HISPANIA NOVA

Revista de Historia Contemporánea

Fundada por Ángel Martínez de Velasco Farinós

ISSN: 1138-7319    DEPÓSITO LEGAL: M-9472-1998

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Alan KNIGHT, México. Vol. I: From the Beginning to the Spanish Conquest and Vol. II: The Colonial Era, Cambridge, Cambridge University Press, 2002, 254 y 353 pgs., por Izaskun Álvarez Cuartero Universidad de Salamanca

Alan Knight ve a Latinoamérica como el laberinto del rey Minos: "grande, complicada y es fácil perderse en ella"[1]; quizá el autor haya querido convertirse en una certera Ariadna para guiarnos sin tropiezos por una parte de la historia del continente en estos volúmenes dedicados a la historia de México, desde su prehistoria hasta el estallido independentista. Si una de las características de la historia mexicana es su complejidad por su poliédrica composición, repleta de aristas y matices, al final de la lectura de estos dos libros se tiene el convencimiento de haber conseguido alcanzar la salida del laberinto a salvo y con una fácil comprensión de los vericuetos históricos de Aztlán.

        Alan Knight es profesor de historia de América Latina y fellow del St. Anthony's College en la Universidad de Oxford. Especialista en el siglo XX mexicano (Revolución, construcción del Estado, relaciones México-EE UU)[2] y autor de más de un centenar de trabajos repartidos entre libros y artículos[3], Knight es de todos conocido por sus estudios sobre la Revolución Mexicana -The Mexican Revolution (1986)-, de ahí que cause sorpresa su incursión en la historia de las sociedades originarias mesoamericanas y en el mundo colonial novohispano; ahora bien, a pesar de que su campo de estudio diste bastante de ese periodo, el resultado obtenido es magnífico. La obra consta de tres volúmenes: el primero de ellos comprende desde el origen mítico de México hasta la Conquista, el segundo se centra en la Colonia hasta la insurgencia y el tercero, que aparecerá en fechas próximas, abarcará desde la Independencia hasta la actualidad (Mexico since Independence). Esta trilogía tiene el formato y la intencionalidad de ser un perfecto manual universitario, es decir, una historia general de México: es una síntesis, la redacción es clara, las citas a pie de página son precisas y amplían información, la cronología y los mapas son esclarecedores y la bibliografía que aporta en cada volumen es la necesaria para completar los conocimientos de un determinado aspecto.

        El primer volumen comienza trazando el origen de Mesoamérica, desde las primeras migraciones humanas por el estrecho de Bering hasta la conformación y crecimiento de las culturas más representativas, en las tierras altas y bajas. Primero, durante el periodo formativo, que alcanza hasta el año 1500 antes de nuestra era (los zapotecas de Monte Albán, los olmecas de La Venta y San Lorenzo y los mayas yucatecos); después en la gran evolución del clásico (caracterizado por el auge de centros como de Teotihuacan, Palenque y Tikal); y la última etapa, en el postclásico (vinculada a ciudades como Tula y Tenochtitlán y Chichén Itzá), que concluye hacia el 900 de la era cristiana. Knight se refiere al periodo postclásico como a una Mesoamérica balcanizada pero con una serie de hechos comunes; la agricultura sedentaria favoreció el surgimiento de formaciones estatales y una estratificación social, con élites religiosas y militares, que promovió grandes centros ceremoniales con edificios de estructura piramidal y canchas para el juego de la pelota, un elaborado panteón de deidades y sistematizó un calendario, un sistema de glifos para su expresión escrita y un calculado sistema de relaciones sociales basado en el tributo. Tenía especial interés en conocer cómo el autor resolvía el colapso del área maya en el clásico (el abandono de los centros poblacionales más importantes) y que es considerado uno de los episodios más oscuros de la historia prehispánica, pero se limita a mostrarnos las hipótesis barajadas por los especialistas (McNeill, Farriss, Culbert) que atribuyen su declive a las presiones sociopolíticas internas que experimentaron los centros más representativos como por ejemplo Tikal, en la actual Guatemala, unido a los desastres naturales, a la presión demográfica, a problemas ecológicos, a epidemias o a las presiones externas de otros grupos hostiles.

