página de inicio de la revista

HISPANIA NOVA

Revista de Historia Contemporánea

Fundada por Ángel Martínez de Velasco Farinós

ISSN: 1138-7319    DEPÓSITO LEGAL: M-9472-1998

PORTADA

PRESENTACIÓN

ARTÍCULOS

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

DOSSIER

RECENSIONES

ENLACES

TEXTOS

 

RECENSIONES
(2009)

          Esta sección, coordinada por Mariano ESTEBAN, está dedicada a reseñar brevemente en cada uno de sus números anuales algunas de las novedades bibliográficas más relevantes aparecidas durante el año en curso y el anterior. Aunque la selección de las obras corre a cargo del Consejo de Redacción de la revista, la sección se encuentra abierta a las sugerencias y aportaciones de los lectores.

 

JORDI AMAT, Els llaberints de la llibertat. Vida de Ramon Trias Fargas, Barcelona, La Magrana, 2009, por Giaime Pala (Institut Universitari d’Història “Jaume Vicens Vives”-Universitat Pompeu Fabra)

De consultar las bibliografías utilizadas por los mejores historiadores de la Transición (Álvaro Soto, Ferran Gallego, Javier Tussell, Santos Juliá, etc.), detectaríamos enseguida un detalle importante: que en lo que se refiere a los protagonistas políticos que la llevaron a cabo, no hemos pasado todavía de las memorias a las biografías. En efecto, mientras contamos con considerable número de las primeras, todavía escasean las segundas. Este salto cualitativo, qué duda cabe, es de capital importancia, en tanto que nos permitiría una mirada historiográfica sobre aquellos años más profunda que la que nos ofrecen las memorias, productos utilísimos, pero que no dejan de ser relatos en que, a menudo, el autor tiende a justificar su actuación antes que explicarla con la necesaria frialdad y distancia.

En este sentido, la biografía de Ramon Trias Fargas (1922-1989) escrita por el joven escritor barcelonés Jordi Amat, representa un excelente modelo de crítica historiográfica, cuyo principal objetivo es el de aprehender el ritmo de la evolución histórica de su biografiado a lo largo de toda su vida.    

De hecho, Amat dedica toda la primera mitad del libro a explicarnos los orígenes de la familia Trias, y la infancia y juventud del joven Ramon. Primogénito de una familia burguesa, ilustrada y catalanista -su abuelo fue hombre de confianza de Prat de la Riba y su padre, Antoni Trias i Pujol, colaborador de Macià y Companys- Ramon Trias experimentó en su propia piel las consecuencias de la derrota de la España republicana. El exilio primero en Francia, luego en Suiza y finalmente en Colombia, marcaron a un chaval brillante con la mente puesta en regresar a su país, por el que nunca dejó de sentir una auténtica nostalgia. Trias volvería definitivamente en 1948, no sin antes marcharse a Chicago para estudiar un máster en economía que le proporcionaría una sólida formación como economista. Una vez establecido en la gris Barcelona de los cincuenta, los inicios no fueron fáciles, aunque poco a poco supo recortarse un espacio tanto en la universidad de Barcelona -hasta convertirse en catedrático de Economía Política-, como en el sector privado, iniciando una colaboración con el Banco Urquijo, del que llegaría a ser el responsable de su Servicio de Estudios, una plataforma que bien merecería una estudio monográfico y en la que se formaron gente como Ernest Lluch, Pasqual Maragall y Joan Hortalà. El de los sesenta es un Trias aún alejado de la política y concentrado en desarrollar su carrera profesional, que, como la de otros, no se puede entender sin el fuerte ciclo de expansión económica y financiera que experimentó la burguesía catalana en aquella década dorada. Todo indica que, sin ser un empresario, la imagen que Trias Fargas tenía de sí mismo debía parecerse mucho a la del “capitán de industria” decimonónico descrito por Jaume Vicens Vives en su Industrials i polítics: ilustrado, assenyat, conectado con las principales corrientes políticas europeas de la época y con una idea clara de lo que había aspirar Cataluña como país; elementos presentes en sus importantes obras Catalunya i el modern concepte de regió econòmica  (1966) e Introducció a l’economia de Catalunya (1972).

