera la Real, leg. 15, nº 33.

[40] Pedro Portocarrero (¿-1599), (Villanueva del Fresno-Cuenca). Estudió en la Universidad de Salamanca, donde se graduó de licenciado en cánones y leyes, siendo tres veces rector de la misma. Fue canónigo de Sevilla, oidor de la cancillería de Valladolid, miembro del Consejo de Castilla, del Supremo de la Inquisición y comisario general de Cruzada. En 1587 fue electo obispo de Calahorra y de esta diócesis fue promovido a la de Córdoba. Felipe II, en 1596, le nombró Inquisidor General, y un año después le propuso para el obispado de Cuenca. Habiendo publicado Clemente VIII en 1597 una letra apostólica mandando que los prelados que estuvieran fuera de sus iglesias debían deponer sus cargos, aunque fuesen inquisidores generales, marchó de Madrid para su diócesis y juró antes de partir en Barajas, el cargo de Consejero de Estado. Tuvo amistad con destacados hombres de letras de su tiempo, algunos de ellos procesados por la Inquisición como Arias Montano y Fray Luis de León, que le dedicó su obra Los nombres de Cristo y varias traducciones de Salmos. Diccionario de Historia de España, vol. 3, Madrid, 1986, pp. 298-299.

[41] El arzobispo de Santa Fe fundó  dos capellanías. En la primera se invertían sus productos líquidos en misas de a 9 reales y los de la segunda a 15 reales, siendo poseedor de estas capellanías D. Juan de Diosdado Bolaños, presbítero, vecino de Fuente del Maestre.  En la visita posterior realizada en esta mimas población de Torre de Miguel Sesmero, en 1829, el administrador de estas dos capellanías D. José de Flores, en nombre de su hijo menor Juan Francisco Flores, vecino de Almendral y capellán de las mismas, declaró ante el arzobispo D. Mateo Delgado Moreno, que habían quedado reducidas a un solo beneficio, hallándose cumplidas sus cargas hasta finales de 1827. Archivo Parroquial de Torre de Miguel Sesmero, leg. s/n. Bartolomé Martínez, arzobispo de Santa Fe. Natural de Torre de Miguel Sesmero. Tenía 77 años cuando otorgó testamento, yendo desde Panamá, de donde era obispo, a ocupar la sede arzobispal de Santa Fe. Determinó que sus restos fueran trasladados a su pueblo natal, donde habían de fundarse dos Capellanías. Habrían de aplicar por él todos los sacerdotes el día de su muerte y días después habrían de aplicarse 1.100 misas, 500 de ellas en Torre de Miguel Sesmero y pagarían los estipendios a 4 y 2 reales respectivamente, según fueran cantadas o rezadas. Al predicador, fraile de Rocamador, se le pagaría 200 pesos de a nueve releas, 100 pesos a la iglesia de Panamá, 100 a la de su pueblo natal. A las ermitas de San Marcos y del Espíritu Santo se le pagarían cinco ducados a cada una. QUINTÍN ALDEA VAQUERO y otros Diccionario de la Historia de la Iglesia de España, vol. III, p. 1878. MÉNDEZ VENEGAS, ELADIO, Fundaciones de indianos badajocenses, Badajoz, 1987,  p. 304. Del mismo autor Emigrantes a América, s. XVI-XVIII, Mérida 1995, p. 65.

[42] Juan Martínez Silíceo (1485-1557) Villagarcía (Badajoz)-Toledo. Hijo de Lorenzo Martínez del Guijo y de Juana Muñoz, labradores extremeños pobres. Su apellido Siíceo es una latinización afortunada del patronímico del Guijo o Guixeño, que llevaron su padre y su abuelo, como naturales de El Guijo, pueblo extremeño situado entre Villagarcía y Llerena. En 1502, instruido ya en humanidades Juan fue a Valencia a continuar sus estudios en el convento del Dominicos. Con uno de ellos, el padre Pardo, marchó a París, y allí, en el colegio de la Orden, continuó sus estudios, obteniendo en la Sorbona el título de maestro en Artes, y luego una cátedra. En 1516 fue llamado por la Universidad de Salamanca, en la que se graduó en Artes y Teología y obtuvo una cátedra. En 1525 alcanzó la canonjía magistral de Coria. En 1534 (1de julio) fue elegido por el propio emperador Carlos V para dirigir la formación científica de su hijo el príncipe Felipe (Felipe II), en la que luego tuvo por colaboradores a los humanistas Honorato Juan y Juan Ginés de Sepúlveda, notable historiador. En 1540 Carlos V le confirió el obispado de Cartagena, en 1543 le concedió el título altamente honorífico de capellán mayor, en 1546 (10 enero) hizo que fuese promovido al arzobispado de Toledo y en 1555 (20 de diciembre), el Papa Paulo IV le concedió el capelo cardenalicio. En 1551 Silíceo prohibió a todos los jesuitas el predicar, confesar y administrar la Eucaristía en cualquier iglesia de su arzobispado, y la prohibición se mantuvo bastantes años. Martínez Silíceo científicamente fue un buen matemático, naturalista. En Salamanca fue catedrático de Filosofía Natural, y de Matemáticas en París, donde publicó su primer libro, una Aritmética, varias veces reimpresa. Sus fundaciones docentes y caritativas constituyen lo mejor de su actividad multiforme. En 1550 trasladó a Madrid las monjas de Vallecas y las estableció en unas casas de la carretera de Alcalá, propiedad de la mitra toledana. En ese mismo año fundó en Toledo el Colegio de Infantes, servidores de la Iglesia y una casa, en Santa María la Blanca, para recoger mujeres arrepentidas de la mala vida. Su fundación más insigne fue el Colegio de Doncellas, establecido en Toledo en 1551, en el que se habían de educar 100 doncellas, de ellas seis solamente de la familia del fundador; todas la cuales, al salir del Colegio para casarse, recibirían la dote que la escritura de fundación determinaba. Diccionario de Historia de España, vol 2, Madrid, 1986, pp. 954-955.

[43] Entre 1824 y 1825 fueron procesados en la Diócesis de Badajoz 46 eclesiásticos por sus conductas político-religiosas durante el Trienio Constitucional. Sobre este punto pueden consultarse los siguientes artículos: SARMIENTO PÉREZ, JOSÉ, "Represión eclesiástica liberal en la Diócesis de Badajoz (1820-1823), en Revista de Estudios Extremeños, Tomo LIII, nº. III, Badajoz, 1997, pp. 913-935.. SARMIENTO PÉREZ, JOSÉ, "Procesos de eclesiásticos liberales en la Diócesis de Badajoz (1824-1825)", Espacio, Tiempo y Forma, Revista de la Facultad de Geografía e Historia, Historia Contemporánea, Serie V, 4, Madrid, 1991, pp. 241-252.

[44] AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, leg. 15, nº 10.

[45] Declaración de D. Manuel Ledesma, arcipreste interino de Alburquerque. AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, leg. 15, nº 25.

[46] Declaración de D. Juna José de Tovar, AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, leg. 15, nº 12.

[47] Declaración de D. Francisco José Suero, cura ecónomo. AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, leg. 15, nº 22.

[48] Declaración de D. José Armijo, cura ecónomo de Salvatierra. AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, leg. 15, nº 14.

[49] Declaración del alcalde mayor de Villagarcía D. Baltasar Maldonado. AAMB, Badajoz, Actas de Santa Visita, leg. 15, nº 46.

José Sarmiento Pérez
Doctor en Historia Contemporánea de España por la UNED

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