        Termina este volumen analizando la llegada de los aztecas al valle de México, procedentes de las tierras al norte de Mesoamérica, y la construcción de las dos grandes metrópolis lacustres de Tenochtitlán y Tlatelolco bajo la jefatura de un gran señor o tlatoani, que basaba su poder en su fuerza militar y en las relaciones exteriores con otras áreas culturales mesoamericanas. Knight señala que en ese momento se da "the primacy of foreign policy" o, mejor dicho, una maquiavélica política exterior cuyo eje fundamental se sustentaba en el sistema del tributos y donde sólo se admitían aliados, situación que creaba odios y malestares contra la política imperial azteca y que aprovecharon magistralmente los españoles. Otro de los bastiones esenciales de la primacía territorial del Estado azteca residía en su calculada política económica, razón por la cual se dedican varias páginas a explicar la función del pochteca, el comerciante profesional, el espía, cuyas actividades casi siempre precedían a una conquista militar. La llegada de Hernán Cortés a Veracruz marcará el ocaso del imperio azteca que, según Knight, sucumbe ante la tecnología, la moral, la organización, la política y la diplomacia españolas. Se podría decir que la cesión del trono azteca a los conquistadores (alianza Moctezuma y Cortés) es la última fase de su imperio pues, una vez se suscitan los grandes enfrentamientos, asistimos a la suplantación de un imperio por otro que tiene una voracidad territorial tan extraordinaria que aspira a un Nuevo Mundo. Knight afirma que la conquista de América y en especial la de México jugaron un papel crucial en la gestación del capitalismo europeo y en la integración de México en el sistema comercial mundial (I, p. 194). La expansión colonial llevó a las tierras mexicanas a conquistadores, hidalgos, adelantados, capitulaciones, requerimientos, mercedes y toda una pléyade de "tecnicismos" de dominación que pretendían dotar de legalidad a uno de los mayores desencuentros de la historia de la humanidad.

        El segundo volumen está dedicado al periodo colonial y se divide en dos grandes bloques designados por las dinastías que se suceden en el reino de España: los Austrias y los Borbones. La consecuencia directa de la llegada de Cortés fue la conquista gradual del territorio mesoamericano, paulatinamente convertido en una entidad macroespacial denominada Virreinato de la Nueva España que junto al Virreinato del Perú formarían las dos grandes unidades administrativas indianas, ampliadas con dos nuevos virreinatos más en el siglo XVIII, el del Río de la Plata y el de Nueva Granada. Después de la usurpación de la hegemonía política a los aztecas, que dominaban a millón y medio de indígenas del valle de México y a más de veinte millones de las provincias tributarias, la política española se centró en la conquista militar y material del territorio. Era necesario un diseño colonial que controlase los excedentes productivos mexicanos y que los hiciese llegar con éxito a las arcas peninsulares, y la encomienda y los repartimientos de indios fueron las unidades básicas en las que se afianzó el sistema colonial, estructuras que no contaron con el caos demográfico derivado de las epidemias que afectaron drásticamente a la población indígena y, por consiguiente, al descenso de mano de obra para las haciendas.

        La conquista militar y política fue acompañada de la conquista espiritual, controlada por las órdenes regulares, especialmente de franciscanos, dominicos y agustinos cuyo fin era la evangelización y la usurpación de la idolatría. La cosmovisión indígena no fue entendida, las prácticas religiosas de las sociedades originarias fueron calificadas como derivaciones diabólicas, aunque el autor apunta que la Inquisición no juzgó a los indígenas como principales víctimas sino que fueron españoles y mestizos los objetivos directos de la persecución del Santo Oficio. El siglo XVI dio paso a la escolástica barroca que dominó la alta cultura mexicana durante todo el siglo XVII y buena parte del XVIII. El desarrollo de la economía y la política coloniales estuvo acompañado de un proceso intenso de aculturación y resistencia, se produjeron tumultos y protestas entre las comunidades rurales por los abusos cometidos por los hacendados. Para Knight una de las cuestiones más llamativas es que los españoles no supieron entender las diferencias étnicas mexicanas: "tended to see Indians as an undifferentiated ethnic mass, defined by political subjection and tributary status; ethnic niceties passed them by" (II, p. 123), y de esta manera homogeneizaron las particularidades basadas, sobre todo, en la diversidad lingüística y en unas costumbres distintas que hacían que cada grupo constituyera un ecosistema excepcional, que nada tenía que ver con otra comunidad vecina y mucho menos con otro conjunto étnico a kilómetros de distancia. Los indios mexicanos no eran ni son una entidad compacta, con una cosmovisión única; obviar la diversidad étnica "nacional" y asumir su invisibilidad han sido axiomas persistentes en la historia de México. De tal manera que la doble indiferencia hacia la diferencia originada en este gesto de incomprensión colonial, continuaría en el siglo XIX durante el proceso de construcción nacional, pues se los excluye del proyecto de país, y persiste hasta nuestro días apenas alterada por protestas efímeras o poco eficaces, de las cuales la más conocida y tenaz es el movimiento zapatista.

