HISPANIA NOVA

Revista de Historia Contemporánea

Fundada por Ángel Martínez de Velasco Farinós

ISSN: 1138-7319    DEPÓSITO LEGAL: M-9472-1998

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Javier TUSELL, Juan Carlos I, Madrid, Arlanza Ediciones, 2002, 263 págs., por Esther M. Sánchez Sánchez (Instituto de Historia-CSIC)

 

        El profesor Javier Tusell presenta en este libro un recorrido por la vida y obra del actual jefe del estado español, el rey Juan Carlos I. Su contenido está organizado en dos grandes partes, la primera dedicada a la figura del monarca y la segunda a la evolución de su reinado, incluyéndose, al final, un triple apéndice biográfico, cronológico y bibliográfico. El relato abarca el período comprendido entre el nacimiento de Don Juan Carlos y las elecciones del año 2000, aunque atiende con mayor detenimiento a los años del cambio político español, concretamente desde la muerte de Franco (1975) hasta la llegada al poder del PSOE (1982).

        Don Juan Carlos de Borbón y Borbón nació Roma en 1938, en plena guerra civil. Residió sucesivamente en Italia, Suiza y Portugal, hasta que en 1948 el general Franco y su padre decidieron enviarle a España para proseguir sus estudios. El autor expone de forma sucinta estos años de formación a la sombra de Franco, que incluyeron estancias en los tres ejércitos y el aprendizaje de algunas materias universitarias. En 1962 Don Juan Carlos contrajo matrimonio con Doña Sofía de Grecia, en 1969 fue designado sucesor del general Franco y en 1974 ocupó la Jefatura del Estado en funciones. Los últimos años de la dictadura marcaron una época de gran complejidad para el futuro rey, que hubo de conciliar su intención de apertura democrática con su condición de representante oficial del régimen, en un panorama político crecientemente crispado. La evocación de esta etapa llevaría al monarca a declarar, algún tiempo después, que de tanto hacerse el tonto, la gente creyó que, efectivamente, lo era.

        Su perfil resultaba, cuando menos, desdibujado para la inmensa mayoría de los españoles. Para unos representaba una garantía de continuidad, para otros una esperanza de cambio, y para casi todos una gran incógnita. Desde los primeros años setenta, Don Juan Carlos multiplicó sus contactos con el establishment franquista, la oposición moderada y los mandatarios extranjeros. Pero sus manifestaciones distaron de ser claras en ningún sentido. En consecuencia, como señala el profesor Tusell, su discreción se presentó como ignorancia, su disciplina como docilidad y su silencio como falta de imaginación o ausencia de criterios propios.

        Durante estos años finales de la dictadura, las relaciones entre Don Juan y Don Juan Carlos atravesaron momentos difíciles, sobre todo por el modo en que se zanjó la cuestión sucesoria. Pero el padre ejerció una influencia decisiva sobre el hijo, a quién transmitió su voluntad de reconciliar a los españoles a través de la institución monárquica. Esta ambición se haría realidad en el proceso de transición de la dictadura a la democracia, en el que Don Juan Carlos desempeñó un papel clave. Logró transformar el sistema desde dentro, es decir, utilizando los medios que autorizaban las propias leyes del régimen y recurriendo a dirigentes vinculados en sus orígenes al Movimiento Nacional. La transición española resultó un proceso complejo, surcado de momentos de incertidumbre y de frentes que lidiar, pero también exitoso, por lo que se convirtió en un modelo de referencia para países que, como los de Europa del Este o América Latina, debían afrontar cambios políticos similares.

        Los procesos de restauración democrática y monárquica permanecieron estrechamente ligados, si bien fue el primero el que finalmente legitimó y consolidó el segundo. La monarquía volvió a España en un momento en que la institución se hallaba en retroceso en toda Europa. Los españoles la aceptaron porque partía de una posición intermedia, ni completamente vinculada al franquismo, ni completamente vinculada a la oposición. En un principio, el rey intervino de forma directa en la vida política diaria, tomando decisiones tan significativas como el nombramiento de Adolfo Suárez al frente del Gobierno en 1976. La Constitución de 1978 redujo extraordinariamente sus poderes, concediéndole un carácter meramente representativo, moderador y simbólico. No obstante, su actitud ante el golpe frustrado de 1981 volvió a ser decisiva. Su rotundo sí a la democracia ratificó la confianza de los españoles, al tiempo que intensificó sus sentimientos monárquicos, o, más exactamente, "juancarlistas".

        Durante la etapa de gobierno socialista (1982-1996), la democracia quedó definitivamente consolidada y España plenamente inserta en su contexto europeo y occidental. Pero los éxitos de la gestión del PSOE quedaron ensombrecidos durante la evolución de su trayectoria gubernativa. La larga permanencia en el poder se tradujo en una prepotencia irresponsable y una falta de receptividad hacia las críticas, además de la utilización de atajos inaceptables para lograr sus objetivos (como fueron la aparición de los GAL o los episodios de corrupción). En definitiva, la inequívoca voluntad democrática de los españoles se vio socavada por el aprovechamiento ilícito que realizaron algunos responsables políticos de las instituciones y los mecanismos del poder.

        La llegada al gobierno del Partido Popular en 1996 sirvió para disipar la crisis y restaurar el clima de normalidad política. El profesor Tusell relativiza, sin embargo, los éxitos del gobierno de Aznar, al considerar la amplitud de los factores que jugaban en su favor, entre ellos los escándalos del gobierno socialista, la excepcional coyuntura internacional, una prosperidad económica en buena parte gestada en la época anterior y, en fin, una actuación nada brillante de la oposición, cuya campaña se centró en la formulación de propuestas demasiado genéricas y en la descalificación del PP como derecha tradicional, anticuada y de pronóstico catastrofista. En la práctica, no se registró un grado de disparidad demasiado elevado entre las políticas de izquierda y de derecha, exceptuando aspectos como una mayor disciplina interna en el seno del PP o una orientación más pro-atlantista que pro-europea de su política exterior.

        Durante el gobierno de socialistas y populares, la monarquía desempeñó correctamente su papel de árbitro y moderador de la escena política nacional, garantizando una situación de permanencia y continuidad por encima de la lucha entre los partidos. Además, constituyó un sólido elemento vertebrador de la pluralidad territorial, consolidó su identificación con la democracia, afianzó el proceso de integración internacional de España y, resultado de todo ello, consiguió una amplia aceptación social, muy superior a la existente en Inglaterra o los países nórdicos.

        A partir de la prensa de la época, las memorias de los protagonistas y sus propios conocimientos y recuerdos, Javier Tusell ha elaborado una lograda síntesis descriptiva de la historia reciente de España y, en segundo término, de la figura de Juan Carlos I. En este sentido, muchos personajes y acontecimientos políticos son descritos con mayor lujo de detalles que el propio objeto de estudio. Por otra parte, la narración no sigue un hilo conductor riguroso, ni cronológico ni temático, por lo que en ocasiones se retoman pasajes ya tratados y se repiten datos e interpretaciones. El libro constituye, en suma, una obra de fácil lectura y contenido atractivo, una referencia útil para los historiadores y de interés para el público lector en su conjunto.