Fue a principios de los setenta que a Trias Fargas, hombre de indudable ambición, se le insinuó el gusanillo de la política activa. En 1974 su nombre se dio a conocer a un público más amplio que el académico como colaborador estable de La Vanguardia y, un año después, figuró entre los fundadores de Esquerra Democràtica de Catalunya (EDC), partido liberal y nacionalista catalán. A partir de aquí, Amat se adentra en el estudio del Trias político, partiendo de una premisa clara: que la historia de un líder político no puede no ser, indirectamente, la historia del partido al que pertenece. Y el partido en el que más militó y por el que se le recuerda fue Convergencia Democràtica de Catalunya (CDC), en cuya dirección entró después de la fusión con EDC realizada en 1978. La convicción de que Cataluña necesitaba a una fuerza que aglutinara a los sectores centristas y nacionalistas para dirigir el proceso de construcción del autogobierno, no le impidió a Trias mantener un pulso constante con los otros dos hombres fuertes de esta organización, Jordi Pujol y Miquel Roca Junyent, sobre distintos temas: desde la conveniencia de entrar en el gobierno de Suárez y el carácter del nacionalismo practicado por CDC, hasta las competencias que tendría que tener el Estatuto de Autonomía y las disputas sobre el control del llamado “aparato”. Todas batallas de una persona que, más que un “político” propiamente dicho, fue ante todo un “intelectual” que nunca se sintió a gusto en las inevitables discusiones internas que caracterizan la vida de un partido; un hombre con un fuerte idealismo sobre lo que debía representar la política en la sociedad, al que, sin embargo, no pudo acompañar un gran éxito que satisficiera sus expectativas (como el no llegar a ser ministro, su fracaso como alcaldable de Barcelona en las elecciones municipales de 1983 y su peso decreciente en la cúpula de CDC). De manera que, ya en la década de los ochenta, su figura fue más carismática que influyente, conservando intacta la brillantez intelectual y mediática mientras perdía su capacidad de imprimir un determinado curso a la política catalana, entonces hegemonizada por Pujol. Puesto que aún no contamos con una historia completa de Convergència Democràtica, será mejor que, a partir de ahora, tengamos en cuenta tanto los documentos como los juicios aportados por Amat en los últimos capítulos del libro.

Si pensamos que la biografía es fruto de un encargo avalado por la misma Fundación Trias Fargas, ligada a CDC, es de aplaudir la libertad intelectual de la que ha gozado el autor para articular su reconstrucción histórica. En ella no faltan los apuntes que nos alejan del heroísmo al que nos tienen acostumbrados muchos biógrafos, como la áspera relación con los hijos -debido a su comportamiento duro y distante-, o el reconocimiento de que en algunas circunstancias, como en su célebre conferencia de 1975 para el ciclo “Las terceres vies”, Trias infló su pedigree de opositor al régimen, consciente de que jamás había sido un referente antifranquista. Son sólo dos de los muchos casos en que Amat matiza, corrige y aclara cuestiones que el mismo Trias se encargó de codificar en vida en diferentes entrevistas y escritos. El resultado es un retrato más complejo y sinuoso. En definitiva, más interesante.  

Eso sí, donde más flaquea el libro es a la hora de abarcar los intensos años 1975-1976. Tal vez, la actuación de Trias en el Consell de Forces Polítiques de Catalunya y su intervención en los duros conflictos que se dieron en él entre el ala izquierda (PSUC y Convergència Socialista) y el resto de partidos moderados, hubiera merecido algo más que una simple mención. Además, es cuando menos cuestionable que su apoyo a la figura de Josep Tarradellas se debiera sólo a espíritu patriótico: tanto él como Josep Pallach y Heribert Barrera sabían que, en la medida en que el presidente de la Generalitat en el exilio tomara las riendas de la negociación para el restablecimiento de la autonomía catalana, se reduciría el margen de maniobra de los “anti-tarradellistas” del PSUC, el partido más fuerte de la oposición al que muchos -incluido Trias Fargas- miraban con preocupación por su poder de convocatoria.

Estas críticas no quitan nada al valor de un libro magníficamente escrito, bien documentado y que supone un indudable avance en los estudios sobre la Transición en Cataluña. Es de esperar que el trabajo de Jordi Amat sirva de estímulo para avanzar hacia un conocimiento detallado del pensamiento y la acción de cada uno de los protagonistas políticos de aquellos años. Trabajo, desde luego, no falta.  

OTROS NÚMEROS


 

 

PORTADA

PRESENTACIÓN

ARTÍCULOS

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

DOSSIER

RECENSIONES

ENLACES

TEXTOS