        Uno de los éxitos de este volumen, y que marca la singularidad respecto a otras historias generales, es la insistente reflexión teórica a la que Alan Knight somete al lector. Un buen ejemplo es el capítulo titulado "Theoretical Reprise", último de la primera parte, donde analiza la manera en que términos como feudalismo, capitalismo y modos de producción acarrean profundas connotaciones e implicaciones teóricas que los hace merecedores de una reflexión individualizada para una mejor comprensión de los cambios económicos e históricos acaecidos en el siglo XVIII. El autor concluye que "the transition to capitalism -the mutually reinforcing process of proletarianization, capital accumulation and technological innovation- was still a long way off as the colonial era ended" (p. 201). La llegada de los Borbones al trono representó para América toda una serie de reformas, de cambios políticos y sociales que ponían fin al gobierno de los Habsburgo, época que los hispanistas británicos llaman "the colonial siesta", y que sirven de preámbulo para la gran convulsión de 1810. Knight centra en tres ciclos de cambios estas reformas: la recuperación demográfica, que iba asociada a un crecimiento económico, la regeneración de la producción minera y, por último, las reformas administrativas y comerciales; esta tríada se mostraría insuficiente para calmar las necesidades y expectativas criollas que esbozaban ya a finales del siglo XVIII la idea de una patria mexicana. La sociedad novohispana cimentó su naciente nacionalismo en una intelectualidad reunida en torno a instituciones científicas, como las Sociedades Económicas de Amigos del País, y al reforzamiento de símbolos y valores, entre los que cabe destacar el culto a la Virgen de Guadalupe y el enaltecimiento del pasado precortesiano como paradigma de sociedad ideal, no contaminada, ejemplo a considerar por la élite criolla, aunque Knight olvida apuntar que los indios mexicanos estaban expulsados de ese edénico arquetipo, al ser considerados por el colectivo letrado criollo como sujetos imposibles de integrar en el nuevo modelo de nación, ya que gobierno colonial español los había corrompido.

        La crisis peninsular de 1808 abrió aún más la brecha entre peninsulares y criollos, una enemistad que culminó en el grito de Dolores y en la confrontación abierta entre insurgentes y realistas, con intereses y dinámicas muy diferenciadas dependiendo de las regiones. La gran masa popular que luchó activamente por la libertad comprendió, una vez finalizada una década de enfrentamientos, que el gobierno político se había transformado pero el orden socioeconómico permanecía indemne. El autor advierte que durante esta etapa surgieron guerrillas y bandidos, principalmente en las zonas rurales de Guanajuato, Michoacán, Guerrero, Zacatecas o Veracruz; los líderes de estos grupos emergieron años después como caudillos provinciales, práctica que daría lugar al fenómeno del caudillismo y que, con pequeñas mutaciones, llega hasta la actualidad. También se destaca la excesiva brutalidad contra los gachupines, una "violencia ritual" que halló sus objetivos prioritarios entre oficiales, hacendados y mercaderes; es evidente que el radicalismo social del proceso destapó la venganza por tantos años de opresión, al mismo tiempo que la insurgencia disfrazó las rivalidades entre las clases sociales implicadas en la lucha, intereses y soberanías que no eran más que el signo evidente de una extraordinaria crisis política. Esperamos que el tercer volumen de la obra, que se ocupará de la formación nacional, de la Revolución y del periodo contemporáneo, etapas habituales en la bibliografía de Knight, nos ayude a completar nuestra visión de la historia mexicana.


Notas


[1] Knight, A., "Latinoamérica: un balance historiográfico". Historia y Grafía 10 (México, 1998) 165-207.

[2] Véase la entrevista concedida al diario argentino Clarín donde analiza el estado actual de las relaciones entre ambos países: Clarín (Buenos Aires, 30 de marzo de 2003).

[3] The Mexican Revolution. Cambridge-New York, Cambridge University Press, 1986, 2 vols. Existe traducción en español: La revolución mexicana: del porfiriato al nuevo régimen constitucional. México, Grijalbo, 1996, 2 vols., vol. I: Porfiristas, liberales y campesinos y vol. II: Contrarrevolución y reconstrucción; otros libros del autor son U.S.-Mexican Relations, 1910-1940: An Interpretation. La Jolla-San Diego, Center for U.S.-Mexican Studies-University of California, 1987, The Mexican Petroleum Industry in the twentieth Century. Austin, University of Texas Press, 1992 -coeditado con Jonathan C. Brown-, y el volumen conjunto The Idea of Race in Latin America, 1870-1940. Austin, University of Texas Press, 1990.